Quién lo diría, hoy la falta de microchips chinos ralentiza o casi paraliza las fábricas de vehículos pero hubo épocas de hacer de la necesidad virtud y tirar de ingenio para poder circular y trabajar. A veces la única electrónica a bordo era la que conectaba faros, claxon, arranque y un único manómetro del cuadro para la presión de aceite. En la carroceta, nacida artesanalmente del esfuerzo de talleres que reciclaron chatarra militar italiana o viejos camiones de EE.UU. adaptándolos a los caminos de monte y agropecuarios, lo espartano sigue vigente.
Esta de Antonio Vila Castro, vecino de San Román de Vilaestrofe (Cervo) y conocido como Electroimán, salió del taller de Piñón en Ortigueira pero las carrocetas se fabricaron en muchos sitios, triunfando sobre todas las de A Pontenova: Veiga y O Rubio, Miranda, Macón, Castro, Lolo... las hacían, hasta el punto de producirlas nuevas en Mafsa (Miranda, Alonso (O Violo) y Fernández, y luego en IPV.
De cómo llegó esta a Cervo, a la que su propietario ya jubilado le acaba de dar una buena mano de azul tras bregar con madera, leña y cuantos portes difíciles se pusieran por delante, lo cuenta el propio Antonio: "Meu pai traballaba con ela para os madeiristas ou para levar esterco, mulime e moitos outros portes nos que houbo de substituir os carros de bois, e compráralla a un señor das Pontes", dice Electroimán, que heredó la carroceta y el apodo paterno de cuando este había instalado un pequeño generador en el regato de su Miñotos natal. Después se vino para Trasbar y acabaría asentándose en San Román. En la matrícula, el vehículo sigue llevando la C de A Coruña, sin letra.
Eran tiempos de improvisar, alternando el trabajo en el mar durante la costera del bonito, a bordo de barcos como el Aquilino Gijón, Divino Corazón o el Domingo Díaz donde Antonio hizo de cocinero o motorista, con los del monte, realizando las reparaciones básicas de la carroceta en la propia casa. Pudo continuar con ella al prejubilarse a los 60 años gracias al coeficiente reductor como marinero. "O Divino Corazón era o máis pequeniño de Burela e eu para embarcarme a primeira vez tiven que facelo na Coruña porque tiña 14 anos e aquí só te enrolaban a partir de 15", recuerda.
Variadas y siempre 4x4
Hubo reformas de muchos talleres como esta de Ortigueira y las de más éxito eran las pontenovesas
Esta carroceta es un logo con muchas partes y adaptaciones sobre chasis (más bien documentación) del antiguo camión militar que pasó a la vida civil en el 1964. Se recortó y estrechó el chasis, incorporándole un motor diésel Barreiros de unos 65 CV, cabinándola e instalándole cabrestante delantero. El cable pasaba desde el morro hacia atrás con un gancho a través del agujero en la cabina (hoy ciego). Así subían los troncos, ayudándose a menudo de puntales para dominar los más gruesos. La fraga de Rúa, los montes desde Fazouro a Sargadelos, Cervo y San Cibrao eran su medio natural aunque en una ocasión lo llamaron para una gran saca forestal en Meira, pero no le compensaba a pesar de ser un experto.
"Cando se comprou –explica Antonio–, viña cun grupo dun camión Morris e andaba moito pero non tiña redución, para os camiños non valía e puxéronlle no taller de Cachorro en Foz diferenciais coa transmisión Ford". Ya traía reductora y las dos botellas hidráulicas para el volquete. Al ponerle ruedas dobles detrás asumía más carga y también le reforzaron las ballestas con dos hojas más. Muchos cambios, más estable atrás pero todavía hay que ir con cuidado con ella pues, si se mojan en los charcos, los forros de freno pierden efectividad y son vehículos delicados de llevar, no solo por su altura. "Frea coma un turismo, é o que ten", reconoce el propietario.
