El Pazo de Doncos, en As Nogais, aparece puesto a la venta en el portal Idealista por 2,5 millones de euros, la cifra más elevada para este tipo de edificaciones en la provincia de Lugo e igualada en el ámbito gallego por otros dos singulares inmuebles históricos de A Coruña y Pontevedra, que se publicitan en webs del sector.
El edificio, de estilo neoclásico, es "unha das casas palacegas máis senlleiras da Montaña luguesa e incluso da provincia", asegura Xabier Moure, presidente del colectivo Patrimonio dos Ancares. Fue construido a principios del siglo XIX, y por su majestuosidad es conocido como Casa de su Excelencia, agrega Moure.
El inmueble, que se encuentra en un perfecto estado de conservación, fue objeto de una importante remodelación en el año 2002 a cargo de su actual propietario, Pablo López de Osaba. Su buen estado y su cercanía a la autovía del Noroeste (A-6) son factores que refuerzan la propuesta de venta, ya que muchos de estos inmuebles son adquiridos por empresas hosteleras, como sucedió hace unos meses con el Pazo de Adai, en O Corgo.
El Pazo de Doncos está rodeado por un gran muro de piedra con un portón de acceso al espacio ajardinado. Es un edificio rectangular, con tres plantas más ático. Otra de sus características son sus siete ventanales frontales en cada piso. En el lado izquierdo de la fachada hay una capilla, con un retablo neoclásico, y un palomar.
Este palacio fue construido por el primero y único marqués de Vilapún, de nombre interminable: José Bruno Antonio Francisco León Manuel Adonay Magdalena García de Vilouta, Santín y Valcarce, López Montenegro, Evia Miranda Sierra y Cienfuegos. Este personaje histórico falleció en Madrid en 1847.
Luis López Pombo, en su obra Hidalgos y casas señoriales de la provincia de Lugo, cuenta que en de 1752 vivió en un antiguo palacio, en el mismo lugar del actual, Gabriel López de la Magdalena y Montenegro, abuelo del conde de Villapún. Este historiador apunta que el diseñador del actual inmueble pudo ser Carlos Lemaur, un ingeniero jefe que dirigió las obras de la antigua carretera de Castilla a Galicia.
La familia Saavedra, afincada en Toledo, fue la penúltima propietaria del pazo, "que conservaba un escudo cuartelado coas armas dos Ribadeneira, Lemos, Valcarce e Balboa antes de ser incendiado y destruído durante a invasión napoleónica polas tropas francesas", aclara Moure.
