José Guerrero Pérez

José Guerrero, vendiendo cosméticos a los yanomamis

El emigrante de Lugo llega a ser una de las figuras más destacadas de esa rama industrial en Venezuela

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El Progreso 23/03/2022

LA VIDA DE José Guerrero Pérez (Lugo, 1935) es una epopeya de superación que él ha querido transmitir por lo que pueda ser de utilidad a los jóvenes mediante su autobiografía Bitácora de un emigrante gallego, cuya edición norteamericana de 2011 me dio la oportunidad de prologar.

En ese libro está todo y a su entretenida lectura les remitimos.

José nace años después de que sus padres, Armando Guerrero Otero y Angustias Pérez Armesto, regresen de Cuba con sus dos hermanas nacidas allí, Sara y Hortensia.

En Lugo tienen un tercer hijo, Armando, que muere a los siete años, y luego a él, Pepito, tal como figura en la esquela del primero. Las estrecheces económicas de la familia están a punto de incrementarse con el estallido de la guerra, que él vive entre pañales en el domicilio familiar de la calle San Froilán, 25, y con la muy desabastecida posguerra.

“Creo que mi padre no era un hombre bien visto por el Régimen; sus amistades no eran las más adecuadas en aquel entonces para tener un trabajo estable, pues el control que se ejercía era muy estricto y eficaz. La frase que cada día oía en mi casa era siempre la misma, “este régimen tiene que acabar”... Yo no entendía lo que decía. Para mí el Régimen era lo más natural del mundo, no había conocido otro”, reflexiona sobre aquellos años.

Los estudios en el colegio que don Ángel, otra víctima de los perdedores, y su pareja habían abierto en la calle del 18 de julio pronto dan paso a los primeros trabajos desde sus 10 años y el de botones en un sanatorio, cuando cumple los 14, lo que le proporciona 125 pts mensuales. También estudia Comercio en la Academia Celta cuando su padre está a punto de morir en A Coruña el mes de julio de 1951.

A los 19 la Marina Española lo llama para que le dedique dos años de su vida en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, aunque a cambio recibe una formación humana de la que se sentirá muy orgulloso. Ya entonces conoce a Pacita, la maestra con la que se une en matrimonio apenas terminado su compromiso militar, en  1957.

La luna de miel es el prólogo de la emigración, pues apenas seis días después de la boda, marcha en solitario a Venezuela, dispuesto a mejorar sus condiciones de vida con trabajo en lo que sea menester. Y lo fue en un almacén de la compañía norteamericana Marsan S.A., propiedad del multimillonario Marshall Samuel Mundheim, que fabrica y distribuye diversas marcas de cosméticos, como Yves Saint-Laurent y Elizabeth Arden.

Desde sus inicios como peón, la dedicación de José al trabajo le hará escalar durante 30 años hasta convertirse en gerente general de la empresa, además de presidir la Cámara de la Industria de Cosméticos venezolana y figurar entre los más destacados industriales del país, lo que le hace merecer la medalla Francisco de Miranda del gobierno de Caracas y otra medalla similar a la nuestra del Mérito en el Trabajo.   

Entre los cometidos que Guerrero asume dentro de la estructura de Marsan figura el de ser agente comercial de sus productos entre varias tribus de la selva venezolana, como los yanomamis, así como entablar negocios con su chamán, y aventuras similares en el interior del país.

De regreso a España decide financiar en Lugo un monumento en reconocimiento a la figura de Simón Bolívar y en 1991 el gobierno español le concede la medalla de la Orden al Mérito Naval. 

En Lugo ha participado en diversos negocios y alterna dilatadas estancias en la ciudad con viajes a Venezuela y Estadios Unidos, donde viven sus dos hijas, Mary Paz y Beatriz.

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