María Ángela Salomé Veiga Ferreiro

Ángela Veiga, campeona del feminismo

Su padre la obliga a casarse en Castroverde y su yerno la acusa de bigamia, pero ambos fracasan

 

LA HISTORIA DE María Ángela Salomé Veiga Ferreiro (Castroverde, 1867), es la de una mujer que se rebela contra el autoritarismo paterno y cuyo estigma la persigue hasta sufrir una falsa acusación de bigamia que la llevará a pleitear durante años por su honor, pero Ángela se gana los altares del feminismo.

La mujer nace en la parroquia de San Miguel do Camiño. Es hija de Manuel Veiga y de Carmen Ferreiro Escobar, naturales también de Castroverde. Al cumplir 17 años, su padre acuerda su matrimonio con el labrador de Santiago de Cubilledo, en Baleira, Gervasio Fernández Díaz, de 24 años.

Pese a que ella se niega y lo rechaza por no sentir hacia ese hombre ningún sentimiento amoroso, Manuel sigue adelante con todos los preparativos para la boda, que habría de celebrarse el 26 de febrero de 1884 en la iglesia de Santa María da Frairía, en tierras de Castroverde.

No solo se han leído las amonestaciones, sino que también está redactada el acta con los nombres de todos los que van a participar en la ceremonia, pero cuando llega el momento de acudir a la iglesia, Ángela se atrinchera en una de las estancias de la casa amontonando muebles para atrancar la puerta y se resiste a obedecer.

Finalmente, Manuel logra llegar hasta ella, la golpea, como ya ha hecho en otras ocasiones, y la arrastra hasta la iglesia, donde el sacerdote, harto de esperar por la novia, se ha ausentado, lo que obliga a que se demore aún más el sacramento.

Esta circunstancia es aprovechada por Ángela, que en un descuido de los presentes, escapa campo a través hasta llegar a Lugo, donde encuentra cobijo en casa de unos parientes.

La muchacha no se siente segura en aquel domicilio, pues sabe que tarde o temprano su padre acabará por presentarse allí y la obligará a matrimoniar con Gervasio, de modo que organiza su traslado a Madrid, donde otros parientes pueden acogerla.

La vida la lleva a conocer el amor con el rico comerciante madrileño Francisco Martínez Ruiz, dueño de una camisería en la plaza de Santo Domingo. Francisco es viudo y padre de una hija llamada María.

Se casan en 1895 y cuatro años después, María lo hace con Justo Eguía Ruiz, poeta de ideas carlistas, cuya familia está emparentada con la de san Francisco Javier y cuyos miembros han sido y son influyentes jesuitas.

Entre ambas parejas reina la armonía hasta abril de 1911, cuando fallece el patriarca, dejando a su viuda con otras dos hijas: Ángeles y Paquita, de 16 y 13 años. El fallecido instituye herederas de su fortuna _ unos dos millones de pesetas _, a las tres hermanas, pero antes de realizar la partición, Justo Eguía acusa a su madre política de ser bígama, por lo que Ángela es encarcelada. 

Se la desposee de sus bienes y a sus hijas, del apellido paterno, declarándolas adulterinas. La denuncia se apoya únicamente en el acta de Freiría.

Pasado el tiempo, se estima que la partida de matrimonio está falsificada por Justo Eguía, pues si bien el padre de Ángela concierta su boda con Gervasio, como sabemos, ella huye. De acuerdo con la costumbre, la partida se ha cubierto por anticipado, dejando los nombres en blanco, Al no celebrarse, se le añade una nota que la anula y tampoco la firma el coadjutor Antonio Fernández Vila, que debería bendecirles.

Ahora aparecen rellenos los huecos con los nombres de Gervasio y Ángela, y la firma. Los peritos calígrafos aseguran que esta firma es falsa, y que los nombres han sido escritos recientemente. 
Ángela ha vencido a su autoritario padre y a su codicioso yerno.

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