Federico Mediante Noceda

Federico Mediante,autor de cien novelas, actor, explicador de películas...

De ideología anarquista pasa la guerra en Ribadeo, donde su hermano regenta el Bar Mediante

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El Progreso 13/07/2021

PARA LOS QUE sientan la tentación de considerarlo más asturiano que gallego, Federico Mediante Noceda (Castropol, 1887), deja escrito en la revista cubana Eco de Galicia un artículo que titula “¡Madre Galicia!” y que remata así: “Alguien me hablaba una vez del honor. (...) Yo tengo aún un poquito: ¡El honor de haber nacido gallego!”.

Mediados los cuarenta, José Altabella lo presenta a sus lectores como el más popular autor español de novelas del Oeste, policíacas o de aventuras. Esas novelas de kiosco le han valido el título de “Salgari español”. En ese momento, 1946, ha publicado más de cien títulos con su nombre o con sus seudónimos habituales de Fred Baxter,  Boris King, H. A. Waytorn o King Drake, entre otros. A la puerta de su casa madrileña hay un rótulo: “Mediante novelista”. No hay duda.

Su historia no infantil comienza en 1901, cuando con 14 años cruza el charco para hacer por la vida en Argentina como camarero, mayordomo, maestro de párvulos, prisionero de los moros y marino mercante. Lo de los moros lo dice Altabella, porque en ese momento es políticamente correcto.

De Buenos Aires llega con un circo a Mercedes, cien km al oeste, y allí conoce a Horentina Acosta Waytorn, catorce años menor que él y con la que se casa. De ella toma el apellido para uno de sus seudónimos.

Hay que avanzar a uña de caballo porque Mediante no está quieto ni un día de sus 63 años de existencia: funda y dirige periódicos, es actor, locutor de cine mudo _ explicador, se llamaba _, novelista, poeta, dramaturgo, vate, conferenciante y cazador de tigres. “Viví muchos años de la caza de tigres”, dice  Federico, aunque como esto sucede en La Pampa, a nuestro léxico le aviene mejor hablar de pumas, ocelotes o panteras yaguaretés.

Desde 1929, ya de regreso, escribe en El Regional de Lugo sus aventuras a orillas del Pilcomayo. Durante la época del cine mudo ejerce como acomodador y explicador de películas. Es el hombre que mediante su voz y objetos que le ayuden a producir sonidos, transmite al espectador su interpretación de lo que ocurre en la pantalla. Es decir, el público entiende la película mediante Mediante.

La guerra lo sorprende en Galicia. Es colaborador de Las Riberas del Eo y divulga el ideario anarquista, que es el suyo y el de su colega Eduardo Guzman (Edward Goodman). Él se refugia en Ribadeo, donde su hermano regenta el Bar Mediante. Allí una mujer sin recursos le pide que se haga cargo de una hija, María Concepción Loredo Peña, como así ocurre.

Puebla Pumariño firma un certificado que le sirve para librarse de posibles depuraciones. En 1946 es taquillero de un cine madrileño, rotula las carteleras, escribe la serie de cuentos infantiles El Yacaré y ha publicado Tratado de filosofía práctica: Optimismo, escrito en diez días, aunque él se siente continuador de Verne, Salgari y Thomas Mayne-Reid.

De sus colegas españoles destaca a Ciro Bayo, a Mister Arago, Jesús de Aragón y al Coronel Ignotus. Y de los contemporáneos le gusta el clásico Zane Grey, aunque habla de muchos, entre ellos Edgar Rice Burroughs, el padre de Tarzán. 

Escribe de noche, después de su horario en el cine, y a gran velocidad, de 25 a 30 folios diarios.

Su tabaquismo en pipa le causa un cáncer de garganta que acaba con él en 1950. Su mujer Horentina regresa a Argentina con Concepción. Ella morirá cuarenta años después, y la hija, en 2015. En el tintero queda mucha vida por contar de Mediante Noceda.
 
 

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