El turismo rural, ante su reto más incierto

La ocupación en este tipo de hospedajes fue muy baja en el mes de julio, lastrada por el rebrote en la Costa de Lugo, pero en agosto la situación mejoró y la facturación fue muy similar a la de otros años anteriores. Ahora se abre un periodo de incertidumbre
Antonio Pérez, en Casa Guillermo, en Barreiros. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Antonio Pérez, en Casa Guillermo, en Barreiros. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Se acabó el verano y los propietarios de las casas rurales miran su cuenta de resultados. Los números rojos escuecen, pero menos de lo que se podía prever en julio, cuando A Mariña quedó confinada por un rebrote de coronavirus que tuvo como epicentro la localidad de Burela y las expectativas eran grises tirando a negras. Agosto ha servido de salvavidas a una época estival bipolar, preocupante en julio y notable en agosto. Superado un septiembre irregular, ahora llega la incertidumbre del otoño e invierno.

La coyuntura social provocada por la pandemia del covid-19 podría haber beneficiado a las casas rurales en la Costa de Lugo, a priori. Una comarca que no está masificada en cuanto al turismo y que dispone de una buena red de alojamientos rurales alejados de las zonas más pobladas. Pero el rebrote que tuvo su epicentro en Burela, pero que confinó a toda la comarca durante varias semanas, cercenó las esperanzas de un buen verano para este tipo de negocios. Al ser una de las primeras, A Mariña estuvo muy expuesta en los medios de comunicación tanto locales como nacionales, lo que perjudicó notablemente, según los dueños de estos negocios, la visita de viajeros. "A Mariña lucense ha quedado quemada, a ver cómo se recupera", dice Manuel Vicente, presidente de la Asociación de Turismo Rural de la Mariña lucense (Aturmar).

Manuel Vicente: "A Mariña lucense quedó quemada tras la exposición que tuvo en los medios por el rebrote, a ver si nos recuperamos"

Propietario de la casa de turismo rural Anatur, en Cervo, Vicente analiza lo que ha sido el verano por la comunicación que ha tenido con sus compañeros. "Agosto ha sido agosto, como cualquier otro año, con las particularidades de las reservas de última hora, pero el mes de julio fue malo por el rebrote, por lo tanto, la media es que ha sido un verano inferior a los años anteriores en cuanto a facturación", valora.

Vicente critica el tratamiento que se dio en los medios de comunicación al rebrote de la Costa de Lugo "creando alarmismo e inseguridad, lo que provocó que hubiera muchas anulaciones en el mes de julio", subraya.

Algunos alojamientos, como Casa Guillermo, en Barreiros, cambiaron incluso la manera de trabajar. Hasta este año alquilaban las cinco habitaciones de las que disponía la casa por separado, mientras que este verano decidieron alquilar una planta entera, de cuatro habitaciones, a grupos y familias, y la quinta habitación dejarla vacía. "Lo hicimos por nosotros también, para tener menos mezcla de clientes y más seguridad", afirma Antonio Pérez, el propietario del lugar. A la hora de comparar la facturación con años anteriores, declina la posibilidad "porque al variar la forma de alquilar no te podría decir, pero agosto fue bien y julio mal", apunta.

PÉRDIDAS EN JULIO. Quien si se atreve a valorar cómo afectó el rebrote a su facturación es Miguel Rodríguez, propietario de Casa da Penela en Mondoñedo. "No lo tengo contrastado todavía, pero calculo que hemos facturado un 20 o 25% menos que otros años en el total del verano", apunta. José Manuel Casar, dueño de Casa Lamelas, en O Vicedo, lo especifica aún más. "Te podría decir que en julio facturamos un 40% menos por el tema del rebrote, pero en agosto tuvimos una ocupación que rozó el cien por cien, como cualquier otro año".

Miguel Rodríguez: "No lo tengo contrastado todavía, pero calculo que hemos facturado un 20 o 25% menos que otros años"

A la hora de hacer números, recuerda la inversión que tuvieron que hacer todos los establecimientos de este tipo para adaptarse a las normas impuestas por las autoridades a raíz de la pandemia del coronavirus. "Hubo que hacer un desembolso para adaptarnos a los que nos pedían y eso también suma", dice Manuel Vicente. Y en algunos alojamientos, como Casa da Penela, también les afectó la crisis sanitaria a la hora de dar comidas. "Nosotros trabajamos previo encargo para grupos y ahí si que se notó más, porque la gente no tenía la confianza como para hacer ese tipo de comidas", explica Miguel Rodríguez, que cree que "poco a poco se va a ir normalizando la situación", y añade, de manera personal que "yo soy de los que pienso que si nos hacen un test a todo el mundo habría un tanto por ciento altísimo que daríamos positivo; el virus ha perdido letalidad y espero que todo vuelva a la normalidad", reflexiona este empresario.

CUMPLIR LAS NORMAS. Sobre los clientes que han estado alojados en Mondoñedo, afirma que "muchos son repetidores, de otros años, sobre todo los de agosto", y añade: "No son muy tiquismiquis, cumplen las normas, pero aquí es relativamente fácil cumplirlas porque tenemos unas instalaciones amplias y un finca con más de una hectárea". Esto es algo extrapolable a la mayoría de alojamientos rurales, que se caracterizan por tener espacios más amplios que en los hoteles más al uso.

Antonio Pérez, de Casa Guillermo, advierte que los clientes "preguntaban mucho sobre las medidas de seguridad, sobre la amplitud del jardín; tenían bastantes dudas a la hora de hacer la reserva", señala. En Casa Penelas, la mayor preocupación de los clientes, según Casar, era "la hora del desayuno, porque las cenas con todo este tema del covid-19, las suspendimos", concluye el empresario hostelero.
 

Septiembre se movió sobre todo con reservas hechas a última hora
Los primeros días de septiembre no fueron nada buenos en cuanto a pernoctaciones en las casas de turismo rural. La incertidumbre, unida al comienzo del curso escolar, frenó la llegada de visitantes. Los empresarios coinciden en que en este mes hubo menos gente que en otro años, aunque José Manuel Casar, de Casa Lamelas, en O Vicedo. explica que pudo notar que "la gente reservaba a última hora, y miraba también si hacía buen o mal tiempo", completa.

Manuel Vicente tiene la teoría de que en la comarca mariñana la última semana de agosto es como si fuera ya la primera de septiembre. "Si a esto le añades la nueva normalidad, que empiezan los colegios, sale un mes de muy baja ocupación", dice, y añade: "Ahora lo que toca es planificar el 2021".

Desde Casa da Penela esperan que se normalice cuanto antes la situación. "Tenemos la esperanza de que a largo plazo las cosas vuelvan a ser como antes, a partir de la Semana Santa de 2021, pero aunque el invierno no tiene nada que ver con el verano, estaría bien que se fuera normalizando ", dice Miguel Rodríguez. Todo el sector mira ahora lo que sucederá con un otoño y un invierno que se pueden volver muy negros porque no hay ninguna perspectiva ni de vacuna ni de cura. Temen que incluso no se recuperen hasta el verano.

Comentarios