Luis Calleja Fernández

Luis Calleja, aspirante a cunero

Hermano de Saturnino, el de los cuentos, intenta el acta de diputado por Becerreá en un intenso año 1911

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El Progreso 19/04/2021

DIGAMOS DE ENTRADA que el personaje de hoy no es lucense. Ni siquiera gallego. Tampoco llega a representar a la provincia, pero Luis Calleja Fernández (Burgos, 1856) se gana un cromo en la colección por su contumaz lucha durante el año 1911 para ser cunero en Lugo, concretamente, en Becerreá.

Estas elecciones en ese distrito son un auténtico disparate. Ya se han celebrado tres veces y otras tantas aparecen irregularidades, actas falsas y denuncias que suponen la sucesiva anulación de las anteriores. 

El magistrado Justiniano Fernández de la Campa tiene que echar mano de todos los conocimientos jurídiscos que se le suponen detrás de su nombre para discernir dónde está el delito y dónde la acusación perjura.

No es un caso único, pero basta para que de Becerreá se hable en toda España con tonos jocosos y burlones. Además, los liberales de Quiroga y Soto cambian de candidato como de ropa interior, de modo que se hace el chiste de decir que el siguiente va a ser el torero Mazzantini; a lo que en Becerreá replican que no, que en todo caso, si les van a poner un torero al frente de una lista, que sea Celita, que por lo menos es de Láncara.

A todas estas, Luis Calleja y su hermano mayor Saturnino manejan un emporio editorial que en el último año del XIX saca al mercado tres millones y medio de libros, unos desde la imprenta que dirige Luis en la calle Campomanes _ la mayor de la capital _, o desde otras siete a las que se los encargan, porque no dan abasto.

En 1907 Luis amplía el campo de sus negocios y se hace con la dirección del Teatro Real en compañía de Antonio Boceta. Van a programar tres temporadas con los mejores cantantes y han logrado entusiasmar a los melómanos de toda España con las reformas que proyectan en el coliseo.

El vínculo de Calleja con Galicia viene a través de los veraneos que disfruta en Baiona. Se involucra a la hora de recaudar fondos para la erección del santuario de la Virxe da Roca con funciones exclusivas para tal fin en las que implica a la reina María Cristina y a su dama de honor, la duquesa de la Conquista.

El rey le concede la   encomienda de Isabel la   Católica como recompensa a sus desvelos por la cultura y a sus inversiones en el Real, una máquina de enterrar dinero, como dicen en la corte.

También patrocina partidos de fútbol que él mismo disputa, como uno entre el Industriosa contra los veraneantes. Además, preside en la capital el Centro Burgalés y de sus caudales dicen que sabe gastarlos en el momento oportuno.

Una tras otra convocatoria es ganada por el candidato conservador Antonio Goicoechea Cosculluela, que veinte años después va a fundar Renovación España con José Calvo Sotelo.

Después de enfentarse a Vincenti, en esta cuarta ocasión va a tener enfrente a otro cunero, Luis Calleja, del que en Lugo se preguntan quién es, sin duda porque los políticos no son aficionados a leer cuentos, sino sólo a decirlos.

Increíble, pero cierto. Nadie conoce a Calleja. Bueno, nadie no. Quiroga Ballesteros y Soto lo saben muy bien y lo promocionan, por encima de Vincenti, Isidoro Urzaiz, Gerardo Rengifo y por supuesto, de Mazzantini, que nunca estuvo en las quinielas.

Por fin llega el momento de las elecciones, las cuartas, y los de Becerreá acuden con la duda razonable de saber si serán o no las últimas. De ese año, sí, porque ya es diciembre.

Goicoechea repite victoria, pero muy ajustada. Gana por 117 votos; esto es, 4.645 contra 4.528 de Calleja, que luego será senador por Burgos, un terreno más suyo.

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