Juan Losada Castro

Juan Losada y el primer grito de ¡Viva la República!

El relevo en el curato de Toldaos (Láncara) desencadena un motín contra él, cuando es designado párroco

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El Progreso 08/03/2022

EL MARQUÉS DE Castelar, Luis María de los Ángeles Patiño y de Mesa, mantiene en 1912 el privilegio de proponer al obispo los nuevos párrocos de determinados curatos cuando se produce una vacante.

La fórmula utilizada es la confección de una terna de la que sale el elegido, pero ni que decir tiene que el nombre que figura en primer lugar es el preferido del marqués y el que, salvo grave enfrentamiento entre poderes, saldrá nombrado.

El curato de San Vicente de Toldaos, en Láncara, comprende también las parroquias de Monseiro y Vilouzán. Ese año queda vacante por el fallecimiento de Manuel Iglesias y se nombra al ecónomo José Toirán Pardo para que cuide de ellas mientras no se produce el nombramiento correspondiente.

Este proceso va a desencadenar un grave conflicto de orden público cuyo protagonista, además de los dos citados, será Juan Losada Castro (Triacastela, 1863), natural de la parroquia de Santalla de Alfoz, a diez km de Toldaos.

Estudia en el Seminario de Lugo y dice su primera misa muy cerca de Toldaos. Es ecónomo en la cercana de Santalla de Lagos y regenta la de Santiago de Formigueiros, en Samos. En el posterior contencioso sus partidarios dirán que todos esos lugares guardan el mejor de los recuerdos de Losada Castro.

Entonces se inicia el proceso de sustitución y se sabe que las preferencias del marqués no favorecen a Toirán, el que venía administrando Toldaos, sino a Losada, lo cual provoca el malestar entre algunos de los vecinos, que prefieren mantener al interino.

Uno de los que más leña echa al fuego de la protesta es el sarriano Manuel López Peña, que ejerce en Madrid como agente de negocios y periodista, presente ya en esta colección. En El País, España Nueva y El Acreedor del Estado se acusa a Losada de pleiteante, protestante y masón, así como de sembrar cizaña allá donde va, sin que a la denuncia le acompañen pruebas contundentes, por lo que muchos interpretan que López Peña, en Madrid, tan alejado de Toldaos, lo que quiere es caciquear con Toirán. La efervescencia es tanta que el día de la toma de posesión del curato, Juan Losada se presenta arropado por miembros de la Guardia Civil, lo que no ayuda a calmar los ánimos, sino todo lo contrario, a poner sangre en el motín.

Un mozo que se adelanta a la llegada del sacerdote a punto está de ser linchado por los vecinos y cuando llega Losada hay una lluvia de piedras. Una le alcanza en la cabeza “dajándolo sin sentido por breves momentos”. Las informaciones de lo que sucede difieren bastante si se emiten desde medios afines al obispo y a Losada, como La Voz de la Verdad, o de López Peña. El Progreso se pregunta quién lo instiga, sin señalar directamente a Peña.

Se habla de una mujer herida de bala y Las Ocurrencias publica la ilustración que figura en el cromo, una imagen que da la impresión de que la Guardia Civil fusila a los amotinados. Peña afirma que el propio Losada es quien ordena a los agentes abrir fuego contra los vecinos y la guerra de noticias es constante y contradictoria durante días.

También se escribe que Losada busca refugio en las casas y que encuentra todas las puertas cerradas.

En una de las crónicas se dice que un amotinado grita ¡Viva la República! Estamos a 38 años de la I República y a 19 de la II. Se interpreta que con ella el marqués de Castelar no tendría el privilegio de la terna y de hecho va a perderlo poco después. 

Losada muere en 1923 siendo párroco de San Vicente de Toldaos, aunque pasa mucho tiempo hasta que las aguas se calman.
 

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