El laboratorio invierte unos 80 euros de media en analizar cada muestra

El análisis de cada uno de los pequeños tubos que contienen las muestras y que permiten a los policías imputar o absolver a un sospechoso cuesta unos 80 euros de media. La cifra no parece descabellada si no fuera porque en las investigaciones más complejas, como los asesinatos o las violaciones, los científicos pueden emplear cientos e incluso miles de muestras. Para el inspector el dinero es lo de menos y asegura que en delitos graves ''no se repara en gastos''.

Tampoco se escatimó a la hora de construir el laboratorio, que supuso una inversión de unos dos millones de euros entre el edificio y todo el material con el que cuentan.

Tras recibir las pruebas recogidas por la Policía Científica en la escena del crimen, los miembros del laboratorio deben decidir si toman como muestra la sangre que hay en la hoja del cuchillo o las escamas de la piel que quedaron en el mango.

Tratamiento del ADN
A continuación proceden a romper las células y a extraer el ADN sobre el que van a trabajar. ''Este proceso se denomina extracción y purificación del ADN'', explica el inspector Hombreiro Noriega.

Los cientificos penales están obligados por ley a observar partes del ADN que no son codificantes, es decir, que no aportan datos sobre la identidad del presunto autor de los hechos, como su color de pelo o de piel, y solo pueden descifrar el sexo.

''Es como una huella dactilar, en base a la cual obtenemos un perfil único de cada individuo''. Los resultados entran en la base de datos a la que pueden acceder desde los cinco laboratorios españoles y desde otros cuerpos de seguridad.

Restos de semen
Una de las dependencias que más llama la atención dentro del laboratorio es una sala en la que, con ayuda de un láser, los científicos buscan los restos de semen de una violación en las ropas de la vítima.

Y es que el esperma contiene flabina, un compuesto fluorescente cuando se irradia con este tipo de luz. De este modo, a pesar de que las prendas estén cubiertas de manchas de sangre o tierra, los miembros del laboratorio consiguen localizar la huella del delito.

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