Utensilios hechos con calabaza en lugar de plástico que salen desde O Corgo

Blas Piñar, con algunas de sus obras. VICTORIA RODRÍGUEZ
Blas Piñar y Nuria Varela diseñan una línea de vasos y objetos de uso doméstico

Una simple calabaza puede transformarse en objeto de arte. Blas Piñar lleva tres años diseñando lámparas y piezas decorativas con este fruto hortícola. Ahora está volcado en ampliar su abanico creativo hacia piezas domésticas como vasos o cuencos para la comida con el fin de sustituir el plástico. Este proyecto se enmarca dentro la filosofía del taller ecológico Artesanía de Calabazas Dukaree Gourd, promovido por ese barcelonés afincado en la parroquia de Laxosa junto a su pareja, Nuria Varela, oriunda de la zona.

Aunque se trata de una materia prima inusual en el mundo del arte y la decoración, la calabaza tiene usos cotidianos que van más allá del Samaín o de la alimentación animal. "Es utilizada por el hombre desde la antigüedad para fabricar objetos, por su consistencia", recalca Piñar. La calabaza del peregrino, que antaño servía a los caminantes para sus cantimploras, es el ejemplar elegido por estos artesanos, al ser la que mejor se adapta para sus trabajos y como guiño a una provincia muy ligada a la ruta jacobea.

Los vasos personalizados se hacen a partir del diseño de los moldes donde crecen estas hortalizas, en la propia tierra, con el fin de darles forma. El lanzamiento de esta iniciativa requirió un estudio minucioso, en el que Piñar contó con la colaboración de las empresas Indesigner, de Mallorca, que se encargó de los bocetos y el diseño de los moldes, y la lucense Triesfera, que los imprimió en 3D. "Aunque la idea partió de mí, su desarrollo no sería posible con la colaboración de esas dos firmas", precisa este artesano radicado en O Corgo.

El material usado para la impresión de los moldes es biodegradable. Se trata de filamentos de cáñamo o bien de PLA, fabricado a partir del maíz o los mejillones.

Blas y Nuria decoran los vasos con tintes naturales, como un betún de almendra o de café. También contactaron con una proveedora que elabora tintes naturales con cáscaras de nueces, hojas, bayas o moras.

Para su nueva línea de vasos y cuencos, cuya comercialización comenzará en agosto, estos artesanos doblaron el espacio dedicado a la plantación de calabaza peregrina para alcanzar una cosecha de 3.000.

Aunque la idea ya les rondaba en la cabeza desde tiempo atrás, no fue hasta hace tres años cuando esta pareja se decidió a crear su pequeña empresa aresanal, después de hacer un curso en el Campus de Emprendimento de la Diputación. Piñar se quedó sorprendido por la dureza de las calabazas tras secarlas, casi similar a la de la madera. «Al limpiar por dentro las calabazas, y darles un poco de luz, vi que se iluminaban y daban un buen juego para su uso como lámparas», explica. Para decorar estas peculiares obras de arte utiliza barnices ecológicos de una empresa alemana, similares a los utilizados en los tratamientos que se dan a los depósitos de agua.

Las iniciativas de Piñar y Varela rezuman ecología. Diseñan también bolsos con la lana de su rebaño de diez ovejas de raza autóctona e instalaron colmenas de abejorros para favorecer la polinización. Su defensa del ecosistema y de la dinamización rural les llevó a demostrar que a partir de una semilla y con imanigación se alcanzan logros sorprendentes.