A las diez de la mañana de este mismo 7 de junio, pero del pasado año, un fuerte estruendo sobresaltó a los vecinos de la tranquila localidad leonesa de Castro, situada en los márgenes de la vieja N-6, muy cerca ya del límite con Pedrafita do Cebreiro. "Oímos retumbar todo e cando saímos e vimos que caera a ponte, non dabamos crédito", afirmaba aquella misma mañana a este medio Carmen Martínez, una mujer que reside en la zona y que había sido testigo junto a su marido del colapso del tercer vano del viaducto de la calzada en sentido A Coruña de la A-6.
Un año después de aquel suceso, sin precedentes en la red de autovías del Estado, la A-6 permanece cortada y con muchas dudas sobre los plazos de reconstrucción facilitados por el Gobierno, finales de 2023 para la calzada sentido Madrid y finales de 2024, para la de A Coruña.
Y es que el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) mantiene para el fin de la obra las mismas fechas que daba a finales del pasado año, cuando solo se iba a actuar sobre el viaducto que colapsó inicialmente y cuando no se contemplaba tener que demoler los demás puentes existentes en las dos calzadas de este tramo de la A-6.
A día de hoy, el Mitma asegura que los trabajos marchan al "ritmo previsto" en los tres viaductos afectados, "con los tableros desmontados en su totalidad" y restando únicamente por derribar "alguna pila de la calzada sentido A Coruña", que este martes todavía se mantenían en pie.

También este marts se podía ver que se habían iniciado algunas cimentaciones en los viaductos que se reconstruirán en la calzada sentido Madrid, que es la que se quiere abrir con tráfico bidireccional antes de que acabe este año.
Pero, aunque el Mitma asegura que en la zona se está trabajando "con todos los medios humanos y económicos" posibles, la realidad es que los tiempos de ejecución serán muy justos. Y es que aunque con el inicio de las cimentaciones ya se puede decir que se ha comenzado oficialmente la reconstrucción del primero de los viaductos, los siguientes pasos a dar requieren unos plazos difíciles de apurar.
De este modo, antes de que acabe el año sería necesario finalizar las cimentaciones, levantar las pilas, montar la autocimbra, hormigonar los vanos, tesar, impermeabilizar, ejecutar los acabados y realizar las pruebas de carga. En base a todo ello, los técnicos calculan que, al ritmo actual y "si no hay contratiempos", esa calzada sentido Madrid podría estar finalizada hacia marzo o abril del próximo año.
Pero si ese es el plazo que se maneja para que el tráfico en ese punto no tenga que ser desviado a la altura de Pedrafita do Cebreiro por la antigua N-6, la reconstrucción de la calzada sentido A Coruña se plantea como más laboriosa, por mucho que el Gobierno insista en tenerla lista a finales de 2024.
En este caso, la reformulación de plazos será obligada si, tal y como plantea el Mitma, la reconstrucción se hace por un proceso de licitación pública y no de emergencia. Y es que, en este caso, el proceso administrativo supondrá dilatar considerablemente los tiempos, entre la redacción, aprobación de las cláusulas administrativas, licitación, exposición pública, adjudicación y aprobación del proyecto, lo que podría consumir unos ochos meses.
Un proceso administrativo similar sería necesario también para licitar los trabajos, por lo que a través de esta fórmula las máquinas no podrían empezar a trabajar hasta la segunda mitad de 2025, desbaratando así todas las actuales previsiones.

De este modo, cuando ya se ha cumplido un año del corte de una de las principales arterias de comunicación entre Galicia y la Meseta, sobre el valle de Castro continúan sobrevolando muchas dudas sobre la vuelta a la normalidad de lo que en su día fue, paradójicamente, catalogada como unas de las grandes obras de la ingeniería mundial, recibiendo por ello numerosos reconocimientos internacionales.