El Puente de los Santos por el que discurre la Autovía del Cantábrico (A-8) entre Asturias y Galicia, es de los pocos de España que cuenta con aceras para viandantes, separadas de los carriles de circulación por unas mallas protectoras metálicas que se doblan en el caso, por ejemplo, del vuelco de algún vehículo. Por eso, muchos vecinos del entorno que suelen cruzar por el viaducto temen lo que podría pasar "si, con un accidente como el que ocurrió por el viento hace días, alguien que esté pasando por el lugar en ese momento resulta herido". La velocidad en el lugar estuvo limitada a 120 kilómetros por hora pese a las intensas ráfagas de aire registradas en pasadas jornadas.
Hubo vecinos que creyeron que, con el temporal Carlos, habían descendido los límites a 80 y 90 kilómetros por hora, pero los paneles de advertencia en sentido Asturias, en todo momento reseñaron 120 km/h como tope. La Dirección General de Tráfico recordaba que esta velocidad variará en función de la climatología de cara a una segunda fase, que se activará en breve. La primera comenzó con la instalación de los radares de tramo en el viaducto, el pasado 15 de octubre. Es decir, que en principio el máximo fijado se mantuvo inalterable.
"Esta pasada semana se cayó por el viento un remolque y en 2015, un furgón vacío se desplomó sobre las mallas separadoras de la acera. Qué hubiese pasado si en ese momento pasa un peregrino, un viandante o un ciclista", preguntan varios ciudadanos.
