Carlos Esteban Deive

Carlos Esteban Deive,un sarriano enamorado de Dominicana 

De adolescente lee un reportaje sobre la isla y hacia ella se embarca, donde permanece 64 años

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El Progreso 27/01/2022

DESDE SUS 19 años hasta su muerte en 2019 está en la República Dominicana, donde Carlos Esteban Deive (Sarria, 1935), es una celebridad, no en vano fue premio nacional de Novela, de Ensayo y de Historia, entre otras múltiples distinciones.

Estudia el bachillerato en la Academia Balmes de Sarria. Allí es conocido como “Carlos Polo”, por ser hijo del propietario del Café Polo. Cuando años después se le pregunta por sus recuerdos de aquella época, Carlos evoca las fiestas de San Juan, los baños en A Veiguiña, el fútbol en As Insuas, los magostos o sus  paseos solitarios cerca de la estación de ferrocarril”. Uno de sus amigos es Víctor López Villarabid, el entrañable corresponsal de El Progreso.

Inicia Filosofía en Santiago y a la citada edad embarca en Vigo a bordo del buque italiano Auriga  ¿Por qué hacia Dominicana? Porque en sus manos cae una revista que habla de la isla y se ilustra con fotografías de hermosas playas de las que se enamora.
En el Auriga llega cinco años antes del asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, contra el que escribe desde las páginas de El Caribe.

Es el tiempo que necesita para doctorarse allí en Filosofía e Historia de América por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y es director del departamento de Antropología Social del Museo del Hombre Dominicano.

Un año después del doctorado es profesor en el mismo centro de Historia de la Cultura, pero en 1965 estalla la guerra civil y en un golpe de estado académico, los profesores del Partido Comunista Dominicano la ocupan por la fuerza, por lo que quienes se tienen por demócratas, como Carlos, deben renunciar a sus cátedras y fundar la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, de la Unión Cívica Nacional.

Luego ocupa diversos cargos, como el de consejero cultural de la embajada dominicana en Madrid en 1982, además de dedicar cuatro años a la investigación histórica en el Archivo General de Indias de Sevilla, gracias al presidente Salvador Jorge Blanco, amigo personal suyo. 

Uno de sus nueve libros que se derivan de la investigación en Sevilla es ´La mala vida: delincuencia y picaresca en la colonia española de Santo Domingo´ (1988). Además de ese novenario firma otras 25 obras que desde 1963 le proporcionan, como decimos, los más variados premios y reconocimientos.

Su estancia sevillana produce miles de folios copiados a mano que dona al Archivo General de la Nación de la República.

Nos dejamos llevar por su propia opinión para destacar una obra de entre todo un bosque de títulos que llenarían este espacio. En algún momento de su vida, hace ya algunos años, declaró que su preferida era ´Heterodoxia e Inquisición en Santo Domingo´, lograda también gracias a su búsqueda en los archivos españoles.

La esclavitud, el contrabando, la piratería, los cimarrones y las vinculaciones de dominicanos y haitianos son ejes de una vasta obra, tan profunda como amena, en donde también hay títulos sobre la participación de dominicanos en la guerra de los insurrectos de Cuba contra España.

Carlos fue un acérrimo defensor de la teoría de que los restos de Colón descansan en Santo Domingo, “a menos que se demuestre fehacientemente, sin ningún asomo de duda, que reposan en la catedral de Sevilla”. 

 Se casa con una mujer dominicana llamada Guillermina, licenciada en Educación, aunque funda una academia y se dedica durante años a enseñar los bailes españoles. Con ella tiene tres hijos. Ofelia, que reside en Baltimore, y Leopoldo y Juan Carlos, médicos en Las Palmas de Gran Canaria.
 
  
 

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