Raimundo Vázquez Rábade

Raimundo Vázquez Rábade, el rapsoda tímido 

El recitador de Begonte cuenta sus actuaciones por éxitos antes de su traslado a América con su hermano Pedro, también poeta

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El Progreso 24/03/2022

PESE A SU carácter tímido y retraído, Raimundo Vázquez Rábade (Begonte, 1904) se transforma sobre el escenario y despliega toda suerte de recursos para ser considerado un rapsoda de gran atracción para el público, tanto en castellano, como en gallego.
Su vida y la de Pedro, su hermano menor, nacidos en la parroquia de Santa María de Saavedra con cuatro años de diferencia, giran en torno a la poesía. Él, más conocido como recitador, y Pedro como autor.

Son vocaciones tempranas que en el caso de Raimundo compagina con estudios musicales a las órdenes de Luis Junquera, director del Orfeón lucense y profesor del Círculo das Artes, mientras cursa en la Escuela de Artes y Oficios. 

Finalizada esa etapa, se traslada a Madrid para matricularse en el Conservatorio Nacional y estudiar allí Violín, Armonía, Canto y Declamación. Nieves Suárez es su profesora en esta última especialidad y quien detecta las cualidades de Raimundo para convertirse en un rapsoda de éxito.

Tal es la fe de Nieves en él que se ofrece a darle clases gratuitas, además de las oficiales. Por su mediación, el begontino da sucesivos recitales en los teatros Calderón, María Guerrero, Chueca y en el propio Conservatorio.

En 1935 se anuncia una gira que hará por las capitales gallegas y que inicia el 18 de septiembre en el Círculo das Artes de Lugo. La expectación es máxima, especialmente en Begonte, Damil, Saavedra y Rábade, donde los hermanos son muy populares. En esas localidades se llenan tres autocares con gente que quiere arropar a su paisano en tan simbólico debut, por lo que el Círculo está abarrotado antes de las 7,30, hora señalada para el recital.

Para la ocasión combina piezas clásicas de la recitación española con otras menos conocidas y poemas de Curros y Rosalía. La Pandereta, de Pedro Mata; el Romance de la princesa muerta, de Carrere; Oriental, de Zorrilla y la Marcha triunfal, de Rubén Darío, con la que cierra el programa sabiendo que siempre desata sonoros aplausos.

También incluye en su repertorio A una pecadora, de Válgoma y Vázquez o las populares La Galana y El Embargo, de Gabriel y Galán.

Los bises y las salidas al escenario corroboran el éxito. Ya entonces los dos hermanos anuncian que actuarán en A Coruña, Santiago, Vigo y Ourense, volverán a Madrid, y más tarde marcharán a América, para continuar en la otra orilla con sus funciones.

El recital de Madrid el mes de diciembre tiene lugar en Anaquiños da Terra, cuyo presidente Vilariño lo presenta como gran artista. En el programa aparecen nuevos autores, como Antonio Machado, del que recita Yo voy soñando caminos de la tarde y Benavente. También incluye una composición propia, A una pecadora, que es muy aplaudida.

Para la segunda parte, dedicada a Galicia, Raimundo viste el traje con el que aparece en el cromo, se apoya en el sonido de una gaita y recita a Lamas Carvajal, Pondal, Curros y Rosalía. Anaquiños se derrite en vítores. El final, como siempre, es para Rubén Darío.

El viaje americano parece demorarse porque en julio de 1936 hay noticias de que ambos se encuentran en su casa de Saavedra, por lo que no podemos asegurar con exactitud cuándo atraviesan el charco rumbo a Cuba.

Allí trabajan como periodistas e incluso dirigen alguna publicación. Pedro escribe en gallego y castellano algunos libros como Invisibres com’o vento, Ahora es la hora y Así va la vida. Con la llegada de Fidel se exilia en México. Raimundo reúne las suyas en el volumen Horas de mis horas, de 1962.

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