El temporal arroja a las playas cartones de tabaco y cadáveres de mamíferos y aves

Las cajas de cigarrillos deterioradas podrían pertenecer a contenedores que perdió el MSC Eloane frente a Galicia ►A Marosa, O Torno o Esteiro son arenales con estos restos pero podrían estar esparcidos por todos los acantilados

photo_camera Cajetillas de tabado deterioradas entre las algas, en la playa de O Torno. AMA

A MARIÑA. Cartones de tabaco y cajetillas han aparecido en las últimas horas esparcidos por la arena de varias playas tras ser arrastrados por un temporal que también dejó restos de aves y mamíferos marinos que no han podido con el embate del océano. El tabaco, ya estropeado por el mar, procedería supuestamente de contenedores, pues fueron 40 los que perdió hace unas semanas el mercante MSC Eloane frente a Galicia en su ruta de Rotterdam a Tánger. El buque de bandera liberiana y 400 metros de eslora navegaba a 40 millas de la costa cuando informó a Salvamento Marítimo de la pérdida de mercancía durante el mal tiempo y pronto las playas de la Costa da Morte se llenaron de tabaco estropeado y botes de leche en polvo. Ahora el mar de fondo del noroeste parece haber traído también hasta A Mariña restos de esa carga.

Durante un recorrido por la costa burelesa durante la tarde del domingo, sobre la playa de A Marosa volaban gaviotas pero, algo no muy usual, también un bando de cuervos, lo que suele indicar presencia de carroña de animales muertos. Efectivamente, el cadáver de una cría de foca, bastante deteriorado ya, parecía ser su objetivo pero había también en la arena algún esqueleto de frailecillo y restos de un pequeño jabalí que, o bien murió arrastrado por las aguas o fue víctima del oleaje al acudir a carroñear a la playa.

Entre la acumulación de algas, madera, basura plástica, trozos de palas eólicas perdidas recientemente por otro mercante y restos de aparejos de pesca que suele arrastrar el temporal, lo más inusual eran las cajetillas de tabaco diseminadas por toda la playa. Cigarrillos Marlboro de tres tipos distintos y perfectamente empaquetados pero estropeados por el agua y probablemente arrancados de la cubierta de un contenedor por un golpe de mar. En O Torno había decenas de cajetillas y en A Marosa o Esteiro de Xove también apareció leche en polvo, en latas de 2,2 kilos y rotulada para Kuwait Supply Co. S.A.K, producida y elaborada en Holanda, aunque en envases distintos a los vistos en playas de Fisterra, Cee y Malpica. Las cajetillas están rotuladas en árabe y sí son similares.

La playa xovense, mejor orientada al noroeste, también estaba "sembrada" de cajetillas y algunos pájaros marinos muertos.

LA GLOBALIZACIÓN. Todavía se recuerda en la Costa da Morte la llegada de un cargamento de latas que parecían de pintura blanca y que llevó a muchos vecinos a decorar con ella las fachadas. Hasta que aparecieron las moscas, pues se trataba de leche condensada. En A Mariña embarrancamientos como el del Carabeka o los bidones del Casón también han nutrido de historia, trágica, el recuerdo popular. En las dos guerras mundiales, los restos de los torpedeamientos dieron incluso para pequeñas fortunas familiares a costa del caucho que no pudo ser incautado oficialmente. Y hubo fardos de seda para confeccionar "visos" en algún puerto durante años.

Hoy la pérdida de mercancías durante los grandes temporales no causa sorpresa. Playas que amanecen sembradas de listones de madera o incluso fruta. El pasado invierno hasta Esteiro de Xove llegaron kilos y kilos de naranjas o de pimientos rojos. Los contenedores perdidos están a la orden del día y en 2011 el Monterey Bay National Marine Sanctuary (MBNMS) incluso lanzó una investigación para estudiar los efectos de los mismos una vez que van al fondo.

Unos 10.000 contenedores caen al mar desde portacontenedores que navegan por todo el mundo, según el organismo estadounidense Monterey Bay National Marine Sanctuary. Algunos flotan durante meses antes de irse al fondo y son un peligro para la navegación. Los arrastreros levantan cada día del lecho del mar objetos arrojados o perdidos y tienen marcados en sus instrumentos de navegación "objetivos" como los cascos hundidos y los contenedores aparecen tras las tormentas, para no destrozar sus aparejos.

Alrededor del 90% de la mercancía no a granel que viaja por el mundo lo hace en portacontenedores y muchos de los perdidos cuando llegan mares con olas de nueve metros son irrecuperables, por el alto costo que supondría rastrearlos y sacarlos a la superficie. Aunque esos contenedores caídos de la cubierta suelen estar rotulados, las reclamaciones de los gobiernos sobre los mismos suelen caer en saco roto. Los perdidos aumentan cada año pues hay millones en tránsito todos los días y según los marinos, algunas zonas parecen escombreras, al unirse los residuos de áreas densamente pobladas.

Se vigila que no sean arrojadas pilas, aceites y filtros, y para evitar que el agua de lastre contamine otras costas. Todo tiene consecuencias y los biólogos han tratado de investigar lo que ocurre alrededor de los contenedores. En el estudio del Monterey Bay recogieron muestras de sedimentos para su análisis biológico y químico, para ver los efectos sobre los peces de estos contenedores que se fueron al fondo con llantas, sillas de cuero o colchones. Querían ver la cantidad de animales marinos dentro y fuera de ellos. «Para empeorar las cosas, no toda la carga de los contenedores es inerte. Quizás el 10% contiene productos químicos domésticos e industriales que podrían ser tóxicos para la vida marina», decía en su informe.

Cascos de buques hundidos en la plataforma continental, que suelen estar bien cartografiados tanto por pescadores aficionados, profesionales y submarinistas, albergan en A Mariña grandes congrios y fanecas. Pero lo que va a los cañones submarinos, y a fosas donde se han arrojado municiones o bidones tóxicos, permanece bajo el misterio.

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