"Xa envorquei cinco veces con ela pero sempre caín ben, anque dunha vez levei un bo apuro porque de non ser polos fungueiros daría 30 voltas polo monte abaixo. Ía subindo en primeira e tiven que sacar a marcha para manobrar cara atrás nunha curva pechada...e coas zapatas molladas, aló fun", recuerda quien la conoció al volante desde chaval, bastantes veces cuesta abajo. Hay que ser chófer, y saber trabajar con el cabrestante y la roldana. La carroceta, muy superada en la actualidad por autocargadores forestales capaces de trabajar en pendientes aún más imposibles, sigue siendo sencilla y robusta.
Antonio compró otra parecida proveniente del aserradero de Seivane en Lourenzá, con cabina abierta, pues las piezas le servían de repuesto en la suya. Valen los grupos, reductora, arranque...aunque hace poco tuvo que moverse para conseguir los faros adecuados. Y a lo largo de los años se hizo con cubiertas viejas de la rara medida 700x20, a recauchutar. "Isto novo xa non hai", señala. Le hace pocos kilómetros al año pero todavía pisa el monte para su servicio.
Gran parte de su vida laboral Antonio la ha hecho en la fábrica de Aluminio, en los departamentos de Electrolisis, Anexos y Fundición, conduciendo un camión de colada para los tochos y placas. Había bregado de joven manejando la carroceta y en Fundición coincidió con un compañero mecánico de A Pontenova que las también las fabricó y reparó, Jesús Rodríguez, Loureiro, quien trabajara en su juventud para O Rubio.
Con él, cualquier consulta o reparación tenía una mano amiga. Todavía colaboraron en ampliar un poco la plataforma de esta carroceta. "Loureiro dicía onde atopar pezas na Ponte, maiormente en Miranda, ou sabía montar un palier que eu non daba encaixado coas seis bolas", recuerda.
Loureiro indica que las carrocetas se reconstruían en muchos lugares a partir de los más variados vehículos, no solo de las famosas autocarretas italianas OM llegadas para la Guerra Civil. "Autorizábaas Industria cun número de chasis e logo se acortaban e estreitaban, pasando dunha tracción a ser 4x4", explica el experimentado mecánico, quien transformó más de un chasis del Ford 4 y Ford 8 "que non había quen os furase". Además de las que sacaron entre Veiga, O Rubio, González Trigo (Macón), Miranda, Jose Antonio de Modesto, Lolo, Castro o el mismo Peña que trabajó también con este último y luego se estableció en A Veiga por su cuenta, Jesús Rodríguez también recuerda estos trabajos en el taller de Enio en Riotorto, Vallejo y Carreira Chá en Meira y más en Galicia que solían recurrir también a motores Perkins o los Ebro de 4 cilindros. Una herradura, el logo y parrilla Barreiros, el parabrisas entero o partido, con cabina o descapotada, la carroceta "sin marca" todavía la identifican en su origen quienes la trabajaron o fabricaron.
Muchas siguen en la brecha, sobre todo en zonas montañosas gallegas y asturianas para trabajos particulares, y las hay de colección. Electroimán asegura que la suya puede ser "das poucas que quedan andando deste tipo, anque outros moitos modelos morrerán nas palleiras". En su parroquia recuerda otra, la de Xe, reformada por O Cachorro de Foz con cabina de A Pontenova y volante a la izquierda. En su casa tampoco ha sido la única. Con posterioridad a la carroceta que llegó de As Pontes, adquirieron otra basada en un Ford, a la que Paz Palmeiro, el afamado fabricante de grúas forestales en Ferreira de O Valadouro, le dio nueva vida con unos diferenciales de GMC. Era de un vecino de Merille y comprada al taller de Balseiro en Viveiro. La idea era trabajar con ella pero su mayor virtud actual es la grúa, que lo mismo arranca un frutal que levanta otro árbol en la finca.
Resulta curioso que a veces las ITV se pongan tan tiquis miquis, cuando en tiempos Industria autorizaba transformaciones que aguantan 60 años de duro trabajo. Esta pasa la inspección cada seis meses, con ese único limpiaparabrisas y el volante a la derecha. Y no está inscrita como clásica. "Do Exército veu documentada cun número pero nos papeis non ten nin marca nin modelo, algo que chocaba en Tráfico", ironiza. Es una carroceta, donde la calefacción llega directamente del motor que ruge junto a la pierna izquierda, o la derecha. Y punto. A personas como Electroimán no las va a frenar la escasez de microchips.