A Fonsagrada, en pie de guerra

Una revuelta por la supervivencia rural

La Galicia vaciada agoniza sin resistirse apenas al abandono, pero hace treinta años los fonsagradinos se levantaron para defender servicios públicos y luchar por el futuro de un medio rural en proceso de transformación
Una multitud celebró la liberación de tres detenidos. TEJERO (AEP)
photo_camera Una multitud celebró la liberación de tres detenidos. TEJERO (AEP)

El frío silencio del invierno marca el devenir de la Galicia vaciada, castigada por la despoblación y el envejecimiento. Pero no siempre fue así. Ese temor a quedarse sin futuro, indican los promotores de la rebelión, suscitó el motín de A Fonsagrada del que se cumplen ahora tres décadas. Sus vecinos se levantaron contra la Xunta para defender servicios comarcales, pero el conflicto, más allá de la convulsión política, expresó la lucha de una sociedad que trataba de sobrevivir en un contexto de aislamiento, definido por aquella carretera de 300 curvas donde muchas mujeres parían camino del hospital de Lugo, y que quería sumarse al proceso de modernización de las explotaciones agrarias que estaba en plena eclosión. La "movida", como denominan los fonsagradinos a aquellos turbulentos inicios de los 90, fue un motín para exigir que el municipio más grande de Galicia no desapareciese del mapa.

La generación que impulsó tres meses de encierro y un largo periodo de movilizaciones mostró, a su vez, un notable afán emprendedor con el apoyo de sus mayores y que trascendió al apoyo de las administraciones. "Era xente entre 30 e 45 anos que tiña ambición de mellorar e afrontou a substitución xeracional. Despois da "movida" viñeron tempos de creación das chacinerías, do serradoiro, de mellora das granxas e de proxectos de turismo rural", asegura Xoán Xosé Molina, que entonces era edil del BNG.

Xosé Fernández López: "A 'movida' foi un exemplo de unión e participación social para acadar cousas. Despertou o noso orgullo como pobo"

La posible centralización del servicio comarcal de Extensión Agraria en Becerreá, que supondría el cierre o un papel secundario para la oficina de A Fonsagrada, desencadenó la revuelta. "O concello tiña entón unhas 400 explotacións e a noticia do peche dos servizos agrarios puxo en pé de guerra á xente. Que pedía que nos respectasen", afirma Xosé Fernández López, uno de los integrantes de la plataforma vecinal, junto a su hermano Julio, que fue edil de Terra Galega, o José Manuel Saavedra Selelo, que ejerció más tarde de teniente de alcalde en el gobierno independiente que relevó al PP.

La espoleta

El traslado de la oficina y de la base de incendios, que finalmente se mantuvieron, dejaba desamparados a las gentes del campo, que quedaban sin asesoramiento en aquella etapa de cambio, y suponía un duro golpe para el comercio y la hostelería. Esta fue la espoleta que desató el malestar, pero el debate de fondo se centró en el incipiente proyecto de comarcalización que adscribía el municipio al área de Meira, "cando aínda se pensaba que as comarcas terían un peso administrativo a medio camiño entre a provincia e os concellos e non un papel simbólico", explica Molina. El temor a perder el papel de villa cabecera en su partido judicial elevó el grito de los fonsagradinos y generó un grave problema político para la Xunta de Manuel Fraga.

Desalojo de la casa consistorial por antidisturbios. TEJERO (AEP)Este martes se cumplen 30 años del desalojo por la fuerza de los vecinos encerrados en la casa consistorial desde el 28 de noviembre de 1991, promovido por una coordinadora, formada por catorce personas, con dos representantes de cada asociación local.

Los representantes de la plataforma se entrevistaron con el alcalde, Mario Arias Mon (PP), y se encerraron en la casa consistorial. "Fixémolo esa mesma noite, como xa barallamos nunha xuntanza previa", comenta Fernández. Al principio, los funcionarios podían desarrollar su trabajo con normalidad, pero después se interrumpió la actividad municipal.

