Tito Ares

Tito Ares, el cantante que dijo no a Celia Gámez

El Maestro Quiroga le abre la puerta de la compañía, pero él lo rechaza, porque “había ido a Madrid a aprender”

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El Progreso 25/10/2020

UNA AFECCIÓN DE garganta pone en peligro una carrera de cantante que todos sus profesores auguran de éxito. Aunque Tito Ares (Vigo, 1930) nace lejos de la muralla, es en Lugo donde crece y donde se hace para la música.

Cuando cumple el servicio militar en A Coruña se presenta al músico Luis Brage Vidal, amigo de su familia, para que le escuche en una audición. Brage lo acepta como discípulo.
 
Su segundo profesor, ya de vuelta en Lugo, será Juan Antonio Moreno Fuentes. Luego Elena Piñeiro de Villanueva y cuando vaya a Madrid estará en manos de Lola Rodríguez de Aragón y de José Luis Lloret, principalmente.

 Sus inicios están ligados a Cantigas e frores, a la radio y a los recitales que ofrece en el Círculo con Moreno Fuentes _ Torna Sorrento _, o en el Gran Teatro. 

Varias veladas a favor de la Campaña de Navidad cuentan con su participación. En diciembre de 1954 lo hace con Elena Piñeiro de Villanueva y la tiple ligera Yolanda García. Otros nombres de ese año, Tino Prados, José Miguel Plantón y María del Pilar Tabernero.

Al año siguiente comparte escenario con el policía poeta Pedro Pérez Rodríguez, la Orquestina de Pulso y Púa del Círculo, la cantante Blanco Rubio, Ramón Vidal, el Trío Lizar, el humorista Rumbao, Genoveva Fernández García, acompañada al piano por Nora Real y la propia Nora al acordeón. 

Tito interpreta romanzas de Los Claveles y Los de Aragón. Está preparando Lucía de Lamermour, La Boheme y Doña Francisquita, sus títulos favoritos.

De su primera entrevista por la radio no guarda un buen recuerdo. Le preguntan su opinión sobre el público de Lugo. Él dice que “es frío...” y cuando va a añadir “… pero muy entendido”, el locutor  ya le ha formulado la siguiente. Le pesa durante toda su vida.

Los años siguientes es becado por la Diputación para estudiar en el Real Conservatorio de Madrid, donde obtiene la calificación de sobresaliente en los tres primeros cursos, hasta sus problemas de garganta. Al no poder examinarse, pierde la beca.

Pero Tito no se desanima. Encuentra trabajo en una empresa de motores de automóviles y llega a ser jefe de sección. Durante tres meses no puede ni siquiera hablar. En el trabajo se comunica mediante notas escritas y él le echa la culpa al responsable de su voz en el Conservatorio.

“Una buena voz _ dirá después _, no es nada sin una buena dirección. Pon un Stradivarius en manos inexpertas. No vale de nada”.

Se recupera y aprueba los tribunales pendientes de la carrera. Su ídolo es Alfredo Kraus y su ilusión todavía es moverse en los escenarios españoles de ópera y zarzuela.

Un día le presentan al maestro Quiroga, que accede a escucharle. El hombre queda muy complacido y le propone entrar en la compañía de Celia Gámez, con un contrato de 500 pesetas diarias. Tito le pide un tiempo para pensárselo, pero en ese momento ya sabe que no va a aceptar. “Yo había ido a Madrid a aprender y no a cantar como profesional”.  Quizá no fue la decisión más acertada.    

Se casa en Madrid y es padre de tres hijas. Poco a poco las aspiraciones iniciales de Tito Ares se acomodan a las dificultades del objetivo y busca refugio en concursos de radio y televisión. Consigue ser Estrella de Oro, de La Voz de Madrid; primer premio en Canción Lírica, de Radio Intercontinental, y semifinalista en el popular Salto a la Fama de TvE.

Quiere actuar en cuanto festival se celebre en Lugo, pero la época de las veladas multidisciplinares ha pasado y Tito Ares debe conformarse con los buenos recuerdos.

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