Casa Remedios, el sabor de la Galicia interior

Casa Remedios es sinónimo de autenticidad. El gallo de corral y el cocido son los dos platos que dan fama al establecimiento, junto a su suculento menú del día. Remedios Pereira, dueña del negocio, advierte de que esta calidad de la materia prima "saéme do lombo". Trabaja en el restaurante y, a la vez, con sus animales y su huerta para contar con verduras, huevos y algunas carnes de la casa, algo inusual en estos tiempos.

La estética del restaurante es acorde con su espíritu tradicional. Nada más entrar, el cliente se encuentra con una enorme cocina, como las de la casa de aldea de antaño, con un banco corrido y un mesado situados al lado de los fogones donde desarrollan su labor las cocineras. En esa zona común departen entre sí los comensales como si se conociesen desde siempre. Alrededor hay varias mesas, como en el pequeño comedor anexo. Existe también un inmueble, enfrente del edificio principal, para quienes deseen comer con mayor privacidad en torno a una lareira.

El menú, de 15 euros, comienza con un picoteo a base de chorizo, chicharrones, panceta y jamón de la casa. Estas propuestas se rotan para que la producción dé para todo el año. El pan del horno que acompaña la comida es casero, al igual que las empanadas. Entre los cuatro o cinco primeros destacan el caldo de berzas o grelos, la contundente fabada, la sopa de cocido, los callos o el arroz con pollo. Son viandas hechas a fuego lento en los fogones, al lado de los comensales.

La ensalada de lechugas de la huerta de Remedios y un buen bonito valen la pena, como los huevos fritos con chorizo o jamón, otro de los grandes reclamos. A ellos se añaden la ternera o la costilla de cerdo asada, el jarrete, el cabrito, las truchas o la merluza.

El cocido de Casa Remedios goza de una merecida fama. Una buena agua, las patatas de aldea, los grelos de la huerta y el cuidado corte del lacón y de la cachola, conforman una completa sinfonía de sabores a la que se suma el butelo y unos sabrosos chorizos.

Las filloas con las que se suelen rematar los cocidos, un espectacular flan o un goloso bizcocho son buenas opciones para cerrar la comida. Otra agradable sorpresa son las peras al vino. El café de pota pone el broche a una comida singular que nos trae a la memoria los sabores de toda la vida.