Una vida de pasión por el ladrillo

Ramón Rodríguez Vizoso, que cumple hoy 90 años, fue el fundador de Os Molineros junto a su hermano Antonio. Aprendió la profesión de su tío José Vizoso, más conocido por El Molinero, que dio nombre a la empresa. De familia humilde, trabajó domingos y festivos para sacar adelante un negocio muy asentado hoy en día
Ramón Rodríguez en la playa de A Rapadoira, en Foz. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Ramón Rodríguez en la playa de A Rapadoira, en Foz.

CON UNA SALUD a prueba de bombas, con la mente despejada y una notable agilidad física, Ramón Rodríguez Vizoso (Fazouro, 1930) cumple hoy 90 años. Su carnet pone que nació el 12 de octubre, pero él dice que fue el 10. Junto con su hermano Antonio fue el fundador de Construcciones Os Molineros S.L. Toda una vida dedicada a la construcción y a la promoción en A Mariña.

De familia humilde, sus comienzos fueron duros. "El primer trabajo que recuerdo fue plantando pinos para los frailes cuando salía del colegio, con 14 años", cita, rebuscando en los rincones de su memoria. Hijo de Francisco y Amalia, su padre se dedicaba a la agricultura y su madre era pescatina. Ayudaba en casa en la labranza y a hacer conservas de chicharro lañado que luego vendía su madre en el mercado de Ferreira. Incluso picó piedra en la carretera que une Fazouro con San Acisclo.

Pero su primer empleo relacionado con la construcción fue con una empresa llamada Zubizarreta, como aquel portero internacional. "Trabajé en el puente de Fazouro y en las casas baratas", rememora. También trabajó con César, un contratista de Vilaronte, pero donde se empezó a forjar Os Molineros fue cuando unió su destino con su tío, José Vizoso Pérez, más conocido como O Molinero (de ahí el nombre de la empresa).

Su tío fue quien le enseñó el camino y el oficio. "Hacíamos arreglos en las casas, como cuartos de baño, lucidos exteriores e interiores, fachadas de casas", dice. Corría 1950. Había cumplido los 20 años. Recuerda como entonces "llevábamos la comida de casa y utilizábamos la Casa Maragata o la Casa Polito para tomar la bebida", comenta. Una de las primeras casas que construyó con su tío fue la del Pechereno, en la calle Corporaciones de Foz.

Pronto se unió a ellos su hermano Antonio, y formaron un trío que funcionaba a las mil maravillas y que eran conocidos como Os Molineros. Pero en el año 1967, O Molinero dejó el oficio y, posteriormente, se creo la empresa Hermanos Rodríguez Vizoso, el germen de la actual Os Molineros, que se constituyó con este nombre en 1986. "La fundamos con un capital de 6 millones de pesetas siendo socio junto con mi hermano Antonio y los hijos de ambos, Javier y Juan", advierte.

LOS PRIMEROS PASOS. "Todo el mundo nos conocía como Os Molineros; siempre tuvimos trabajo y más cuando mi hermano Antonio empezó a ampliar nuestro radio de acción yéndose a Burela", explica Ramón. "Hacíamos sobre todo casas, que solían ser de planta baja y dos pisos", comenta. En Burela fue también donde realizaron la primera promoción de venta de vivienda, en un edificio en la calle Rúa da Pedra. Al mismo tiempo inician en Foz la construcción del edificio Capitolio en la Avenida da Mariña.

Pero no se quedaron ahí. A partir de la década de los 70 también realizaron obra pública, como colegios, estaciones de servicio o reformas en casas consistoriales.

«La obra de la que me siento más satisfecho es la del asilo», dice, orgulloso. Allí estuvieron trabajando durante casi dos décadas, reformándolo y haciendo la ampliación de la parte posterior. «También hicimos la cubierta de la catedral de San Martiño de Mondoñedo», subraya, uno de los monumentos históricos más importante de la Costa de Lugo.

"Trabajaba muchas horas, también los domingos", recuerda Ramón, que muchos días, después de cenar, bajaba a la oficina a seguir con la puesta a punto de la empresa. Y es que lo suyo fue pasión, tanto por la construcción como por la promoción. "A mí me gustaba mucho, disfrutaba, por eso le dedicaba tantas horas; eran otros tiempos, entonces no había ordenadores como ahora", advierte, y recuerda como los domingos "los pasaba por Barreiros vendiendo parcelas".

Su profesión, su pasión, le dejó dividendos en forma de amistades de dentro y fuera de la empresa. "Hice muchas amistades, pero si tengo que nombrar a alguien es a Pepe do Chirolo, con el que sigo tomando café todos los días, a Mundo y a Roberto. Es con los que tenía más confianza", señala, y añade. "Me gustaría agradecer a todo el personal que trabajó conmigo porque sin ellos este proyecto empresarial no habría sido posible; también dar las gracias a clientes y proveedores y a los mariñanos; mi objetivo siempre fue poder ofrecer el mejor servicio a los clientes y dar a conocer A Mariña lucense en Madrid, Castilla, Asturias, Galicia y otros sitios de España".

Con el paso de los años fue dejando el testigo a su hijo Javier y a su sobrino Juan. "Cuando fue el momento de dejarlo hubo un tira y afloja, me costó un poco, pero tenía que dar un paso al lado", reconoce Ramón, que es feliz "porque mis descendientes hayan seguido con la empresa". Y la estirpe familiar continúa, porque su nieta Nerea ahora también trabaja en Os Molineros. Ya es la tercera generación.

Otra de las cosas de las que se siente más orgulloso es del trabajo que ha podido ofrecer a mucha gente de Foz y de la comarca mariñana. "Tuvimos mucha gente trabajando para nosotros", afirma, y reconoce que se ha llevado muy bien "con casi todos los alcaldes".

UNA NUEVA AFICIÓN. Una vez retirado, su mayor afición son los montes. "He comprado algunos montes y me gusta cuidarlos y prepararlos", dice Ramón, que pasa la época estival en su vivienda en Foz mientras que el invierno vive con su mujer Remedios en la casa de su hija Chus, con su yerno Moncho y sus nietos Pablo e Iago, en A Coruña. Su hijo Javier continúa residiendo en Foz con su nuera Marisa y su nieta Nerea.

Uno de los secretos para llevar una vida profesional con tanta dedicación fue la familia, donde siempre encontró el apoyo de su mujer, mientras él se dedicaba a la faceta empresarial.

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