Una vida de entrega en A Montaña

Los vecinos de once parroquias de A Fonsagrada honrarán mañana la trayectoria de José Argul, un cura de 76 años que lleva medio siglo ayudándoles y mejorando el estado de las aldeas
José Argul. SEBAS SENANDE
photo_camera José Argul. SEBAS SENANDE

"Yo siempre le dije a mis padres que quería ser sacerdote", confiesa José Argul Fulgueiras, pero no sabía que sus 50 años como párroco le iban a llenar tanto el alma. Mañana, los vecinos de las once parroquias fonsagradinas —nueve, si tenemos en cuenta que dos de ellas se encuentran divididas— celebrarán un homenaje por las cinco décadas de José como párroco, quien tanto se ha volcado con las aldeas y sus habitantes.

Original de Ferreirós, lugar de la parroquia de Fonfría, nació en el seno de una familia de siete hermanos. Desde pequeño, tenía claro qué camino quería tomar, y es que veía algo especial en las personas que trabajaban en la iglesia de su pueblo: "Me atraía la forma que tenían de tratar a niños, mayores... Yo también quería darme a los demás".

Tres meses antes de ingresar en el seminario de Lugo, donde comenzaría sus estudios con 14 años en 1957, tuvo la oportunidad de trabajar en la iglesia de la parroquia fonsagradina de Santa María de Vilabol de Suarna, donde pudo acercarse a su vocación y comprobar que iba bien encaminado.

50 AÑOS

Media vida da para mucho, y es que José comenzó como cura en dos parroquias y acabó llevando once. En octubre de 1969 comienza su vida como párroco y lo destinan a trabajar a la iglesia de Santa Bárbara, en Vilar da Cuiña y, de nuevo, a Vilabol, en la iglesia de Santa María. En 1981, también lo mandaron a Santiago de Castañedo, en Navia de Suarna y, dos años más tarde, se añadieron a la lista la iglesia de Santa María de O Trobo y la de San Pedro de Maderne. En el año 2000 le adjudicaron la iglesia de San Pedro de Neiro y, en el 2009, las de Santiago de Cereixido, Santa Juliana, San Martín de Arroxo, Santa María de Lamas de Moreira y San Cristóbal de Louxas, la última a la que se incorporó en 2016.

Actualmente, vive en la casa diocesana de A Fonsagrada y acude regularmente a todas estas aldeas, oficiando misas, colaborando con los pueblos y ayudando a los vecinos que lo necesiten.

LABOR PASTORAL

Para José, cada aldea es su casa y, cada vecino, su familia. Una de sus motivaciones como párroco es poder ofrecerse a los demás, lo que lo convierte en un ejemplo de altruismo. "Nosotros nos implicamos mucho en la labor pastoral, pero también en la promoción religiosa y social, en el contacto con las personas", dice. Por eso, durante su trayectoria colaboró en multitud de iniciativas que sirvieron para restaurar e impulsar las parroquias.

"Cuando yo llegué a los pueblos, los vecinos no tenían luz, ni vías de agua y las casas de las aldeas estaban completamente apartadas de todo. No solamente era muy largo y complicado ir hasta A Fonsagrada, sino que ni siquiera existía una carretera para ir de casa en casa. Acceder a ellos en coche era algo imposible", dijo. Así fue como él, trabajadores y vecinos se unieron, empezaron a construir pistas y consiguieron que la Xunta se encargase de hacer carreteras que conectasen y llegasen a cada aldea. Además de restaurar casas y capillas, entre otras cosas, también contó cómo todos juntos construyeron un puente de madera para unir la aldea de Vilabol con la de Xegunde.

Los vecinos me dan más de lo que yo les puedo dar a ellos. Los feligreses hacen al buen cura y el buen cura hace a los feligreses

José destaca que los vecinos siempre le transmitieron esas "ansias de querer salir adelante". "Los suelo ir a visitar con regularidad, especialmente a los que viven solos o a los que están enfermos, para darles compañía. Estar con ellos me llena el alma porque me dan más de lo que yo les pueda ofrecer. Me gusta decir que son los feligreses los que hacen al buen cura y el buen cura el que hace a los feligreses", comentó.

HOMENAJE

En agradecimiento a toda la ayuda que les ha brindado José, los vecinos han decidido celebrar su 50 aniversario como párroco mañana, con una misa a las 13.00 horas en la iglesia de Santa María de Vilabol y una comida de fraternidad. Él confesó que, aunque no cree "merecer tanto", no puede evitar emocionarse y sentirse agradecido.

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