Benigno González Taboada

Benigno González, el decano de los sacerdotes españoles

El cura de Carballedo fue un niño enfermizo, ofrecido por su madre a varios santuarios, pero que alcanza casi los 106 años de vida

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El Progreso 05/05/2021
 
FUE EL DECANO de los sacerdotes españoles y así lo presenta la  prensa en julio de 1975, cuando acaba de cumplir 105 años de edad y está a punto de morir Franco. Benigno González Taboada (Carballedo,  1870) lo sobrevive algunos meses y finalmente fallece en abril de 1976, hace 45 años.

Había nacido en Trasar de Carballo, lugar de la parroquia de Santo Estevo de Cartelos, en el seno de una numerosa y longeva familia, muchos de cuyos miembros sobrepasan los noventa años, aunque ninguno tantos como él.

Sin embargo, Benigno fue un niño enfermizo, un desmedrado del que sus familiares desconfían que salga adelante. Su madre opta por la fe, antes que por la medicina y siguiendo sus creencias peregrina descalza y con el niño a cuestas los cuarenta kilómetros, ida y vuelta, que separan su domicilio del Santuario dos Remedios, en Monte Faro, para impetrar a la Virgen por su salud.

Tampoco se olvida de otro santo milagrero mucho más cercano, el san Pexerto de Buciños, a tan solo tres kilómetros de su casa, traído allí desde Roma por el obispo de Valladolid, José Antonio de Rivadeneyra, natural de ese lugar entonces chantadino. El sacrificio en este caso se incrementa con la ofrenda de un xato, al tiempo que la mujer presenta a su niño en el templo con ropajes de difunto.

Benigno contaba cómo su abuelo había sido testigo de la llegada de las reliquias de su Pexerto y del episodio de Viana, cuando los caballos que lo traen se arrodillan ante el Corpo Santo existente en Santa Cruz de Viana, el dominico  Miguel González.

El caso es que los malos augurios no se cumplen y el jovencito ingresa en el Seminario de Lugo, de donde sale para regir la parroquia de San Andrés de As Nogais. Un tío suyo, cura también, lo reclama desde la isla de Cuba para que se haga cargo de cuatro parroquias y allí, entre Auras y Jesús del Monte, en Santiago, vive los años de las revueltas y la insurrección.

Cae en manos de ellos y antes de que lo ejecuten, logra ganar tiempo confundiéndolos sobre disquisiciones de su sagrado ministerio y la necesidad de que consulten a sus jefes sobre su suerte. Es el tiempo que necesita para espolear su caballo y salir al galope entre una nube de disparos que no atinan. Nuevo milagro en su vida.

Después de la independencia no tuvo más contratiempos y en 1902 es elegido entre todos los sacerdotes para presentar sus respetos al primer presidente cubano, Tomás Estrada Palma, que se declara católico ante él.

La estadística de sus años cubanos ofrece un curioso resultado, pues aunque bautiza a 4.300 niños, solamente casa a 65 parejas. “Eran reacios a ese sacramento”, resume Benigno a su regreso. “La falta de cultura abonaba el terreno para las supersticiones y las prácticas de magia”.

Viaja a la península para operarse de la garganta en Santiago de Compostela, y decide no volver al Caribe. Entonces será párroco de Lovelle en 1926 y de su natal Cartelos en 1930, aunque en 1936 ya es presbítero de Chantada, donde arraiga el resto de su existencia. 

Al cumplir los cien años, concelebra una misa con el obispo Ona y otros sacerdotes, entre ellos, su sobrino Ángel González, y dos bisobrinos, Ángel y José González. 

En ese momento vive una hermana suya de 94 años, que asegura no haber perdido jamas ni una misa ni un rosario de su parroquia.

En esos momento el sacerdote presume de su memoria, de su movilidad y de su estómago, que le habían proporcionado una débil salud de hierro hasta el mes de abril de 1976, a dos meses de cumplir los 106.  

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