Robo con intimidación en la gasolinera de Viveiro

El autor se apoderó de unos 200 euros tras esgrimir una pistola
El empleado con una bandolera similar a la que le arrebató el ladrón. JM PALEO
photo_camera El empleado con una bandolera similar a la que le arrebató el ladrón. JM PALEO

El empleado de la gasolinera de San Lázaro, en Viveiro, encargado de abrir este miércoles la estación sufrió hacia las siete y media de la mañana un robo con intimidación, que se saldó con unos 200 euros de botín. El ladrón lo amenazó con una pistola y le arrebató la bandolera después de un forcejeo. 

El trabajador explicó que estaba prácticamente abriendo, pues había surtido a una clienta, cambiaba el cartel de los precios y recogía las llaves para abrir el local del butano cuando un individuo con una careta, un gorro y la capucha de su chaqueta puesta entró en el establecimiento mostrándole una pistola y reclamando el dinero bajo amenaza de que si no, le disparaba.

"Dame el dinero, que me están esperando". "No tengo dinero", replicó el empleado inquiriéndole: "¿Qué estás haciendo?", y el encapuchado contestó: "Dáme lo que tengas" y le preguntó qué llevaba en la bandolera: "El cambio". Entonces le arrebató la bolsa, el empleado lo empujó y tropezó, cayéndole unas monedas al suelo, tras lo que escapó corriendo por la calle Río dos Foles abajo. 

El trabajador le persiguió gritando por la Policía hasta unos contenedores, cuando vio que se introducía por un callejón y una mujer que circulaba en su coche le preguntó qué le pasaba. "Me acaban de atracar, puedes llamar a la Policía", algo que hizo de inmediato acudiendo con rapidez los agentes, que ya no lograron dar con el autor pese a seguirle el rastro por Pénjamo y Rego das Frores

La noticia corrió como la pólvora y varios vecinos llamaron para interesarse por él, que asegura que se puso nervioso. "Foi máis que nada o susto, enriba estaba eu só, puxénme nervioso sobre todo ao verlle a pistola, subiume unha cousa polo corpo", explicaba tras la situación vivida nada más iniciar su jornada laboral. 

De vuelta a la tienda, el trabajador llamó a sus jefes para contarles lo que había sucedido y estos se hicieron cargo del negocio mientras él acudía a la comisaría vivariense de la Policía Nacional para presentar la correspondiente denuncia.