Una burelesa que superó el coronavirus se reecuentra con sus nietos tres meses después

Mari Carmen Caamaño cuida junto a su marido Modesto, prejubilado de Aluminio, de la finca Pigueiras
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photo_camera Jacobo y Jimena viven con sus padres en A Coruña y este fin de semana volvieron a ver a sus abuelos, tras estar alejados por la pandemia. D.V.

Después de tres meses sin poder abrazar a sus nietos, Mari Carmen Caamaño y Modesto Rodríguez por fin pudieron disfrutar de Jimena y Jacobo en su vergel de la entrada burelesa de Pomeda. El coronavirus, la crisis de Alcoa en este 2020, todo dará para contar en esta familia cuya finca, florida de bougainvillas y otros muchos cultivos de la finca Pigueiras, llama la atención a todo el que pasa. Y no la han descuidado en esta primavera a pesar de que Mari Carmen ha tenido que superar la dura experiencia de la pandemia. Modesto, que entró a trabajar en Aluminio en 1978, ve tres años después de su prejubilación el peligro que corre la fábrica. Todavía le queda año y medio para jubilarse definitivamente.

"Estiven 14 días illada na casa, ao fondo do corredor, sen poder falar co meu marido -dice Mari Carmen-, tiven febre alta e pasei outros 18 días no hospital". Pudo superar la enfermedad sin que la ingresaran en la Uci y ahora, totalmente recuperada, el contacto con su familia la llena de felicidad. Los niños viven con su hijo y nuera en A Coruña y durante todo este tiempo solo pudieron comunicarse por videoconferencia.

"Máis xente tivo o coronavirus, eu debino coller na viaxe a Portugal pero teño unha amiga en Covas que non saíu da casa neste tempo máis que para facer a compra e tamén se contaxiou. Eu son das que o digo pero de Fátima veu xente enferma para Xove, San Cibrao, A Pontenova, Trabada...". "A alta déuma un médico de aquí que tamén estivo na casa pasando a enfermidade", agrega.

Mari Carmen y Modesto residen desde hace 38 años en la Rúa do Río de Burela pero convirtieron su caseta y finca entre el acceso y la vía del Feve en un fértil espacio de sosiego, huerto y jardín botánico. "Os nenos gozaron collendo cenorias e van con elas para A Coruña", dicen.

El confinamiento por la pandemia pilló a los críos en su casa de Feáns, donde tienen jardín y la madre, Cristina, celebra la suerte que tuvo por la visita de los otros abuelos bureleses, pues tuvieron que quedarse con ellos a pasar la cuarentena y le echaron una mano con Jimena y Jacobo. "Van ao cole Liceo da Coruña e esperemos que o vindeiro curso retomen as clases nel, porque a situación así non é fácil". Cristina y Carlos, el hijo de Mari Carmen y Modesto, viven en A Coruña desde que la empresa mariñana en la que él trabaja trasladó su sede principal a aquella ciudad. Otro hermano pertenece a la plantilla de Garsan, firma burelesa de mecanizados y soldaduras especiales que tiene a Alcoa como cliente importante.

"Ao vir os netos non puiden ir á manifestación de Foz pero en Xove , e sobre todo na de Viveiro, eramos moitos", señala Modesto, que trabajó en el departamento de Electrodos y muy ligado a la fábrica ya que es originario de Lago. A pesar de que vio remontar lo del Casón y una suspensión de pagos, ahora no es muy optimista sobre las cubas. "Que non a pechen, moitos traballadores, empresas auxiliares e transporte viven da fábrica", desea.

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