Un soberbio cachopo y una excelente repostería definen la cocina del Club Náutico de Portomarín, una instalación que se distinguió desde siempre las privilegiadas vistas al embalse de Belesar desde su terraza y su comedor. Es un lugar que invita al tardeo con unos pinchos o a una cena, que es el enfoque que le dan al local, que a partir de ahora abrirá en horario de tarde y noche, y todo el día los fines de semana.
Asunción López regenta desde el pasado mes de marzo este cafetería-restaurante que atrae gente de otros lugares por su excelente comida casera. El plato estrella es el cachopo de jamón serrano y queso, que siempre está en la carta, o bien el de cecina o queso de cabra, que se prepara por encargo. El gran secreto de este plato está en la calidad de los productos de proximidad, especialmente de la carne de ternera, y el esmero que le pone la cocinera, Vanesa Vilela Castro.
El Náutico rinde culto a la cultura gastronómica miñota y sobresale también por sus anguilas, que tanto renombre dieron a Portomarín, y las truchas. Freírlas en aceite muy caliente, para que estén crujientes, es la fórmula para preparar estos productos. La merluza a la cazuela o a la gallega son habituales en la carta, junto al bacalao a la gallega.
Los fines de semana se prepara el salmón fresco, y todos los viernes y sábados de este mes de agosto se sirve un rico arroz caldoso con bogavante, que se prepara por encargo, al igual que ocurre con las paellas de marisco, el jarrete y el cordero.
Las croquetas caseras de pollo y jamón son uno de los referentes entre los entrantes de una carta corta, pero sugerente. Otras opciones son las zamburiñas y los calamares. El pulpo se hace por encargo.
Con el cachopo, el otro gran atractivo del Náutico es la repostería, hasta el punto de que reciben muchas peticiones de elaboración de dulces para llevar, sobre todo ante las cercanas fiestas del Cristo en la localidad.
Las tartas de selva negra, de queso al horno, de San Marcos y de milhojas son algunas de las especialidades de Vanesa Vilela, junto a los sensacionales brazos de gitano. El mismo nivel de excelencia alcanzan las tartas semifrías como la de crema de orujo, el postre más demandado; la de queso fría y la de tres chocolates. Otras delicatessen son los pastelitos de milhoja, cañas, profetiroles y tartaletas de nata o kiwi.