Xosé Trapero Pardo

Cuando Trapero destroza a King Vidor

Mañana se cumplen los 24 años de la muerte del periodista de Castro de Rei, fallecido en plenas fiestas de San Froilán

Xose_Trapero_Pardo_CROMO

El Progreso 14/10/2019

MAÑANA SE CUMPLEN los 24 años de la muerte de Xosé Trapero Pardo (Castro de Rei, 1900), uno de los hombres que  con mayor justicia puede decirse que fue testigo del siglo XX, pues lo vive y apura casi con exactitud matemática.

Contaba Cunqueiro que mediados los años cincuenta le había regalado a Trapero un libro profético escrito en francés y editado en Bombay a principios del siglo XIX. Viniendo de Cunqueiro, cabe la posibilidad de que se lo haya regalado o no, de que en Bombay se editen libros proféticos o no, y de que exista Bombay o no.

El título del volumen que sin duda debería conservar Trapero es “Los negros y de que son pocos los blancos”, así, con esa formulación tan poco rigurosa en gramática y en prosodia. En el mismo lenguaje políticamente incorrectísimo, el de Mondoñedo desvela destripando el libro, que “seríamos sumergidos por la negrada” en muy breve espacio de tiempo, que su autor sitúa exactamente en el año de nacimiento de Trapero, 1900; quizá por eso se lo regala.

“Los únicos que resistirían algo la mezcla, el batido de chocolate, serían los chinos”.

Trapero, que era episcopal y ecuménico, pues iba camino de misar cuando se le cruza el mundanal ruido, sabía que su amigo no le hablaba de Bombay a título de inventario, sino que sería un asunto muy serio a tratar con o Macizo y con o Pallarego, aunque él ya se había venido a Lugo para escribir o Pelúdez,  estudiar los monumentos y hacer crítica de cine.

De cine y de lo que hiciese falta en cada momento, que para algo en El Progreso eran cinco redactores, gripes incluidas.

En 1960 se estrena en Lugo la película de King Vidor “Salomón y la reina de Saba”, recordada siempre porque se rueda en España y porque durante el rodaje muere su productor y protagonista Tyrone Power.

Trapero la pone a caer de un burro y echa pestes contra la ambientación, sus decorados y la falta de rigor histórico en su guión. Para materializarlo en algo chistoso, dice que en el banquete de la reina se ve encima de la mesa un salchichón anacrónico que parece recién salido de Abella. Otros periódicos reproducen esa observación y el embutido de Abella ganó más fama que la película.

El padre de Trapero era oriundo de Aguilafuente (Segovia) y él se tenía por judío, no de fe, que para eso hay que tener la menorah en el comedor y él siempre fue más de Última Cena, pero sí de sangre. Decía, y con razón, que llamándose Trapero y siendo éste nombre de un oficio, sus antepasados tenían que haber sido judíos a la fuerza.

Ahora bien, para escribir Pelúdez, Trapero se quita la kipá y se calza el chapeo de dos aguas. Una de sus fuentes de inspiración para dar vida a Filomena es su hermana Inés, que vive en Castro y que habla un gallego delicioso, repleto de neologismos y apariencias, de modo que ese lenguaje peludeciano de Trapero es mitad mindoniense, mitad chairego.

Trapero padecía un particular horror vacui que seguramente le contagia la austeridad de los tiempos y los libros iluminados de la tradición europea. En él se manifiesta en la necesidad de rellenar cualquier espacio en blanco de los periódicos o las revistas a mano con monigotes, espirales o dibujos varios para así dar utilidad y sentido a ese espacio desocupado. Que sepamos, no llega a hacerlo en libros y eso los salva.

En la radio, desde el “Dios dea boa tarde a todos” hasta el “Bo proveito, amiguiños”, consigue meter toda una enciclopedia del habla y el pensamiento popular que está pidiendo ser editada en uno o más volúmenes. Ahí lo dejo.
 

Más en Álbum de los lucenses
Comentarios