Bernardino Sánchez Caínzos

Bernardino, último de Filipinas y de Guitiriz

Ciento veinte años antes llegaban a Barcelona los supervivientes del sitio de Baler

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El Progreso 01/09/2019

HACE HOY 120 años llega a Barcelona el vapor Alicante. A bordo viajan los 30 soldados que pasarán a la historia con el apelativo común de “los últimos de Filipinas”, por haber mantenido el sitio de Baler durante 337 días, seis meses más allá de la firma del tratado de paz de París, entre España y los Estados Unidos que pone fin a la contienda.

El grupo se amplía a 55, e incluso a 80 de acuerdo con la fecha de su regreso a España que se tome en consideración.

Pero hablando en propiedad, uno de aquellos últimos soldados es el sanitario Bernardino Sánchez Caínzos (Guitiriz, 1875), que morirá en ese ayuntamiento el año 1926.

Otro lucense superviviente de aquella guerra, donde está hasta los últimos días, es José Blanco Jorge (Taboada, 1874), que no llega a centenario a falta de unos meses, cuando muere en su parroquia de San Martiño de Mato. 

Bernardino Sánchez, labrador y tabernero en su vida civil, tuvo siete hijos, de los que en 2005 vive uno, y 13 nietos. La periodista de El Progreso, María Roca entrevista entonces al mayor de ellos, Antonio Fonte Sánchez, vecino de A Coruña, pero con frecuentes estancias en Guitiriz y que fallecerá en 2016.

La relación del ayuntamiento de Guitiriz con su héroe de Filipinas durante estos últimos años es contradictoria y esquizofrénica. Por un lado, en mayo de 1999, cuando se cumple el centenario de su llegada a España, se celebra allí un homenaje a Bernardino Sánchez  consistente en dedicarle una calle y un monolito que recuerda su hazaña.

Sin embargo, en 2016, cuando muere su nieto, el mismo organismo decide retirársela, a él y a otros militares, por franquista, pese a que desde Baler al franquismo han de pasar al menos 37 años, incluyendo dos reyes y una república. No fue el único sitio de España donde los últimos de Filipinas se vieron degradados a ser los últimos de la cola, por culpa de la ignorancia y la flojera que anima los tiempos actuales, como si todos estuviesen en competición por conseguir la mayor de las tonterías.

Como la metedura de pata no se subsana ni por quienes la cometen, ni por quienes han de estar vigilantes en la oposición, hemos de pensar que en la patria chica del sanitario Sánchez Caínzos se considera que el franquismo  se inicia en paralelo a la generación del 98 y se prolonga a lo largo de 77 interminables años, o más allá, seguramente hasta que las piedras del Valle de los Caídos asciendan a la categoría de guijarros. 

Parecidos argumentos sobrevuelan el resultado cinematográfico de la segunda versión sobre este episodio militar que en manos de cualquier productora no española habría alcanzado tintes de heroísmo al estilo de El Álamo o por ahí, pero que en los tiempos actuales solo se ruedan para denigrar, con razón o sin ella, lo realizado por España en América, Filipinas o sin salir de casa. Enhorabuena.

Según el número 36 de la revista España Militar (1931), la relación nominal de sitiados en la iglesia de Baler detalla que Sánchez Caínzos es el único sanitario que sobrevive junto al médico del destacamento, Rogelio Vigil de Quiñones, pues los otros dos soldados adscritos a este grupo de asistencia, Alfonso Sus Fojas y Tomás Paladio Paredes, han desertado previamente el 27 de junio de 1898. 

Hasta el 12 de octubre de 1908, los soldados de Baler deben esperar un gesto de justicia por parte del Gobierno española. En esa fecha se le comunica a Bernardino que comenzará a cobrar una pensión anual de 720 pesetas, que bien administradas casi dan para gastar dos pesetas diarias.

¿Quién les mandó ir? El franquismo, suponemos.
        
 

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