Antonio Insua Bermúdez

Insua Bermúdez, a los 110 años de su nacimiento

La muerte trunca a los 42 años la brillante trayectoria del pintor de Vilalba 

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El Progreso 04/02/2021

LA VIDA APENAS le concede 42 años para disfrutar de su pasión por la pintura y de sus excepcionales condiciones para ejercerla. Quizá por eso su hermano Eladio se destapa a su muerte como un magnífico heredero artístico.  “Hasta 1955 _ dice Eladio _, no me decidí a mostrar al público mi obra íntima”. Él muere en 1953.

Le sobrevive su madre, Rosenda Bermúdez Fernández, y siete hermanos, además del citado, Angelita, José, Dolores, José Antonio, Enriqueta y Artemio.

De Antonio Insua Bermúdez (Vilalba, 1911), se cumplirán en junio los 110 años de su nacimiento en Bidueiros, dentro de la parroquia de Santiago de Goiriz. 

Lo inicia con los pinceles Pardo Saavedra en Lugo. De 1928 a 1933 estudia en la Real Academia de San Fernando, pensionado con 2.000 pts anuales por la Diputación lucense, que él aprovecha al máximo para poder renovarlas en cada ejercicio.

Concurre a las exposiciones nacionales de Bellas Artes, donde casi siempre dicen lo elogian. La excepción ocurre en la edición de 1932, donde participa con “Mirucha”, que al crítico Santiago Camarasa le parece “un cromito, y no de los mejores”. Aún así, Antonio de Lezama opina que es “un buen cuadro”.

Logra primeros premios en Dibujo y Pintura, antes de recibir clases de Castro Gil, con el que se perfecciona en aguafuertes, por los que lo premian en 1935 y 1946. En una exposición que organiza la “Agrupación Castro Gil” comparte espacio con Solana, Vázquez Díaz y Federico Rivas. 

El historiador de Mugardos, Santiago Montero Díaz, amigo y coetáneo suyo, recuerda su afán por aprender y dice haberlo visto en Madrid cuando se traslada a Ávila para realizar apuntes de todas sus piedras, calles y murallas.

Es profesor de Dibujo en el Instituto Calderón de la Barca de Madrid, en el Masculino, Escuela de Trabajo y Artes y Oficios de Lugo, y en Vilalba.

A partir de su regreso expone treinta aguafuertes y óleos en el Ateneo Cultural de Vilalba (1935). Lo presenta el vicepresidente de la entidad, Domingo Goás Canto y en la clausura, entre los aplausos de los villalbeses, habla el presidente, Sebastián Martínez Risco, que será el titular de la Real Academia Gallega y que desde entonces vive con uno de sus cuadros a la vista, “Día de chuvia”, adquirido en esa ocasión y colgado en su cuarto de estar coruñés.

Otras obras presentes son “Retrato de una hermana del autor”, “A torre do homenaxe”, “Xente do mar” y “A cacharreira”, que ilustra su cromo. La crítica de El Progreso corre a cargo de Antonio Quintela Ferreiro.

Luego participará en la colectiva de Pintores Lucenses, en el Círculo de las Artes y ya fallecido, García Mato reúne toda su obra en una exposición antológica que se celebra en 1974.

Cuando a principios de los 50 acaba de realizar un soberbio retrato a Manuel Fraga, lo entrevista un tercer villalbés, Antonio Domínguez Olano y le aprieta a preguntas hasta sacarle cuánto cobra por un cuadro. No en vano el periodista solía ver el arte a través del prisma de los billetes de banco. Insua le confiesa finalmente que siete mil pesetas. Ni poco ni mucho.

Insua reconoce influencias del Greco y de Goya, y cree que los mejores de su tiempo son Vázquez Díaz, Valverde, José Aguiar García, Dalí, Picasso, y Laxeiro.

Cuenta a Olano que cuando retrata a una lechera, una moza de Vilalba, se niega a posar más días si no le da tres litros de aceite. La modelo le parecía tan idónea para el cuadro que acepta y consigue uno de sus cuadros más alabados, “La Freba”, que se expone en la avenida de la República de Vilalba.

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