Alejandro Jordá, de Izal: "Conocí al resto de la banda buscando una habitación"

La Explanada de Expourense acoge este viernes el potente directo de Izal, un grupo que nació en Macedonia, se formó en un piso sin ventanas y no depende de discografías

Izal. EP
photo_camera Izal. EP

EL ALETEO de una mariposa en Macedonia provocó el nacimiento de Izal. Nos lo cuenta su batería, Alejandro Jordá, que se mudó desde Valencia para triunfar en la música.

Pegaron el gran pelotazo hace tres años con Copacabana y desde entonces están en todos los rincones. ¿Tienen los pies en el suelo?

Los pies en el cielo o en el suelo se tienen dependiendo un poco de la historia de cada uno. Tenemos la suerte de que nos lo hemos trabajado todo sin que nadie nos pusiese una gran inversión, sin ese empujón que te da una discográfica. Lo pasamos mal al principio, y eso hace que por muy bien que nos vaya...por mucho que gire la rueda, si tú no la haces girar, dejará de hacerlo. Tenemos muy claro eso. Sabemos que no es infinito, porque no todo depende de ti. Pero siempre estamos alerta de lo que sí depende de nosotros.

¿Todo empezó en aquel concierto del Café de la Palma de Madrid en 2012?

Si tenemos que decir que empezó algún día, podemos decir que fue ese. Nos dimos cuenta de que la gente cantaba nuestras canciones, que parecía que no era todo tan de broma a pesar de que nos lo tomábamos en serio. Ese fue el día que vino el representante de Hook, Manuel Notario. Costó, pero arrancó; la gente cantaba, no sabíamos si era cuestión de suerte o qué. Luego hicimos la sala Sol, vimos que se repetía la historia. Y fue algo que nos sorprendió muchísimo y nos dio muchas energías.

¿Empezaron en un garaje como tantos otros grupos?

En este caso en una casa sin ventanas, un piso muy antiguo en el que vivían Mikel (vocalista) y Gato (bajista), y ensayábamos allí. Empezamos con un equipo de broma. Yo ni siquiera tenía una batería de verdad, era una electrónica que funcionaba fatal, pero eran los medios que teníamos. Y con ellos hacíamos lo que podíamos.

¿Cómo conoció al resto de la banda?

De rebote, porque me interesé primero por la habitación que uno de ellos dos alquilaba. Y al final resultó que buscaban batería y yo buscaba grupo. Yo vivía en Valencia, me vine a Madrid para tocar con un grupo que no tenía local de ensayo, pero confíaba mucho en los temas que hacía Mikel.

Mikel y Gato se conocieron en Macedonia. ¿Cosas del destino?

Hay una parte de destino. Es todo un conjunto de efecto mariposa, de un hecho irrisorio que de repente ha desencadenado una amistad o algo distinto. Pero sí, es muy curioso.

Ahora que están en la cresta de la ola. ¿Cuánto de prisión tiene el éxito?

Vivimos en una era en la que importa mucho más la cantidad de gente que va a hacer click en algo, que la honestidad. Nos hemos encontrado con alguna entrevista en la que hemos tenido una intención al decir algo y luego se ha tergiversado para generar algo morboso. Intentamos ser prudentes. Hemos pecado siempre de inocentes, pero intentamos perderla siendo prudentes y yendo con cuidado. Hemos sufrido cosas injustas.

Pese a la prudencia, su último disco, Autoterapia es el más experimental de los cinco.

Por fin hemos tenido la suerte de poder experimentar sin tener un taxímetro en el estudio. Autoterapia contiene todo eso que no habíamos podido hacer, instrumentos que no habíamos podido tocar, riesgos que no podíamos asumir. Nos hemos lanzado con ello y muy contentos.

Y una vez hecho ya el disco experimental, ¿qué viene después?

Es experimental para nosotros, pero no es muy arriesgado; podría serlo mucho más.

Pero han hecho lo que han querido.

Sí, nuestra suerte es que siempre hemos hecho absolutamente todo lo que nos pedía el cuerpo. Eso haremos en el siguiente. Nada más satisfactorio que hacer caso a lo que realmente te apetece hacer.

El disco trata sobre la búsqueda de la felicidad. ¿No es una utopía?

Siempre hemos pensado y dicho que no se puede alcanzar, que la felicidad es una especie de zanahoria que persigues y cuando la consigues buscas otra. Al final, lo que nos mantiene vivos es más la búsqueda que la felicidad en sí. Es un objetivo tras el que correr. La felicidad plena no existe. Cada uno tiene su idea de la felicidad. La felicidad plena es una utopía.

El año que viene cumplen diez. Eso sí les hace felices, ¿no?

Sí, en enero. Diez años desde la primera vez que nos subimos juntos a un escenario.

Y conociendo cómo trabajan, estarán preparando algo especial.

Estamos pensando en ello, sí. Es un aniversario y nos gustaría hacer algo para celebrarlo. Hemos conseguido estar diez años juntos haciendo lo que nos gusta, creciendo como personas y como músicos. Esta década contiene los años más felices de nuestras vidas, así que habrá que pensar algo. Es una celebración tan especial que nos la vamos a tomar muy en serio.

¿Algún error confensable durante esta década de trayectoria?

Errores muchos, arrepentimientos ninguno. Cada error nos ha llevado a donde estamos, para bien o para mal. Cada error te enseña, eres quien eres por ellos. Es la mejor forma de aprender, la lección más sólida. Y seguiremos cometiendo, porque somos muy humanos, pero tenemos el chip de aprender de ellos. Bienvenidos sean.

Todo en Izal parece perfecto, pero seguro que hay alguna chispa que surge entre los integrantes, alguna discusión.

Es imposible que no haya roces entre cinco personas que viven 24 horas en contacto permanente. Pasamos muchísimas horas juntos, tenemos opiniones diferentes, pero tenemos algo muy sólido entre nuestras manos; hay que mantenerlo y cuidarlo. Siempre que ha habido algún roce hemos recapacitado, somos adultos, y bueno... nos llevamos muy bien. Para el tiempo que llevamos juntos, aguantamos muy bien.

Hablaba antes de la inocencia del grupo. Cuando salieron las primeras cifras del nuevo disco se sorprendieron. ¿Siguen sin darse cuenta de que son Izal, el grupo de moda en España desde 2015?

La prudencia es importante y siempre hemos intentado ser realistas con respecto a lo que esperamos. Nos pasó cuando el manager nos propuso hacer una Joy Slava, cuando nos invitaron a tocar en un Palacio de los Deportes, en una Riviera... siempre hemos tendido a no esperar demasiado. Es mejor prepararse para lo peor, sin ser pesimista, que esperar una locura.

Indie es una etiqueta deformadísima pero ustedes lo son.

Para nosotros indie es más de independencia que un género músical. Iván siempre pone el mismo ejemplo: si repasas todo los géneros, entre ellos no está el indie. Ha sido más una etiqueta de autogestión, y en ese caso sí somos indie. Pero hacemos poprock, aunque no cerramos puertas a discográficas. ¿Quién sabe si el día de mañana nos ofrecen algo interesante?

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