La deleitosa Dulce Baralla está de vuelta

La pastelería reabre con sus emblemáticos reclamos, como el brazo de gitano, a los que suma la repostería argentina
undefined
photo_camera El propietario de la pastelería, Joaquín Prado Jacob, y el actual arrendatario, Gastón Yorio. EP

No fue un viernes cualquiera. Los baralleses que acudieron al mercado esa jornada feriada se encontraron con una sorpresa. La emblemática pastelería Dulce Baralla abría de nuevo sus puertas, de la mano de Gastón Yorio, tras varios años cerrada. La localidad volvía a contar con un negocio que endulza su vida cotidiana.

El nuevo gerente de Dulce Baralla mantiene las recetas que dieron fama al establecimiento, como las cañas, las milhojas y el inolvidable brazo de gitano. La oferta se completa con pasteles típicos de la repostería argentina, país de procedencia de Gastón. "Aprovechamos la trayectoria de Dulce Baralla, con unos pasteles y tartas que le hicieron ganar una clientela fiel. Por otro lado, acercamos al público sabores de nuestro país de origen", precisa Yorio.

Entre la oferta de dulces argentinos destacan los alfajores, dos galletas redondas con dulce de leche en medio y bañados con este producto, con manzana o con coco. También preparan medialunas con distintos rellenos, como la crema pastelera o el omnipresente dulce de leche, "que es la auténtica golosina de mi país. Se come solo o como complemento de helados y tortas. Atrae a quienes les gustan los sabores muy dulces", indica Gastón Yorio.

Entre la oferta de dulces argentinos de Dulce Baralla destacan los alfajores

Dulce Baralla cuenta con cinco empleados: el gerente, su mujer, dos hijos y un pastelero que trabaja con ellos. Gastón Yorio apostó por este negocio "por el prestigio que tenía detrás Dulce Baralla y porque a mí y a mi familia nos gustó el pueblo y decidimos afrontar el desafío". No es la único proyecto que puso en marcha Yorio, que arrendó un negocio de lavado de coches. De cara al futuro tiene la ilusión de montar un asador argentino.

La reapertura de Dulce Baralla, donde también se vende pan de Palas y baguettes, fue recibida con "alegría. La gente echaba de menos que no hubiese una pastelería en el pueblo y vienen clientes de fuera. Hay ganas de endulzarse la vida para sobrellevar la pandemia", afirma Yorio. El negocio retoma su andadura con fuerza y abre todos los días, de ocho de la mañana a las diez de la noche.

Comentarios