El Progreso 16/06/2022
LOS PADRES DE Manuel Portela Nogueira (Baleira, 1908), eran agricultores en la parroquia de Santiago de Martín. Apolinar Portela Fernández y Ana Nogueira Cedrón tuvieron otros cinco hijos, Pedro, Antonio, Eliseo y Carmen y Esteban. Este último, falangista y soldado del Regimiento de Bailén, muere en el frente el año 1938.
Manuel estudia con los Maristas y se marcha a Zaragoza porque quiere ingresar en la Academia General Militar que dirige Franco. No consigue superar las pruebas físicas y desvía sus pasos hacia el Derecho. No era cuestión de tirar por la borda los esfuerzos de sus padres para darles estudios a todos los hermanos.
Lo hace en Santiago y de regreso en Lugo comienza a significarse como japista o camisa verde en los órganos de dirección de las Juventudes de Acción Popular, dentro de la Unión Regional de Derechas, donde militan Ángel López Pérez, Ramón Neira Pedrosa. Isauro Pardo o Julio Pérez de Guerra.
Ya con la república mitinea al lado de Mercedes Sánchez Arrieta, de la Agrupación Femenina Lucense, y de José Cedrón del Valle, muchos de los cuales desembarcan en la CEDA o en Falange, como es su caso, lo que le lleva a ser jefe provincial de Propaganda.
Durante la guerra retoma una antigua amistad santiaguesa con la monterrosina María Lourdes Álvarez Varela, ahora convertida en relación amorosa y se casan el año 1938. En ese momento, bajo la alcaldía de Macía Balado, lo nombran concejal por el bloque de derechas y es teniente de alcalde.
Un día le reprochan que no siendo vecino de Lugo ocupe plaza de concejal, pero la polémica va a tener corto recorrido, pues no solo mantiene el cargo, sino que actúa como alcalde en funciones en docenas de ocasiones, siempre que Macía se ausenta de la ciudad. Es el prólogo del nombramiento como alcalde que le llega de manos del ministro Blas Pérez el año 1941.
Le preocupa el abastecimiento de la ciudad en artículos de primera necesidad y a ello se dedica desde el primer día estrictamente entendido. Encuentra resistencias, pero su manera de certificar el éxito es la inauguración de la Plaza de Abastos, una de sus obras más recordadas, junto con el Mercado de Quiroga Ballesteros, que se inaugura a los pocos días de dejar la alcaldía.
Le corresponde entregar a Franco la medalla de la ciudad y el título de Alcalde Honorario, un acto que tiene lugar en un palco instalado en la Plaza de España y en el que se encuentran, además de él y el homenajeado, el ministro José Luis de Arrese, Ramón Ferreiro y el mítico general Moscardó, el héroe del Alcázar de Toledo y jefe de la casa militar del jefe del Estado.
En ese acto es donde Franco pronuncia la frase tantas veces repetida, aunque no siempre con la textualidad requerida y que dice: “Nuestra Cruzada es la única lucha en que los ricos que fueron a la guerra salieron más ricos”. Polémica donde las haya.
Disfruta de un título in pectore, el de ser el alcalde de la ciudad más limpia de España y su mandato deja también, entre otras cosas, un nuevo cementerio.
Será alcalde hasta 1950, siendo sustituido por Eugenio Pardo. Desde 1943 también es procurador en Cortes durante dos legislaturas. Después volverá a presentarse a unas elecciones municipales en 1966 que gana y es concejal unos meses.
Será directivo de los antiguos alumnos maristas, ADEMAR, presidente del C. D. Lugo en 1943, del Club Fluvial en 1966 y hermano mayor de la Cofradía Sacramental, entre otros cargos societarios. Fallece en 1984.