El súper que recorre A Montaña casa por casa

▶El fonsagradino César Fernández no solo provee de alimentos a los vecinos sino que asume un trabajo social
César Fernández, con una vecina de Vilardíaz (A Fonsagrada) durante el reparto. EP
photo_camera César Fernández, con una vecina de Vilardíaz (A Fonsagrada) durante el reparto. EP

Si ya antes de la crisis sanitaria era una visita esperada, ahora se recibe aún con más deseo. De las furgonetas de Car Alimentación, que reparten en más de una docena de ayuntamientos de la provincia de Lugo en comarcas distintas, bien podría ondear una capa de tela al viento. El súper que para casa por casa tiene algo de superhéroe, más en estos tiempos de pandemia.

El fonsagradino César Fernández Murias es el encargado del reparto a uno y otro lado de las orillas del Navia. A Fonsagrada, Negueira de Muñiz, Villanueva de Oscos y Grandas de Salime son los ayuntamientos que conoce como la palma de la mano. Una vez por semana pasa por las mismas casas a llevarles a los vecinos los pedidos. Estos son de alimentación, con excepción del pan y de los congelados, incompatibles con su licencia.

Sin embargo, desde que comenzó la crisis las personas ya les piden “de todo”, desde tabaco hasta gasolina, y ellos tratan de satisfacer esa necesidad. Lo único que no pueden llevar es lo que no tienen, “como mascarillas e guantes, que non deixan de pedir, pero que só temos para nós”. Algún producto, como el papel higiénico, escasea y Fernández lamenta que los pequeños negocios sean abastecidos más tarde.

El tiempo del reparto no es matemático, sino humano. “Hai veciños que viven sós nunha aldea, e con eles paras moito máis, porque este traballo ten un compoñente humano moi grande” afirma. En ese tiempo, se ponen al día de las cosas que pasaron en una semana. Además, César Fernández lleva 19 años repartiendo por la zona, lo que hace que el nivel de confianza con la gente sea ya muy grande. “Na situación que vivimos agora as conversas mantéñense, porque todo o mundo quere saber, preguntar, contrastar cousas, máis aínda se son persoas que xa viven soas”, cuenta. En este sentido, la distancia física no impide la proximidad.

El día a día, por otro lado, es “cercano á normalidade”, afirma, al margen de las medidas para extremar la higiene

Su día a día comienza en Ribadeo, donde vive y donde tiene su sede social la empresa de la que es socio junto con otras dos personas, y en la que trabajan dos asalariados más. Cargada la furgoneta, comienza el viaje, ahora con más paradas debido a un incremento constante y diario en el número de clientes desde la declaración del estado de alarma.

MÁS CLIENTES. En el aumento también se nota el hecho de que “moita xente foi pasar a fin de semana á aldea e despois xa non puido moverse polo decreto do estado de alarma”, indica. Además, en ayuntamientos como los de Negueira de Muñiz no hay supermercados y la única opción para hacer la compra actualmente para los vecinos es la de la venta ambulante si quieren evitar los 26 kilómetros que separan las capitales de ambos ayuntamientos.

El día a día, por otro lado, es “cercano á normalidade”, afirma, al margen de las medidas para extremar la higiene, de la distancia física y de la necesidad de habilitar formas de pago con tarjeta “porque a xente está quedando sen cartos na casa, e aínda que nós fiamos, prefiren pagar”, comenta. “Hai moita diferenza de pasar isto no rural a pasalo nunha cidade. Esta semana a xente está máis asustada, pero a vida segue máis ou menos igual”, observa.

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