Los conductores se van acostumbrando a la presencia de los radares de tramo instalados en el Alto do Fiouco de la Autovía del Cantábrico (A-8), que es el más afectado por las nieblas y los vientos, en la Transcantábrica. Así lo demuestran los datos registrados por estos equipamientos. Los cinemómetros ya existentes en dirección Oviedo captaron en 2017 un total de 1.217 infracciones. Sin embargo este año, con dos equipos operativos -tras la colocación por primera vez, en marzo, del ubicado en dirección Baamonde-, la cifra de multas desciende a las 693, detectadas hasta la fecha.
El radar observa que no se sobrepase en el tramo marcado la velocidad limitada a 100 kilómetros por hora o incluso a 80 o a 60 en el caso de climatología aún más adversa. Cabe reseñar que el trazado cierra aproximadamente un mes cada año debido a las densas nieblas que se forman y para las que el Ministerio de Fomento sigue buscando una solución.
Concretamente, el radar de tramo más conocido, el que lleva instalado desde finales de 2014, registró a lo largo de 2017 un total de 1.217 excesos de velocidad.
Con la velocidad limitada por lo general a 100, ya salta a 109, tras ponderar la rapidez a la que el vehículo atraviesa el trayecto de unos diez kilómetros flanqueado por dos equipamientos, -de ahí que se denomine como radar de tramo-.
Este cinemómetro, instalado en sentido decreciente de la circulación, captó, este año, 85 infracciones hasta la fecha.
A esta cifra hay que sumar la resultante de entre las registradas por los aparatos colocados en marzo en sentido ascendente, hacia Lugo, que detectaron, hasta la fecha, 608 excesos. Por lo tanto, con los dos aparatos colocados en ambos sentidos de la circulación, este año se ha multado a 693 infractores.
El primer radar de tramo se instaló como medida preventiva para reducir la velocidad en un trayecto que se reveló peligroso principalmente tras el accidente múltiple en el que falleció una conductora, a pocos meses de su apertura, en verano de 2014, que fue debido a las densas nieblas.
Tras su puesta en funcionamiento en diciembre de 2014, los conductores calificaron el radar de «escabechina», al registrar en tan solo un mes operativo 4.216 infracciones. La cifra se redujo en un 49% meses después, en febrero de 2015, con 2.844 multas.
La Dirección General de Tráfico (DGT) advierte de que estos equipamientos apenas han sufrido averías desde su instalación, salvo alguna incidencia puntual «por causa de tormentas con aparato eléctrico, solucionadas lo más rápidamente posible».