Una profesión que circula por la sangre

Las estirpes familiares son más acentuadas en la sanidad y la comarca de A Mariña no es un caso aislado, con varios casos de hijos que siguen la tradición
El médico Diego Fole, entre sus padres Remedios y Benigno. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera El médico Diego Fole, entre sus padres Remedios y Benigno. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Son numerosas las familias que se han ido forjando en el entorno del Hospital da Mariña. Estirpes que han ido creciendo y a los hermanos, primos o cuñados se han sumado los hijos, adultos ya que comparten orgullosos escenario de trabajo y, en ocasiones, profesión con sus progenitores.

Es el caso de David González, vivariense de 29 años,  que es el hijo de la matrona Beni Martínez, que ejerció durante años en el centro hospitalario aunque lleva quince en Vilalba, el destino que obtuvo tras apostar por la Atención Primaria. "Me fui a ver si me gustaba cuando tuve claro que mi etapa en el hospital había acabado y no me gustó, me encantó, porque vi la cantidad de cosas que se pueden hacer», aunque reconoce que a nivel hospitalario «es un momento  mágico, porque atiendes la llegada de una persona al mundo", recuerda la mujer, que este viernes cumple 63 años y que lleva cuatro décadas ejerciendo una profesión, en la que entró con plaza fija con 23 años, algo impensable hoy.

Dani y Beni, en Viveiro. J.M. ÁLVEZ
David y Beni, en Viveiro. J.M. ÁLVEZ

Un oficio del que habla con devoción y pasión y que no cabe duda que contagió a su vástago "y eso que yo hice Enfermería y estaba contentísimo, pero cuando terminé en 2014 estábamos saliendo de la crisis y mis compañeros tuvieron que decantarse por residencias, contratos de verano mal pagados o marcharse fuera, así que hice un año de acceso a la especialidad y barajé entre Psicología y matrona. Aposté por la segunda porque creo que tiene facetas de la vida muy positivas, como que quien entra por la puerta nunca es una persona enferma", explica.

No tardó mucho en darse cuenta "que era lo mío y que había acertado", fue cuando vio la cara de Saioa, el primer parto que atendió en Vitoria, donde hizo los dos años de residencia. Tanto David como Beni se apresuran a aclarar que aunque es por los embarazos y los partos por lo que más se conoce su profesión son muchas más las cuestiones que atienden:  anticoncepción, lactancia, disfunciones del suelo pélvico, infecciones vaginales, actividades grupales (por ejemplo con casos de menopausia), charlas en centros de enseñanza, citologías, cribado del cáncer de cuello de útero o consulta preconcepcional.

Beni Martínez es directiva de la asociación gallega de matronas, formó parte hasta el pasado año de la entidad española y es asesora para el Ministerio de Igualdad

Una figura, la de la matrona de proximidad, que reclaman debería tener más peso en el sistema sanitario gallego y que creen vital para que las mujeres estén atendidas, pero también para no sobrecargar las agendas de los médicos. "En A Mariña harían falta cuatro o cinco más, pero con agendas completas, no solo para atender embarazos", reivindica Beni, que lleva ocho años en la directiva de la asociación gallega de matronas, que formó parte hasta el pasado año de la entidad española y que es asesora del Ministerio de Igualdad para la inclusión en la ley de la violencia obstétrica que se da en el momento del parto.

La inestabilidad laboral la vive en sus propias carnes David, tras dejar Navarra, donde trabajó seguido tres años para asentarse hace año y medio en Galicia por motivos personales. "Esta semana estoy toda de tardes en Narón y ya siete días me parece una gran estabilidad", cuenta el joven, que está deseando que llegue el verano para tener un contrato de meses. "La gente quiere que llegue esa época para irse de vacaciones y yo para que los demás se las cojan", manifiesta, conocedor de que "es parte de la rueda", pero también "limitante a la hora de planificar una vida".

David fue uno de los tres hombres de los 22 alumnos de su promoción de matronas, "y fue un récord", confiesa

David fue uno de los tres hombres de los 22 alumnos de su promoción de matronas, "y fue un récord", dice acostumbrado a unos estudios en los que priman las mujeres, "y en Enfermería éramos 25 de 150", recuerda. Un choque que a veces se da en consulta, "pero es solo la primera impresión, cuando abren la puerta de la consulta, pues a los dos minutos se olvidan porque lo que ven es a alguien que se preocupa y quiere ayudar", reitera el joven matrón, que lo resume a la perfección con la frase que le dijo una paciente de 71 años: "Non me facía moita graza que fora home, pero voume encantada".

En algún caso, pero muy puntual, reconoce reticencias por cuestiones culturales. "Si es algo urgente lo veo, pero si existe otra opción intentamos arreglar y que sea una compañera quien haga la exploración", cuenta David, que en una ocasión sustituyó durante una semana a su madre.