Contexto político

Xosé Fernández sostiene que en el momento inicial "contabamos co apoio de todos os partidos, incluído o PP. O alcalde consentiu o peche". El exregidor matiza que accedió al encierro porque se lo pidieron "e a casa do concello é de todos os veciños, pero pronto entendín que actuaban por intereses partidistas. Houbo xente, algunha de fóra, que quixo converter A Fonsagrada en Cangas de Morrazo, onde se levantaron contra o mandatario, Lois Pena. Non respectaban o resultado das urnas e pasaban por encima da institución municipal".

Arias Mon alude así a otro factor que sirvió de caldo de cultivo a las protestas. Después de ganar los comicios de 1987 con el PSOE, el exmandatario se pasó al PP. Entendió que con el apoyo del partido que gobernaba en la Xunta y en la Diputación alcanzaría máis logros para A Fonsagrada. "Nunca me sentín un político militante, nin cobraba salario como alcalde. Só quería traballar polo pobo e acadar melloras como a reparación da estrada a Lugo, que comezou a facer José Cuíña daquela, a traída de auga ou o instituto", explica. El PSOE y algún sector del PP no le perdonaron a Mario Arias ese cambio y aprovecharon la circunstancia para plantarle cara.

Mario Arias Mon: "Houbo xente que quixo converter A Fonsagrada en Cangas do Morrazo sen respectar o resultado das urnas"

Isabel Cedrón Digón, teniente de alcalde y diputada provincial del PP, recuerda que la movilización se produjo "por unha lei de comarcalización que estaba sen aprobar polo Parlamento galego". Recuerda que el alcalde y ella se reunieron con Fraga, quien les expresó su compromiso por escrito de que "se respectaría A Fonsagrada como cabeceira e que as reivindicacións se atenderían". El alcalde le pidió a una persona de confianza que leyese ese escrito en la asamblea, pero la plataforma exigía acuerdos y fechas.

La coordinadora recibió antes una llamada de Lugo en la que les aseguraban la continuidad de la oficina agraria, "pero esiximos garantías, un documento que xustíficase que iso era real", agrega Fernández López, quien entiende que la "movida" sirvió para mantener esos servicios "e acometéronse outras obras para contentar á xente".

Isabel Cedrón Digón: "A comarcalización era un proxecto de lei sen aprobar e ignoraron o compromiso de Fraga de respectar á da Fonsagrada"

 

Participación

Xosé Fernández apunta que el conflicto fonsagradino pasó a la historia como "un exemplo de participación, que demostrou que a unión axuda a conseguir cousas e despertou o noso orgullo como pobo". Cada día se celebraban asambleas interminables, que a veces se prolongaban seis o siete horas, hasta bien entrada la madrugada. En ellas no solo se adoptaban decisiones sobre las reivindicaciones, sino que se analizaban las necesidades del municipio. "Foi un movemento que hoxe sería inaudito, unha acción cívica e asociacionista dunha gran dimensión que facilitou desenvolver outros proxectos como a recuperación do Camiño Primitivo", dice Molina.

Mientras unos vecinos permanecían en el consistorio, otros estaban en el exterior a temperaturas bajo cero. Las huelgas generales, como la del 11 de diciembre, tenían un seguimiento masivo y la manifestación organizada en Santiago congregó a unas 4.000 personas. "Non había autobuses suficientes en Lugo e alugámolos en Asturias, León e A Coruña", indica Fernández. Los manifestantes rodearon San Caetano. Algunos aseguraron que Fraga les hizo un corte de mangas desde su coche oficial al entrar en el recinto.

Xoán Xosé Molina: "Foi unha acción cívica inaudita, de grandes dimensións, e xerme de proxectos empresariais e de carácter patrimonial"

Antidisturbios llegados de León entraron en la casa consistorial y desalojaron por la fuerza a los vecinos el 17 de enero de 1992. Dos días después, cuando el alcalde volvió al Ayuntamiento tras un mes sin poder entrar, se encontró con una lluvia de huevos y tuvo que ser protegido por la Guardia Civil. La escalada de la tensión se reflejaba tanto en manifestaciones como en los plenos, donde los vecinos hacían acto de presencia, vigilados por las fuerzas del orden.

