Viveiro hará hijo predilecto a Adrián Ben, que cumple años el día de la final

La final de 800 metros podrá seguirse a través de una pantalla gigante en la localidad
Adrián Ben. EP
photo_camera Adrián Ben. EP

El ayuntamiento de Viveiro, cuna de Adrián Ben Montenegro, el primer atleta español que se mete en una final olímpica de 800 metros, hará hijo predilecto a este ídolo local, que el miércoles, día en que se disputa la final a las 14.05 horas, cumplirá 23 años, con este regalo de sus paisanos.

El gobierno local, presidido por María Loureiro, ha emitido una breve nota en la que informa de que la mencionada distinción será abordada en el pleno de esta semana y se le otorga a este deportista no solamente por sus notorios "éxitos", también "por los valores que transmite", por su "trabajo y humildad".

El día 4 habrá en este municipio de A Mariña, la costa lucense, una pantalla gigante, con ubicación todavía por decidir, para seguir la gesta de este joven que registró en meta un tiempo de 1:44.30 que le dio el cuarto puesto en la segunda serie y una de las dos plazas de repesca.

La suya es la mejor marca de un ochocentista español en la historia de los Juegos Olímpicos.

En los Mundiales de Doha 2019 Ben ya hizo historia al ser el primer ochocentista español en una final desde que lo estuvo Tomás de Teresa

En su casa, en su Galicia natal, lo han bautizado como el "señor Remontadas" y destacan de él su tesón, desde que se inició, en la que es su pasión, a los quince años, cuando empezó a entrenar en Lugo haciendo hora y cuarto de camino.

En 2017 el excelente mediofondista voló a Madrid para avanzar en su sueño. Dejó atrás a sus padres y a sus amigos. Y dedicó su tiempo a correr.

"Corro para ganar", como todos, dice. Y cuenta siempre que entrenó muy duro para acabar con ese deshonor del mediofondo, algo que cumplió con su nuevo hito. Nunca hubo un español donde está él.

Todo hacía presagiar que eso iba a ocurrir. En los Mundiales de Doha 2019 Ben ya hizo historia al ser el primer ochocentista español en una final desde que lo estuvo Tomás de Teresa, en este mismo estadio de Tokio, hace tres décadas. 

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