Rosalía Blanco Sánchez

Rosalía Blanco, víctima del atentado en la boda de Alfonso XIII

Era hija de José Blanco, Carrizo, dueño de una tartana en Lugo y personaje al que cita Fole

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El Progreso 30/09/2021

ES LA ÚNICA lucense a la que se le dedica un monumento en Madrid. Fole habla de su padre, pero no de ella. Y pese a todo, Rosalía Blanco Sánchez (Lugo, 1879), es hoy una auténtica desconocida en su ciudad. Esta es su breve historia.

Rosalía se ha trasladado hace algunos años a Madrid, donde realiza trabajos de poca monta, por lo que se intuye. Vive en la calle del Sombrerete, que antes fue del Sombrerete del Ahorcado y cuyo origen tiene que ver con la muerte de un supuesto rey.

Es hija de José Blanco, a quien en Lugo llaman Carrizo, dueño de una tartana con la que hace negocios de diversa índole, como alquilarla para acoger amoríos alejados de los ojos de la gente. “Los parlamentos de aquellos novios del novecientos...”

En efecto, Blanco es personaje de los recuerdos cartafólicos de Ánxel Fole, que sin embargo no lo relaciona como padre de Rosalía. Sí lo hace años más tarde Trapero Pardo cuando ejerce de cronista de la ciudad, como veremos más adelante.

El 31 de mayo de 1906, cuando tiene 27 años, Rosalía se desplaza a la calle Mayor como hacen miles de madrileños porque por allí va a pasar la comitiva de los Reyes tras su enlace en la basílica de San Jerónimo.

Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg se dejarán ver en un coche de caballos lo suficientemente abierto para ello y el recorrido está plagado de vecinos. Al llegar a la altura del número 88, donde se abrirá la famosa Casa Ciriaco, el anarquista Mateo Morral deja caer un ramo de flores desde el balcón de su pensión donde va camuflada una bomba, pero al chocar con unos cables, cambia de dirección y en vez de impactar contra el coche de los Reyes, lo hace más cerca de donde se haya el público agolpado, entre ellos, Rosalía.

La mujer sufre una grave herida en la región pubiana femoral, según terminología de la época. Tiene rotura de vejiga y una gran hemorragia con colapso. Con esa frialdad con la que se decían las cosas en la prensa antes de la corrección política, las primeras noticias que se publican afirman que “su muerte parece inminente”.

Y efectivamente, muere en el Hospital provincial del Buen Suceso al tiempo que otro herido Francisco Benito Guerra. En total serán 23 víctimas mortales y cientos de heridos de muy diversa consideración. Los Reyes, como se sabe, resultan ilesos.

En esa lista de heridos figura otra lucense, Dolores López, también de 27 años y nacida en Sarria. Vive en la plaza del Rastro, 8, 3º izq. y presenta una herida contusa por proyectil de medio centímetro en la cara interna del muslo derecho, y otra, también contusa, en el parietal derecho. Como se observa, nada parecido a lo de su paisana.

La prensa de Madrid  añade un dato sobre Rosalía. Todos los meses envía dinero a su familia de Lugo. Es decir, era una buena hija.

En el Hotel Méndez Núñez se hospeda un viajante de comercio que asegura conocer a la familia Morral, de quienes dice ser gente de orden, seria y religiosa. También se identifica pronto a Rosalía como hija del Carrizo, un hombre amigo de cánticos y propietario de una tartana. Esos son los datos.

En 1919 su nombre vuelve a la actualidad por un pequeño asunto de ocho ferrados de cebada robados, que él compra a muy buen precio para sus caballos. Se los requisan y asunto acabado. Fole asegura que muere con la gripe de ese año.

Un poco más adelante, el magistrado lucense Felipe Pozzi, que es presidente de Sala en Sevilla, idea un proyecto de ley para combatir el anarquismo.

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