Dolores González del Villar

Dolores González se casa con Pradilla en A Nova 

Días después de la ceremonia, informan al gobernador civil que el pintor ha ganado la Medalla de Honor

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El Progreso 29/07/2020

LA HISTORIA COMIENZA mediada la década de los setenta del XIX, cuando un pintor aragonés con maneras y ganas de convertirse en un referente de la pintura histórica, viaja a Galicia para llenarse de paisajes distintos a los de su Villanueva de Gállego natal.

El artista se llama Francisco Pradilla Ortiz y convertirá sus sueños en realidad. También se vinculará con Lugo de una forma que solo creía propia de novelas románticas.

Pradilla pasea por el puerto de Vigo cuando un hombre cae al agua. El aragonés no lo piensa ni un instante y se lanza en su auxilio. Logra salvarlo y se convierte en el héroe de esa tarde que amenazaba tragedia.

Héroe sí, pero empapado, Pradilla es conducido hasta el domicilio del piloto mayor del puerto, el lucense Pablo Cosme González Miniños, donde lo atiende su hija, una jovencita llamada Dolores González del Villar (Vigo, 1856), que capta la atención del pintor desde el primer momento, y que siente por el maño la misma atracción. 

Pradilla es entonces colaborador de las revistas La Ilustración de Madrid y La Ilustración Española y Americana, que le proporcionan los ingresos suficientes para su supervivencia, pero poco más.

Sin embargo ya tiene en la cabeza el proyecto de un gran cuadro que le dé nombre y prestigio suficiente para vivir de la pintura, y no solo él. En 1874, él y Casto Plasencia son elegidos para ocupar las plazas de pensionados en la Academia Española de Bellas Artes de Roma.

También participa en el certamen convocado por La Ilustración Española y Americana con un significativo dibujo, La Ribera de Vigo. Obtiene el primer premio y se embolsa 500 pesetas.

De 1874 a 1896 va a permanecer en Roma gracias  a la asignación mensual de 3.000 pesetas de pensión y a una dieta anual de mil para gastos. 

En 1877 debe presentar la obra del tercer año y duda entre tres temas. El director de la Academia, Casado del Alisal, le recomienda el peregrinaje fúnebre de doña Juana la Loca y lo elige.

¿Quién le sirve de modelo para la desdichada hija de los Reyes Católicos? No se sabe. Posiblemente alguna profesional italiana, aunque no es disparatado pensar que los rasgos de su amada podrían figurar en alguno de sus bocetos o en sus recuerdos.

En cuanto a ropas y objetos presentes en el cuadro, Pradilla se documenta con rigor minucioso, pues no quiere que nadie le afee la pintura por errores históricos.

El cuadro se expone en Roma en mayo de 1877 y poco después llega a España para merecer los más cálidos elogios tanto en una capital como en la otra.     

En enero de 1878 Pradilla cuelga el cuadro en la Exposición Nacional y viaja a Lugo, a donde se habían trasladado los González Villar, para solicitar a don Cosme la mano de su hija. 

El párroco Antonio Capón y Andrés celebra la boda el 29 de enero en la iglesia de Santiago A Nova de Lugo, según pudimos comprobar en el Arquivo Central Parroquial de la diócesis.

La madre de la novia,    Rosalía Villar y Cabezas, ya ha fallecido y los contrayentes permanecen en casa del padre la luna de miel.

Dos días después, el gobernador de Lugo, Antonio Medina, recibe un telegrama del ministro de la Gobernación, indicándole que localice a Pradilla, porque ha obtenido la Medalla de Honor. 

El ayuntamiento de Zaragoza  le encarga los cuadros de Alfonso I y Jaime I. Obtiene nuevas distinciones y afronta el trabajo de la Rendición de Granada. Don Cosme puede estar tranquilo, su yerno ya es uno de los grandes y el futuro director de El Prado.

Dolores muere en Madrid el año 1926.


 
 

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