Una sangría que parece no tener fin

Las empresas que se dedican a actividades deportivas, de ocio y tiempo libre intentan capear el temporal después de apenas trabajar desde septiembre por los sucesivos cierres y restricciones
Pedro Esmorís prepara es este primer trimestre del año el parque de aventura de San Roque con la esperanza de poder trabajar ya en la primavera. J.Mª ÁLVEZ
photo_camera Pedro Esmorís prepara en este primer trimestre del año el parque de aventura de San Roque con la esperanza de poder trabajar ya en la primavera. J. Mª ÁLVEZ

LA HOSTELERÍA acapara gran parte de los titulares, pero otros muchos sectores también están pasando importantes penurias. Uno de ellos es de las empresas que se dedican a organizar actividades deportivas, de ocio y tiempo libre.

"Llevamos desde finales de septiembre parados, sin ingresar ni un duro", resume lacónico el vivariense Pedro Esmorís, uno de los socios de Roq Sport, sociedad que gestiona el parque de aventura Roq Park, situado en la cima del monte San Roque, en Viveiro.

La conclusión a la que llega Carlos Gil, gerente de la focense Maremasma, empresa que se dedica a actividades educativas y de turismo activo relacionadas con el mar, es muy similar a la de Esmorís. "Estamos fastidiados porque llevamos unos meses sin casi poder hacer nada. Los que dependemos de que la gente pueda salir y moverse también estamos pasándolo mal y apañándonoslas como podemos", afirma resignado.

Todos aguardan que el verano de este año se parezca un poco al mes de agosto pasado, en el que pudieron recuperar un poco tras un julio en el que el brote de A Mariña les truncó sus expectativas. "Salvo esos quince días, el resto fue bueno porque había muchas ganas de hacer cosas al aire libre y en contacto con la naturaleza. Trabajamos bien, pero al final de año los ingresos se redujeron mucho y los seguros, licencias, alquileres o tasas hubo que pagarlas igual", recuerdan desde Maremasma.

"En 2020 pagamos todos los gastos de un año entero y trabajamos, como quien dice, solo mes y medio, porque en enero y febrero realizamos el mantenimiento del parque y en marzo ya se cerró todo. Perdimos todos los colegios e institutos que tenían previsto venir en primavera, así como comuniones y demás. En los coles tienen miedo sobre todo al desplazamiento en autobús y parece que esta temporada va a ser igual de mala", explica Esmorís.

VIVIR AL DÍA. Las ayudas apenas les llegan para subsistir. "El seguro es anual y entre una cosa y otra son solo 2.500 euros el del parque. Las cuotas hay que seguir pagándolas y, aunque estamos cobrando la ayuda por la pérdida de facturación y el cierre, ya que estos últimos meses nos prohibieron abrir, entre todo digamos que no nos queda nada, vivimos al día", se sincera preocupado.

La falta de trabajo provocó que bajasen las contrataciones que realizan para la campaña estival. "En el 2019 éramos nueve personas trabajando y este último solo éramos cinco y en julio pensando que no íbamos a sacar para pagarle a los chavales", confiesa Esmorís.

Lo mismo les sucedió en Foz. "En verano contamos con unas doce o catorce personas y el año pasado tuvimos que reducir el número de monitores", afirma.

En Roq Sport tenían la esperanza de poder organizar algo en las pasadas Navidades, "Teníamos pensado inaugurar los circuitos de orientación que estamos preparando en San Roque y el Penedo do Galdo, pero ya no pudimos hacer nada de la fiesta de Halloween y en Navidad menos aún. Teníamos ya todo muy bien estructurado para recibir a 90 chavales de Xove cuando cerraron todo", lamenta.

Confían que la semilla que plantaron en los años previos le sirva para recuperar más rápido después: "El primer año tuvimos 20 grupos de colegios e institutos sin hacer demasiada publicidad, así que imagina cuánto dejamos de ingresar. Este último año perdimos coles, institutos e incluso equipos deportivos que venían hacer la pretemporada a la zona y se acercaban un día al parque".

DIVERSIFICAR. En Maremasma tuvieron que "diversificar un poco nuestras actividades para salvar el año como pudimos", explica Gil. "Nos dedicamos a otras cosas que nos ayudaron bastante. Trabajamos en la asistencia para embarcaciones, con la Mancomunidade organizando las rutas de patrimonio geológico, que fueron un éxito, con un proyecto relacionado con la educación ambiental en los colegios e incluso utilizamos la furgoneta para temas de reparto del hospital. Salieron oportunidades, cosas que en otro momento ni nos plantearíamos, pero teníamos los medios y las tuvimos que aprovechar", apunta.

En Roq Park todavía no tienen fecha para la reapertura del parque. "Estamos montando esos ocho recorridos de orientación de diferente dificultad, así que tendremos para todos los públicos y para expertos. A ver si mejora todo y podemos empezar a trabajar en primavera", valora Esmorís.

Mientras, en Maremasma esperan retomar la actividad paulatinamente. "A raíz de que anunciaron esta nueva desescalada, el teléfono volvió a sonar, pero como tardaron tanto en publicar las medidas, decidimos dejarlo para el próximo fin de semana", avanza. También están a la expectativa de las administraciones. "A ver cuál es el planteamiento que hacen a medio plazo y qué sucede con la Semana Santa", concluye Carlos Gil. En su caso, el cierre de Asturias supone otro gran lastre.

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