Presente y futuro en la ribera del Navia

El compromiso de los vecinos de Negueira de Muñiz, Navia de Suarna y A Fonsagrada con la viticultura los sitúa a las puertas de conseguir un sello de calidad, que da especial protagonismo a los caldos elaborados con uva branca lexítima
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photo_camera Fermín Álvarez, junto a sus viñedos en Coea (Navia de Suarna). VICTORIA RODRÍGUEZ

Hace casi un siglo, la ribera del río Navia lucía, a su paso por Negueira de Muñiz, Navia de Suarna y A Fonsagrada, un paisaje lleno de viñedos que permitían el cultivo de una variedad de uva excepcional en todo el mundo, la denominada branca lexítima. Por aquellos tiempos, muchos vecinos eran productores y tenían bodega propia en su casa, lo que posibilitaba que disfrutaran de vino para su autoconsumo, al mismo tiempo que obtenían unos ingresos extra con la comercialización de los posibles excedentes.

Una de las claves que hacen tan especiales los vinos de las Terras do Navia es un microclima, más próximo al mediterráneo que al oceánico, que da vida a la variedad de uva branca lexítima que ofrece un mayor potencial aromático y de frescura. En el caso de las viñas de Negueira, estas crecen en una franja de altitud que oscila entre los 220 y los 340 metros, coincidiendo con la altura de la Praza do Concello.

La IXP puede ser el empujón que muchos jóvenes necesitan para animarse con la producción

Sin embargo, como en muchos otros casos, el despoblamiento que sufre el medio rural desde hace décadas provocó que los cultivos quedaran abandonados, dejando a Navia y Negueira huérfanas de productores. Esta situación llevó a algunos vecinos, hace ya más de 20 años, a comprometerse con la recuperación de parte de su historia. Uno de los pioneros fue Manuel Cancio, natural de Negueira y actual alma máter de Bodegas Panchín, que animado por su amigo José Mouriño Cuba decidió que era el momento de devolver a este municipio el que, hace años, era su sello de identidad. Tras él, otros como Fermín Álvarez, que posee una bodega en Navia "por puro ocio, para pasar el tiempo con los amigos", también entraron en la producción y son los responsables de que los vinos de las Terras do Navia estén a punto de recibir la Indicación Xeográfica Protexida (IXP). Actualmente, tras el visto bueno de la Consellería do Medio Rural y su posterior publicación en el Diario Oficial de Galicia (DOG), los vecinos están a la espera de la respuesta de la Unión Europea, que tiene la última palabra.

Este reconocimiento es el sello de calidad que mejor puede avalar los vinos de Negueira de Muñiz, Navia de Suarna y A Fonsagrada. Además de ejercer como escaparate para muchos compradores que no eran conocedores de su existencia, la IXP también puede ser el empujón que muchos jóvenes necesitan para animarse con la producción, llenando de vida pueblos como el de Coea, en Navia, en el que antiguamente llegaron a cosechar más de 90.000 kilos de uva en una campaña.

Expectativas

"Coa IXP podemos chegar máis lonxe do que imaxinamos"

Manuel Cancio, también conocido como Panchín, hizo las primeras pruebas en 1995 para, posteriormente, decidir en el 2001 que era el momento de embotellar su vino. Para el resto de productores de la zona, hablar de Cancio significa hablar de la persona que lo empezó todo y sirvió de inspiración. Uno de los ejemplos más cercanos es el de Adega Sidrón, empresa de tradición familiar que también se dedica de forma profesional al sector desde el año 2013.

Manuel Cancio reconoce que una distribuidora americana tanteó la compra de su negocio, "pero eu negueime, pois aquilo co que empecei cando ninguén me coñecía non se abandona". Actualmente, se muestra ilusionado con la bodega: "Coa IXP podemos chegar máis lonxe do que imaxinamos". Bodegas Panchín produce alrededor de 7.000 botellas como máximo al año, cifra que pretende duplicar con la llegada de la IXP.

Reivindicación

"Vivimos en un sistema que te obliga a marchar a la ciudad"

Héctor y Jose Álvarez son dos hermanos de Coea que, junto a Fermín Álvarez, se encargaron de devolver la tradición vitícola a este pueblo naviego.

Como el resto de productores, cuentan con una gran tradición bodeguera en su familia que les llevó, hace un par de años, a introducirse en la producción de vino y de miel, de forma paralela. Al hablar del pasado de Coea, los hermanos recuerdan que "el pueblo tenía una gran tradición, todas las casas tenían bodegas y bombas de vino, la gente se dedicaba a esto". Sin embargo, cuando eran adolescentes se vieron obligados a renunciar a este estilo de vida. "Vivimos en un sistema que te obliga a marchar a la ciudad, no te enseñan a vivir aquí", declaran. Ven fundamental que la gente joven encuentre oportunidades en el rural. "Tenemos que demostrar que hay más cosas que madera y casas abandonadas".

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