En Rábade reina la resignación

El municipio estrena restricciones al contar con una incidencia elevada por la baja población ►Los hosteleros critican que por un "brote familiar localizado" tengan que cerrar negocios
Ambiente en la terraza de la cervecería Ágora de Rábade. M. ROCA
photo_camera Ambiente en la terraza de la cervecería Ágora de Rábade. M. ROCA

Entre la resignación y el enfado afrontan los vecinos de Rábade la entrada del municipio el pasado viernes en el nivel alto de incidencia por covid-19 —junto A Pobra do Brollón, uniéndose así a O Saviñao—, que implica la entrada en vigor de nuevas restricciones, centradas principalmente en la hostelería, donde solo se podrá consumir en las terrazas, que tendrán un aforo del 50%.

Un brote familiar con siete casos motivó la subida de la incidencia acumulada en el concello hasta alcanzar los 400 casos por cada 100.000 habitantes, pero los rabadenses entienden que tomar determinadas medidas dadas las circunstancias reales resulta algo exagerado, aunque las respetan. "Los números son los que son y al ser pocos vecinos sube mucho la incidencia. Es el problema de ser un pueblo pequeño. Pero no es lo mismo que haya siete casos de una única familia, que están localizados y encerrados en su casa, que siete casos repartidos por todo el pueblo. Pero de algún modo tienen que marcar los porcentajes de cierre", apunta María Fernández mientras toma algo con su amiga Carmen en la terraza del bar Cruz, uno de los pocos en la localidad que pueden estar abiertos.

Su responsable, Antonio Cruz, señala que el sector está "en un momento muy malo" y recuerda que los días de Semana Santa tradicionalmente eran "muy buenos" para estos negocios. "Me parece exagerado que por un brote familiar nos hagan estas faenas. Imagina que tuviéramos empleados, a ver qué hacíamos. Trabajamos solo una parte del trabajo que había, porque de fuera no viene nadie, vivimos con la gente del pueblo y las terrazas", explica, al tiempo que recuerda que los locales que no tienen terraza están cerrados desde el viernes. "Esto es la ruina", se lamenta, mientras asegura que los hosteleros hacen "lo máximo, todo lo mejor posible, para cuidar a nuestra clientela".

Antonio Cruz: "Me parece exagerado que por un brote familiar nos hagan estas faenas. Los que no tienen terraza están cerrados"

En la misma línea se manifiesta Mari Carmen Castiñeira, camarera en la cervecería Beethoven, que asegura que la Semana Santa "era sempre boa, viña moita xente de fóra" y que las limitaciones que está viviendo la hostelería con la pandemia del coronavirus les están complicando su medio de vida. "Antes para facer 100 euros traballaba un tercio do que traballo agora, con isto de que non se pode atender nas barras e se se xunta xente no mesmo momento na terraza", explica.

En ese momento, en las mesas exteriores apenas hay dos ocupadas con un cliente cada una. Uno de ellos, Ángel, hace balance de lo que fue la pandemia en Rábade y valora que la situación estuvo "bastante tranquila", con muy pocos casos. "Pero ao ser poucos veciños sube moito a porcentaxe. E o coronavirus está xogando como rato e o gato. Canta máis liberdade tes, que parece que todo se está normalizando, tes que retroceder, e o que se leva o pau é a hostalaría. Os pequenos bares tenderán a desaparecer", reflexiona.

SIN CIERRE PERIMETRAL. Otro aspecto ilógico que señalan los hosteleros es la circunstancia de que los vecinos de Rábade puedan desplazarse a otros municipios a consumir en el interior de bares o restaurantes. "É ridículo que aquí non o poidan facer e poidan ir a Outeiro de Rei a tomar algo", asegura, enfadada, María Jesús Villar, del bar Avenida.

Julio García: "Entiendo que un bar es un sitio complicado por el tema de la mascarilla pero no está demostrado que se den contagios en él"

Esta hostelera dice no entender porqué "por sete infectados dunha familia que están controlados pechan a hostelería" ni la razón de que este cierre sea "unha semana despois de estar enfermos". "Xogan con nós sempre. Menos mal que temos bo tempo e os clientes poden estar na terraza", apuntó con resignación.

Al buen tiempo se encomienda también Julio García, de la cervecería Ágora, que ve con temor las previsiones meteorológicas de la próxima semana. "Menos mal que nos acompaña el tiempo ahora en Semana Santa, pero para la siguiente viene malo y a ver quién para aquí fuera con uno o dos grados, aunque pongas estufas y demás", vaticina.

Julio también considera que a la hora de aplicar restricciones si se dan casos de covid-19 en un municipio "habría que hacerlo de otra manera". "Es complicado hacerlo particularmente con cada municipio, pero con siete contagios, en un brote localizado, tener que cerrar negocios, porque el que no tiene terraza tiene que cerrar, no es lógico", señala, al tiempo que comprende que se vigile algo más a los bares "porque es un sitio donde te quitas un momento la mascarilla" pero, asegura, "no está demostrado que se den contagios en la hostelería".

La mitad de los bares, cerrados
El municipio de Rábade cuenta con una decena de bares, de los que solo la mitad están actualmente abiertos con las restricciones del nivel alto de alerta al contar con la posibilidad de atender en terraza.

Restauración
El asador Coto Real es otro de los grandes damnificados desde que entraron en vigor el viernes las nuevas medidas, ya que tuvo que cerrar su comedor. Y lo hizo con un fin de semana por delante lleno de reservas, que tuvieron que ser canceladas. Sí funciona el hotel, aunque con pocos clientes, ya que se nota el cierre perimetral de Galicia, según indicó un trabajador del establecimiento.

Feria a medio gas
Las restricciones llegaron a Rábade precisamente en un día de feria, que se celebró con normalidad aunque con menos afluencia de gente respecto a una jornada normal. Antonio Cruz, cuyo bar está al lado del campo de la feria, considera que hubo "bastante gente, que se comportó muy bien", si bien es cierto que el hecho de que el municipio entrara en el nivel alto de alerta hizo que muchos pensaran que había cierre perimetral.

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