Vicente Vázquez Queipo

Vázquez de Queipo, un sabio entre chistes

Hasta 1975 se editan al menos 45 ediciones de las tablas de logaritmos del científico de Samos

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El Progreso 17/02/20

ANTES DE LA existencia de las calculadoras, las tablas de logaritmos son instrumentos de suma utilidad. Cualquier otra explicación sobre su importancia, por mínima que fuese, nos ocuparía el espacio de la sección, y sin garantías de que estuviese bien planteada.

Cuando en España se habla de logaritmos en los siglos XIX y XX, un nombre aparece a continuación, el de Vicente María Julián Vázquez Quiroga Queipo de Llano (Samos, 1804), nacido el 17 de febrero en la Casa Forte de Lusío, San Cristovo do Real, donde hoy existe un albergue y su museo.

Vicente llega con la cabeza tan despejada para las ciencias y las letras que con solo 22 años obtiene por oposición la cátedra de Física y Química de la Universidad de Valladolid y se doctora en Derecho. Académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde 1847 y consejero de Instrucción pública durante treinta años, es nombrado comisario regio del Observatorio astronómico, presidente de la comisión del Mapa Geológico de España y académico de la Historia. 

Fue fiscal de Hacienda en Cuba, diputado a Cortes y senador vitalicio, aunque su paso a la historia se lo debe a sus famosas Tablas de Logaritmos, así como a la Aritmética superior mercantil, y en menor medida, al Ensayo sobre los sistemas métricos y monetarios de los antiguos pueblos.

Las tablas de Vázquez de Queipo, premiadas en la exposición universal de París, son fruto de un trabajo que arranca en 1850, destinado a divulgar los cálculos aritméticos por medio de los logaritmos, los neperianos, a quienes él rinde culto por considerarlos como uno de los inventos más influyentes de la humanidad.

Las numerosas ediciones realizadas de las tablas de Vázquez de Queipo _ al menos 45 hasta 1975 _, son utilizadas por estudiantes y profesionales de las más variadas ramas. Para la navegación, la construcción, la investigación astronómica, la banca o la geodesia.

Eran libritos de escasa paginación, pero de utilidad contrastada, que normalmente acaban tan sobados por el uso que deben hojearse con sumo cuidado para no quedarse con el papel entre los dedos.

El estudio de la teoría de los logaritmos y el manejo de sus tablas son declarados obligatorios por el gobierno. Su autor se esfuerza por ampliarlos y mejorarlos en buscar de una mayor utilidad práctica.

Con motivo de una de sus reediciones, la prensa dice de su autor que su interés es ponerlas al alcance “de todas las inteligencias y fortunas, acomodándolas para las personas científicas y para el uso de las escuelas”.

Su popularidad llega a ser tal en algunos momentos que su cita sirve para componer chistes o frases hechas, como por ejemplo al decir que “hoy en día se pone música hasta a los logaritmos de Vázquez de Queipo”, o al compararlas con los cinco dedos de la mano para expresar lo vulgar y lo científico.

“¿Cuántos individuos que sepan hacer reír circulan por el mundo?”, se pregunta Jardiel Poncela en un artículo. Y se responde: “Pueden contarse sin recurrir a los logaritmos de Vázquez Queipo”.

El legado del matemático se completa también con trabajos sobre moneda, entre ellos, Cuestión del Oro. 

Muere en Madrid a los 89 años el 11 de marzo de 1893 y en ese momento se le considera una de las primeras figuras científicas del siglo XIX.

Asimismo, hasta bien entrado el XX, sólo se citan cuatro eminencias nacidas en la provincia de Lugo, Pastor Díaz, Manuel Becerra, Antonio Casares y él. Esta sección contribuye a divulgar que afortunadamente fueron y son algunas más. 
 

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