Jesús Latas Folgueira

Jesús Latas, testigo del último milagro de la patrona de Lugo 

El médico de Outeiro de Rei interviene en una curación que salta a los periódicos por sus extraordinarias características  

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El Progreso 06/07/2021
 
ESTAMOS EN MAYO de 1918. José Venancio Rey, coruñés de 29 años, y su mujer, Ramona Vázquez, de 32 y natural de Sobrado dos Monxes, son vecinos de Lugo y padres de seis hijos, dos de los cuales viven con ellos.

José se ha quedado sin trabajo en la brigada municipal de A Coruña, y se traslada a Lugo para buscarlo, pero aquí sufre una parálisis que le deja inútil de ambas piernas. Ramona también padece ataques cerebrales. Sin medios de ganarse el pan, recurren a la caridad vecinal.     Una familia los acoge en Miraz, los socios del Casino hacen una colecta, el ayuntamiento les ofrece productos del decomiso y Ramón Saavedra Salgado les gestiona un crédito para que puedan abrir una taberna en el Campo da Horca, dentro de la llamada Ronda de A Coruña.

Los domingos organizan bailes al aire libre y comienzan a llegar ingresos, aunque esto no signifique mejorar de sus dolencias. Pero el domingo anterior a la Ascensión, los guardias de Seguridad interrumpen el baile y les chafan el negocio por asuntos de papeleo burocrático.

El disgusto es tal que ambos se agravan de sus males. José solo puede llegar al cuartelillo apoyado en sendas muletas, aunque allí se comprueba que sí tenían los permisos correspondientes.

Entonces la familia Saavedra Salgado pone el caso en manos de su amigo, el médico Jesús Latas Folgueira (Outeiro de Rei, 1893), que los examina y emite su dictamen. Ambos sufren manifestaciones de origen sifilítico de tercer grado. Lo de José Venancio es una mielitis y en Ramona se presenta con fenómenos cerebrales, pero ambos son de idéntica causa, la sífilis. Los trata con yoduro y mercurio sin que en los primeros momentos se obtenga mejoría. En su opinión, las manifestaciones están ya muy arraigadas.
La evolución de los enfermos se mantiene dentro de la gravedad diagnosticada. Ramona sufre un ataque tan fuerte que se la da por muerta, pues ha tenido un paro cardíaco durante segundos del que se recupera gracias a unos masajes.

José nota cierta sensibilidad en las piernas, pero apenas puede dar dos pasos y guarda cama sin mejor perspectiva.

Ramona, que nunca fue de muchos rezos, recurre a las más altas instancias en busca de ayuda. Le pide a la virgen dos Ollos Grandes que le permita vivir a su marido, aunque sea paralítico y se ofrece para ir de rodillas desde el Campo da Horca hasta su capilla en la catedral donde depositar una vela tan alta como el enfermo.

El ofrecimiento se realiza un miércoles y el jueves, antes de iniciar el recorrido, se produce el milagro. De su casa en Campo da Horca los vecinos ven salir a Ramona, de rodillas, y a su marido al lado, andando sin muletas ni bastón. Muchos los acompañan llenos de asombro.

El cronista de El Progreso visita al matrimonio en compañía del doctor Latas Folgueira. Reciben a multitud de personas con la sonrisa en los labios. Se deshacen en agradecimientos a Dios, a la patrona de Lugo, a todos los lucenses, al médico y a la familia Saavedra, todos los que colaboraron en lo que para ellos es el último milagro de la Virgen.

Jesús Latas dice a todos desde su conocimiento que la curación por yoduro y mercurio no es ninguna novedad, pues está demostrada su eficacia cuando se aplican a tiempo, aunque en su caso es sorprendente por el carácter radical y por lo arraigada que estaba la sífilis. La ciencia puede explicar lo que ha sucedido, pero, como ocurre en todos los órdenes de la vida, sin el auxilio de Dios no se conseguiría nada. Y ése es su humilde criterio.

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