Accidente en Portomarín: "Un repentino vendaval echó el globo a tierra"

Procedía de Taboada con 11 personas a bordo y se precipitó en Soengas de Abaixo

"Una fuerte turbulencia, provocada por un vendaval repentino, nos hizo perder altura y no quedó otro remedio que hacer un aterrizaje de emergencia para salvar el pellejo". Así narró Javier Tarno la peripecia vivida a bordo del globo aerostático que pilotaba y que cayó con once ocupantes sobre una carballeira en la parroquia de Castro de Soengas, en Portomarín, El siniestro, que se produjo a las once menos cuarto de la mañana, se saldó con tres heridos leves. Los lesionados fueron trasladados en ambulancia hasta el hospital Polusa, donde les dieron de alta tras un chequeo.

El vuelo rasante del aerostato causó alarma entre los vecinos de Soengas de Abaixo al golpear un poste de hormigón del tendido eléctrico, que se vino abajo junto a otro contiguo, y dejó a la aldea sin luz. Tras enredase en el cableado, el globo pasó cerca del tejado de un alpendre y de casas. "Miña irmá estaba na ventana e viu como tiraba o poste. Fixo moito ruído. Entrou na habitación e díxome que me levantasee saíse correndo", dijo un residente.

El vecindario acudió al lugar donde estaba el globo, a 400 metros del núcleo, por si era necesaria su ayuda, pero los tripulantes salieron por su propio pie. "Estaban eufóricos, quizá porque tenían la adrenalina a tope después de la tensión vivida", comentó Tarno. "Algún non sabía se estaban colgando da árbore ou en terra", precisó un vecino, que corroboró que no hubo escenas de pánico. Solo una joven, que viajaba con su pareja, echó a llorar al abrazarse a dos familiares que seguían en coche el viaje aéreo. Personal del Grupo Supramunicipal de Emergencias de Monterroso acudió en auxilio de los accidentados, junto a la Guardia Civil y una ambulancia del 061.

La tormenta se adelantó sobre las previsiones, ya que estaba anunciada para la tarde. "La vimos venir de lejos y me disponía a acortar el viaje cuando el inesperado golpe de viento nos echó hacia tierra. El globo pasó de ir a 12 kilómetros por hora a 50, una velocidad considerable", comentó Javier Tarno, que suma 5.000 horas de vuelo, lo que equivale a otros tantos viajes turísticos.

"La aeronave iba a 300 metros de altura cuando llegó la turbonada. Tras golpear contra el poste de hormigón, salimos un poco hacia arriba al dar gas y por efecto rebote. Después hicimos un aterrizaje brusco en una zona arbolada, pero sin daños personales de importancia", afirmó el piloto.