José Pazo Lage

José Pazo, la llegada de Fidel Castro en primera persona

El lucense se instala en Cuba dos años antes de la revolución y pierde todo con el nuevo régimen

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El Progreso 28/03/2021

CUANDO EN 1957 los supervivientes del  fracasado desembarco del Granma _ Fidel, Raúl, el Che, Almeida... _, se tiran al monte, o a la sierra, José Pazo Lage (Lugo, 1936) tiene 21 años y se come el mundo.

Lo malo es que el bocado se lo quiere dar precisamente en Cuba, donde la estabilidad política no es su fuerte. Con todo, el llamado Movimiento 26 de julio, que está lejos de  triunfar en sus pretensiones revolucionarias, ha prometido elecciones generales si se hace con el poder. Y él se lo cree.

José, hijo de Abelardo Pazo y Juana Lage,  aparece en la lista de pases de frontera, los autorizados para viajar al extranjero, y emprende camino hacia el Caribe. Va a asociarse en un negocio de panadería con paisanos que están triunfando. Aquello es Jauja y pueden expansionarse, le dicen.

El negocio sigue en auge, pero 1959 está a la vuelta de la esquina y cuando los barbudos llegan al poder, la promesa de elecciones ha quedado arrinconada en el cajón de los olvidos.

El nuevo régimen expropia la empresa panadera y la nacionaliza. Se inicia el camino hacia la miseria. José aguanta hasta 1963, o mejor dicho, hasta ese año no consigue los papeles para escapar gracias a su condición de español y a un visado de la Embajada de Madrid. En su mismo avión viene Humberto Barredo, un cubano que está casado con su hermana María y que se instalará en Lugo, así como cuatro sacerdotes, prisioneros hasta ese momento en campos de concentración y otros españoles que huyen del castrismo.

José quiere dejar muy claro que no viene expulsado, sino “porque no puedo soportar aquello” y sólo regresaría a Cuba si cae Fidel. “No va con mis ideales”.

Ha sido como el día y la noche. Comercio e industria han quebrado, reina el caos y su destino es la miseria. Todo está racionado: comida, ropa, artículos de primera necesidad... menos el pan, pero José teme que lo sea próximamente, como así ocurre.

El lucense no ha podido traer “ni un centavo” y sale de La Habana con lo puesto. Tres trajes, tres mudas, dos pares de zapatos, un reloj de fantasía y cosas cuyo valor no supere los 60 pesos cubanos. 

Los únicos que viven bien en Cuba son los comunistas, un grupo que José estima “bastante numeroso”. El resto desea que caiga el régimen cuanto antes.

Cuando Ángel de la Vega le pregunta cuándo estima que ocurrirá, José se muestra tan optimista como para decir que no tardará mucho. “Yo creo que este año tendrá que salir del poder. Es el plazo que le damos todos”. ¿Por qué? “Por Norteamérica”. 

Se ansía la intervención americana en la isla y cuando se exhibe alguna película de Hollywood, pocas, el público rompe a aplaudir por mala que sea, sólo como expresión de su deseo.

La cartelera está dominada por películas rusas, húngaras yugoslavas, de idílica convivencia comunista.

Castro, dice Pazo Lage, ha dividido a padres e hijos. La fractura es total. Rencores, luchas, diferencias. Los ha engañado a todos, porque muchos creyeron en sus palabras.

Lo tiene por un títere del Kremlin, inteligente, pero sin escrúpulos para llevar a cabo el plan que le interesa, es decir, mantenerse en el poder.

En ese momento hay cien mil presos _ ésos sí que eran políticos _, con condenas entre 30 y 50 años de cárcel, y según José cada día se produce de 40 a 50 ejecuciones. Ésa es su visión de Cuba.

Para colmo de desdichas ese mismo año muere su hermano Antonio Pazo Lage, alias Bahía, empleado de Telégrafos, a los 32 años. Él fallece en Lugo el 7 de junio de 2009, a los 73 años.

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