Detenciones

Tres fonsagradinos fueron encarcelados a raíz de un polémico pleno, acusados de tirarle piedras al regidor. Permanecieron nueve días en la cárcel de Bonxe, mientras en A Fonsagrada el tiempo se detuvo. Millares de personas se concentraron cada tarde para pedir su liberación, que se produjo tras el abono de una fianza de 200.000 pesetas, recaudadas por la coordinadora vecinal. Xosé Campos, uno de los detenidos, recuerda el multitudinario regreso. "A xente levounos nos ombreiros. Tivemos un recibimento de heroes". Campos, que fue edil del BNG de 1995 a 2003, subraya: "Non tirei pedras, nin fixen mal a ninguén, pero estou orgulloso de loitar polo meu pobo. Se hoxe tivese os mesmos anos faría o mesmo. Creo que era unha causa xusta". Además de estas tres personas, muchas más fueron detenidas por los disturbios y al menos 17 sufrieron pequeñas condenas, pero ninguna ingresó en prisión.

Pese a las tensiones vividas, Xosé Campos cree que las diferencias y heridas se borraron con el tiempo. "Lévome ben coa xente doutros partidos e cos veciños. Case ninguén deixou de entrar no meu bar por razóns políticas".

Xosé María Campos: "Non lle fixen mal a ninguén e volvería defender o meu pobo. Á volta da detención recibíronnos coma heroes"

Persecución

La "movida" fue un fenómeno sociológico digno de estudio, pero tuvo también sus sombras, como los actos de persecución contra los concejales del PP, con pintadas en las paredes de las casas, el bloqueo de algunas cerraduras o el incendio en la puerta de la vivienda de la edil Isabel Cedrón. La exdiputada provincial prefiere "non remover cousas que pasaron hai trinta anos. O debate político derivou en actos violentos. O follón estivo promovido por persoas que non querían que o PP gobernase na Fonsagrada, que nos atacaron sen base nin fundamento", dice. "Traballamos para traer o mellor para A Fonsagrada e un deses grandes logros foi o instituto, pero non pararon de insultar e tirar pedras cando Fraga veu á inauguración".

El entonces alcalde fue otra diana de la violencia, "que afectou a todos os concelleiros do PP". Le volcaron el coche que usaba como guardia forestal e intentaron tirar la puerta del piso, con su esposa y sus dos hijos dentro. "Son cousas que teño superadas, como as trolas de que me deron cartos e merquei pisos. Iso si, sorpréndeme que a estas alturas algún membro da plataforma diga que aproveitei a movida para empregar os meus fillos na Xunta. Se fosen empregados públicos con 7 e 9 anos serían superdotados e agora estarían na Nasa", bromea.

En la otra parte también se pagaron peajes, le pasó a Xosé Fernández. "Vingáronse comigo, Son das poucas persoas que me operei dúas veces de apendicite, pero tamén a que tramitei dúas veces licencia para un proxecto de bungalós no meu cámping. A primeira, cando comecei as obras co visto bo de Lugo, paráronme os traballos en Santiago, puxéronme unha multa e sufrín importantes perdas", afirma.

En ese ambiente de tensión llegaron las siguientes elecciones, en 1995. El partido independiente Unión do Municipio logró la mayoría absoluta con 2.092 votos, ayudado porque no se presentó el PSOE, frente a los 1.731 del PP, o cal demostra que, pese ás presións, non todos estaban na nosa contra", concluye Arias Mon.

El nuevo gobierno no cumplió las altas expectativas de los vecinos, por lo que puede decirse que la "movida" no fructificó desde el punto de vista político, pero sí quedó como símbolo de un pueblo que se unió para afrontar el fantasma de la pérdida de servicios y evitar la sangría de la emigración.

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