Gerardo Castro Montoya

Gerardo Castro, impresor y repartidor del gordo de Navidad

Dirige tres periódicos, edita doscientos libros e imprime hasta una docena de cabeceras de la provincia

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El Progreso 22/12/2021

CONSTITUYE UNO DE los más destacados eslabones en la cadena de grandes impresores de Lugo, que se prolonga en su hijo, Castro Lamas, y se ensancha en sus sobrinos, los Montero Castro, cuya sombra alcanza a los talleres de todos los periódicos de Lugo del siglo XX, incluido El Progreso.

Gerardo Castro Montoya (Lugo, 1864), disfruta de dos fechas de nacimiento. La citada ut supra y 1835. La segunda supondría que muere con 93 años, que parecen muchos, y la primera, con 64. 

Es hijo de Ángel y Virtudes, vecinos de la Rúa Nova, dedicado el primero al comercio ambulante de la plata, como es propio de maragatos. En 1887 se casa con Juana Lamas Neira y tiene un padrino famoso, Aureliano José Pereira de la Riva. Serán padres de Natividad, Serafina, Leopoldo y Gerardo Castro Lamas, su sucesor en el arte de imprimir. Juana le sobrevive hasta 1932.

El resto de los impresores de la familia vienen por parte de su hermana, Manuela Virtudes Castro Montoya, esposa del maquinista de los talleres tipográficos de  La Voz de la Verdad, Manuel Montero Castro y madre de quien será jefe de talleres de La Provincia, de igual nombre y apellidos que su padre.

Él se hace cargo de la Imprenta Católica, de la calle del Castillo, antes de independizarse con otra en la de Palacio, que se traslada a la de la Cruz,  y antes también de quedarse en 1894 con los talleres de Soto Freire en la de San Pedro, donde se harán fuertes las Gráficas Gerardo Castro.

Impresor, por un lado y periodista por el otro, dirige El Heraldo, El Lucense y La Razón, en distintos períodos, así como la Asociación Patronal Lucense. Vicepreside el Orfeón Gallego, con Pepe Benito Pardo al frente y es directivo del Círculo das Artes tras una tormentosa sesión en la que el anterior presidente, Purificación de Cora, abandona la sociedad entre opiniones para todos los gustos sobre las sesiones cinematográficas.

A su esmerado arte tipográfico une una notable generosidad y en todo Lugo se sabe que cuando los músicos callejeros le encargan las coplas que venden, siempre quedan a crédito y nunca se llegan a satisfacer. También es habitual que corra con los gastos de los ágapes en bodas humildes, cuyos novios acuden a él en busca de padrino.

Gerardo y Chinita, sus hijos, forman un dúo infantil al amparo del Orfeón y sus actuaciones llaman la atención. Son los dos niños del cromo.

Doscientos títulos forman sus aportaciones bibliográficas, entre ellas Obras gallegas (1915), foliadas y coplas recogidas por él, y el parrafeo No valado, de su autoría. Añadamos la prensa local y provincial, boletines y folletos que a veces firma por por La Minerva, y obtendremos su abundante producción.

Como representante de la Cámara de Comercio, en 1903 viaja a Madrid con la Comisión Lucense para evitar que no abandone Lugo el regimiento de Isabel la Católica, con poco éxito. Es cuando se produce el altercado de Quiroga Ballesteros en la estación de Lugo. Gerardo Castro le reprocha al diputado que habiéndose cruzado en Madrid con la Comisión de Lugo, ni siquiera se volvió para saludarles.

Para compensar un año tan nefasto, Castro adquiere un décimo del 14600 para el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad del 23 de diciembre y gana uno de los primeros premios. Lo ha repartido en medio centenar de lucenses que recibirán la friolera de 70.000 pesetas. La relación de todos ellos aparece en la prensa, cosas de la época, y nadie se libra de pagar unos convites para festejarlo.

Fallece el 21 de mayo de 1928.

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