Luis Geada, Pili Geada, su hija Pili Aguiar y Ángeles Geada. JOSÉ Mª ÁLVEZ
Luis Geada, Pili Geada, su hija Pili Aguiar y Ángeles Geada. JOSÉ Mª ÁLVEZ

Un gran familia en todos los sentidos son los Geada Pena, nueve hermanos originarios de Alfoz, de los que un tercio trabajan en el hospital burelés, donde también está empleada una cuñada y dos sobrinas. "É inevitable falar de traballo cando nos xuntamos, pero como de moitas outras cousas", cuenta Ángeles, que empezó hace casi tres décadas a trabajar como auxiliar en el centro y, tras pasar por varios departamentos, lleva diez años en Farmacia. "Aquí non se fan noites e como os anos non van a menos...", asevera sobre una plaza en la que el trabajo abunda «pero o ambiente é moi bo", reconoce.

Una vena sanitaria que ha heredado una de sus hijas, Ainara, que da clases de Enfermería en Santiago, pero que no logró transmitir a la otra, "que tiña claro que non se ía dedicar a nada disto", cuenta.

Tres hermanos García Pena trabajan en el Hospital da Mariña, donde también lo hacen dos sobrinas

Quien sí cogió el relevo fue su hermana Pilar, que lleva 29 años en el hospital, que abrió siete años antes. "Foi unha posibilidade de apostar por un posto de traballo preto da casa", afirma Pili a quien la adrenalina le demostró con los años que su sitio son las Urgencias. "Eu son moi activa e aínda que estás sempre no mesmo sitio cada día xurde unha cousa distinta", afirma sobre un departamento en el que lleva desde 2007 y que está hecho para gente capaz de mantener el estrés a raya. "É un traballo de moita paciencia, pero moi agradecido", asegura, y lo dice alguien de la que aún se acuerdan pacientes que atendió hace años y que además de su buen hacer como auxiliar recuerdan la larga melena atada en coleta que suele lucir.

Un trabajo que se transformó en esta pandemia y a los actos que han tenido que dejar de hacer —en Urgencias se hacían cenas— se suman los momentos críticos de la primera ola, en la que hicieron batas con bolsas de basuras cuando escaseaba el material. Ahora, el covid impera en las restricciones a los acompañantes, "porque canta máis xente hai máis opcións de que haxa un positivo e hai quen o entende e quen non", dice alguien que sigue durmiendo regular por los turnos, pero que no se plantea el cambio por el buen ambiente del servicio. "Somos unha familia", dice.

En el hospital trabaja también su hija Pili Aguiar, que apostó por seguir sus pasos y se formó como auxiliar "e como vin que me gustaba, despois fixen o Bachallerato e máis tarde, Enfermería" y ahora está como interina; su sobrina Marta (limpieza y cocina) y la madre de esta, Teresa (enfermera), además de su hermano Luis Geada, que ejercer en la sección de mantenimiento, "onde levo 27 anos", recuerda.

Diego Fole Eimil es un médico que está haciendo la residencia en el mismo hospital en el que nació hace 29 años y donde sus progenitores llevan trabajando desde su inicio, él, Benigno, como técnico de rayos, y ella, Remedios, como técnico de laboratorio. Unas profesiones que no saben con certeza si influyeron en su decisión de ser sanitario. "Meus pais déronme liberdade para facer o que quixera, pero é certo que na casa sempre se falou de traballo, dos doentes, de enfermidades… e non sei se xurde o interese por aí", reitera.

Diego Fole está haciendo la residencia en el mismo hospital en que nació y donde sus padres llevan trabajando casi desde su puesta en marcha

Fole está en el segundo año de residencia de la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, alternando su  formación primero en el centro de salud burelés con las guardias actuales en los PAC de Viveiro y Burela y en Urgencias del hospital mariñano, una formación que está encantado de poder realizar en el sitio donde nació y se crió. "Para min desenvolver aquí a miña profesión é un privilexio", asevera,  aunque todavía no tiene decidido si apostará por quedarse de forma definitiva, "aínda non sei onde quero traballar e en que", señala.

A Diego siempre le tiraron las Ciencias y cuando terminó el Bachillerato se decantó por estudiar Enfermería, ya en el curso final "apostei por optar a estudar Medicina porque antes non me dera a nota. Fixen a carreira na Universidade Cardenal Herrera de Castellón en cinco anos, porque me convalidaron algunhas asignaturas e sempre collín materias de máis", cuenta.

Diego, con sus padres, Remedios y Benigno. J.M.ÁLVEZ
Diego, con sus padres, Remedios y Benigno. J.M.ÁLVEZ

El caso es que Diego Fole solo trabajó de enfermero en la pandemia y fue porque la elección para el MIR se retrasó por culpa precisamente del covid, así que ya era médico cuando se incorporó como enfermero a la planta de Medicina Interna en el hospital mariñano. "A experiencia foi moi boa, aínda que algo raro ao comezo. Levaba anos sen coller unha vía", cuenta entre risas sobre esas y otras cuestiones a las que se acostumbró de inmediato.

Al poco, retornó como médico tras escoger Burela como destino para hacer su residencia, una experiencia laboral que le coincidió de lleno con la pandemia, que ha hecho "algo máis complexo» su traballo, "pero tampouco podo comparar porque o de antes non o vivín", cuenta un joven que ha acertado "de cheo" con la profesión escogida, de la que habla con verdadera pasión. "Gústame e é moi gratificante", asevera sobre la parte más positiva de un oficio, en el que quizás lo peor sea "que a xente non valore a capacidade dos sanitarios de preocuparse polos doentes, formándose  no seu tempo libre para sempre estar ao tanto".

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