Xacio Baño: "Cada uno puede ser lo que quiera si trabajas fuerte"

Le hubiera gustado dirigir ‘Apocalypse Now’ y reconoce que en el Festival de San Sebastián hay mucho glamour. Su nombre, Xacio, lo buscó su tío, Antonio Rodríguez Basanta, a petición de sus padres.

Xacio Baño na súa casa de Xove. AMA
photo_camera Xacio Baño na súa casa de Xove. AMA

UNA MALA experiencia universitaria derivó y provocó que Xacio Baño (Xove, 1983) se pusiese detrás de las cámaras y el cine ganara a un buen director. Tras la presentación de su largometraje Trote en el Down Town del cine español, el Festival de San Sebastián, su prestigio y fama han subido otro escalón hacia el mirador de las estrellas. Pero quedémonos con la persona, con el joven de Xove al que sus padres pusieron Xacio.

Con respeto pero con curiosidad, ¿de dónde sacaron sus padres ese nombre? Es la primera vez que lo escucho.

Mis padres son de Xove los dos. Cuando me tuvieron eran jóvenes y le encargaron a mi tío, Antonio Rodríguez Basanta, entonces cura en Viveiro, que buscara un nombre corto, raro y gallego. Mi tío hizo su trabajo y les propuso Xacio, que viene de una leyenda de un sireno de agua dulce del río Miño. Y me quedó.

Curioso. El caso es que usted nació en Xove pero se fue pronto.

Sí, a los tres años marché por el trabajo de mis padres a O Barco, pero mi casa sigue estando en Xove.

¿No se planteó, como muchos mariñanos, intentar entrar en Alcoa o en alguna de sus auxiliares?

Para nada. Y eso que mi tío y mi abuelo trabajaron allí, pero en mi chip no estaba eso.

Tras cursar los estudios básicos estudió ingeniería, ¿qué pasó?

Sí, estudié unos años, pero me di cuenta que no era lo mío. Quería crecer, descubrir quién era y lo de ingeniero no me iba a llevar a ello. Pensé que cada uno puede ser lo que quiera ser, una teoría muy americana y poco europea, y es que si trabajas fuerte puedes ser lo que quieras.

Y apostó por el cine.

Sí. Nunca me había interesado el cine como arte ni como entretenimiento. Me pregunté qué es lo que me llenaba, algo que me hiciera sentir bien, hacer algo de provecho para mí y para la sociedad y aposté por el cine.

¿Cómo se lo tomaron sus padres?

Fue muy doloroso. En el fondo es decepcionar, es decirle a tus padres que con esto no puedo. Me tomé un año sabático, no sabía qué iba a hacer, estaba a tientas, pero vi que el cine, las imágenes, el sonido, la escritura, era algo que me llenaba y se lo dije a mis padres. Y mi padre me respondió: ‘¿Pero si tu no ves cine?’.

Y se apuntó a la escuela de cine.

Sí, en Ponferrada. A las escuelas llega gente que saben más de lo que les enseñan, pero a mí me sirvió de mucho porque no tenía ni idea. Yo llegué allí por necesidad y la necesidad es muy poderosa: yo necesitaba ser cineasta.

Hablemos del presente, ¿hay mucho glamour en San Sebastián?

Hay glamour, hay alfombra roja, famosos... En ese momento entendí por qué los actores y directores más conocidos se pueden separar un metro del suelo, por cómo los respetan, por cómo los colocan en un puesto en la sociedad. Te sientes todopoderoso, se sube tu nivel de ego.

¿Le costó mucho elegir su atuendo para la fecha?

No. Llevé unos tenis verdes, una camisa de manga corta blanca, una sudadera deportiva americana y vaqueros.

¿Con qué famoso habló?

No soy nada mitómano. Es más, si veo a gente muy top me aparto de ellos para protegerme.

¿Qué película le hubiera gustado dirigir?

Pues Apocalypse Now. Estar dos años rodando en la selva, con mil desencantos, pero con una producción de esa envergadura. Son productos donde el artista pone su visión de las cosas. Por eso quiero agradecer la confianza que tuvo en mí Frida Films, que me dio la mano que me dejó contar lo que yo quería contar.

¿Cómo se ve dentro de 5 años?

Me imagino con mi segundo largo hecho, escribiendo, haciendo más cosas, con más problemas en la cabeza. Me veo siendo más exigente conmigo mismo.

¿Qué le ha pedido a Papá Noel?

Yo soy más de Reyes, y les he pedido un libro sobre postales antiguas de Santiago. Estoy investigando para hacer una película, que en principio va a ser un corto.

Y un deseo para 2019.

El único deseo es más trabajo y más responsabilidad individual. Que cada uno sea responsable de su parcela en el mundo, no volcar las culpas sobre el otro.

Comentarios