María Dolores Valcárcel Díaz

Dolores Valcárcel, la abuela cocinera de la tele

A los 65 años, la sarriana da el salto para convertirse en presentadora de su propio programa

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El Progreso 21/03/2022

DE LA NOCHE a la mañana se convierte en un personaje televisivo y donde estaba María Dolores Valcárcel Díaz (Sarria, 1951) aparece La abuela Lolita para mostrar sus recetas a través de un programa homónimo en Canal Cocina. Sucede en 2016 y graban 22 programas con 44 recetas.

La verdad sea dicha, la transformación en cocinera no se produce de una forma tan radical. A los cinco años ya trata de serlo subida a una banqueta al lado de su abuela. Entonces asegura que de mayor se dedicará a los fogones. Es decir que el papel de abuela cocinera es heredado.

Se casa muy joven (1968) con Ramiro Gallego Serrano y desde entonces demuestra que tiene muy buena mano.  Durante 26 años trabaja en la carnicería de los padres y más adelante, cuando cumple los 41, perfecciona sus conocimientos culinarios en los cursos de Alambique, en Madrid,  y abre el hotel Villa de Sarria, donde cocina durante cinco años, hasta que crea la Confitería Lolita, “desde 1998”, como luce en su puerta.

Ahora bien, de ahí a plantarse delante de unas cámaras va un trecho, como bien sabe Alberto García y todos los que algún día dieron ese salto.

Cuando es mayor el boom de los programas de cocina, a Lolita le ronda en la cabeza la idea de presentarse a Masterchef, o de ofrecerse a Canal Cocina, a lo que finalmente se decide. Con la colaboración de su nieto Eloy, de 28 años, graba una presentación tal como le solicitan en la emisora.

Pasa el tiempo y como no recibe respuesta se considera sin opciones, pero finalmente la llama una responsable de CC: “Buscábamos desde hace 18 meses una abuela cocinera”. Y ahí está ella, La abuela Lolita, que así se llamará el programa.

Le piden un plato de prueba y elige el de callos a la gallega. La supera y todo se dispone ahora para seleccionar las 44 recetas que trasladará a la audiencia.

Cuando acude al Congreso Nacional de Cocina de Autor de Vitoria, antes de emitirse el programa, se codea con Ferrán Adriá y Juan Mari Arzak, que la piropea sin reparos: “Lolita lo borda”, le dice el segundo al primero. No hacen el mismo tipo de cocina, pero todos provienen del mismo tronco, los platos tradicionales.

En quince minutos debe sacar adelante la receta, explicarla a los espectadores, atender a las cuatro cámaras que la graban y caer simpática a la audiencia. Cree que va a contar con un guión por parte de la productora, pero no hay nada. Es ella frente a todos y con un equipo de 18 personas en plató que se encarga de añadir dificultades, en el mejor sentido de la palabra, para conseguir cinco programas al día. 

Una máquina de producción al alcance de los profesionales más experimentados… y de ella, porque los 13 primeros minutos ya los hace de un tirón y aquello le da confianza para vencer el desafío en un horario de ocho de la mañana a cinco de la tarde.

Pronto se familiariza también con el indispensable pinganillo por donde escucha las indicaciones y en dos ocasiones se va con él en la oreja sin darse cuenta de que lo lleva.

Define su cocina como gallegavasca, un adjetivo que le sirve para expresar la calidad de los productos que utiliza y el orgullo por el trabajo que hace. Son las recetas de siempre con el añadido particular que ella procura sacarse de la manga para mejorarlas. 

Además de los callos con los que se presenta, está muy satisfecha de cómo le salen los entrecots, los cogotes de merluza y el rabo de toro, muy alabado por los miembros de Canal Cocina.

Hoy está al frente de la confitería de Sarria que ha bautizado con su nombre. 

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