Muebles Hermida: una plantilla colgando de un hilo

Los trabajadores de Muebles Hermida están pendientes de cobrar los salarios que les deben
Abderbrahim Amernis y Jesús José García. JOSÉ Mª ÁLVEZ
photo_camera Abderbrahim Amernis y Jesús José García. JOSÉ Mª ÁLVEZ

La plantilla de Muebles Hermida espera que en unos días el Fondo de Garantía Social (Fogasa) pueda abonarles el salario de los cuatro últimos meses de 2019, que es lo que tienen aún sin cobrar, a lo que habría que sumar la primera mensualidad de este año, en el que desde el día 13 cuentan con un permiso retribuido tras no incorporarse de las vacaciones de Navidad. Se extenderá hasta que se haga efectivo el Expediente de Regulación Temporal (Erte), que los trabajadores aprobaron por nueve meses. Un tiempo durante el que pasarán al paro a la espera de una solución tras la petición por parte de la dirección de la firma de un concurso de acreedores.

Cinco meses, pues, en los que solo han cobrado los atrasos de convenio y medio mes de agosto que tenían pendiente y que la empresa hizo efectivo el 23 de diciembre, pero que supone una cantidad exigua para sacar adelante a una familia o un proyecto de vida en el que se embarcaron el cerca del centenar de personas que conforman la plantilla de la que llegó a ser una de las tres mejores fábricas de muebles del país, con una merecida reputación ganada por la calidad de sus productos. Ahora, esos trabajadores se enfrentan a la incertidumbre en el peor momento de su vida laboral para la mayoría, pues la media de edad supera los 50 años.

Cada empleado tiene una historia diferente y en muchos casos están viviendo al límite

Son bastantes los que entraron siendo unos críos, con 16 o 17 años, por lo que han dedicado toda su vida a una firma que han visto desmoronarse desde dentro, a pesar de que «contabamos con moita carga de traballo, polo que iso non é motivo de ir á quebra, senón a forma de traballar, que é inviable», cuenta uno de los veteranos, que prefiere mantener el anonimato, como le sucede a buena parte de la plantilla, que no quiere poner rostro a una situación que les angustia: «Non sabemos o que vai ser de nós e moitos imos ter que intentar buscar outro sitio, pero ben se entende que non todo o mundo o ten igual de fácil para reciclarse».

TESTIMONIOS. Esta situación guarda historias personales con nombre y apellidos como las de Jesús José García Méndez y Abderbrahim Amernis.

Jesús José García tiene 46 anos y lleva trece consecutivos en Muebles Hermida, donde ya había empezado su etapa profesional con 21. "Despois de botar máis de oito anos fóra, volvín pola situación familiar e porque era un bo posto de traballo, cun bo horario e ao lado da casa" cuenta desde el barrio mindoniense de Os Muíños, donde quiso que se criaran sus dos hijos, que ahora tienen 15 y 8 años, y que son su principal quebradero de cabeza. "Afortunadamente non lles falta de nada, pero a ver con que lle pago os estudos cando teñan que marchar fóra, porque agora estamos tirando dos poucos aforros que temos", asevera. El empleo de su mujer, la cercanía de sus progenitores y sus suegros y el hecho de vivir en el rural le garantiza que "a comida non nos vai faltar", pero los pagos apremian y la hipoteca llega puntual todos los meses, "e son xa cinco sen cobrar".

Abderbrahim Amernis: "Son meses sin cobrar el salario y tengo una hipoteca. Vive el día a día y no sé qué va a ser de nosotros mañana"

Suso, como todo el mundo lo conoce, intentará aguantar, aunque para ello tenga que salir de la comarca y puede que lo tenga algo más fácil, porque siempre trabajó con máquinas y es un empleo más cotizado. No sabe lo que le deparará el futuro, pero marchará con pena. «Estaría encantado de seguir en Hermida, pero con outra dirección e con outra forma de traballar", cuenta lamentado lo que él ve como un cierre anunciado.

Abderbrahim Amernis salió de su Marruecos natal en busca de un futuro mejor y lo encontró en Lourenzá en 1999, donde llegó para trabajar en las canteras, aunque siempre lo hizo en el monte, hasta que en 2003 se empleó en Hermida, lo que era sinónimo de un buen empleo a cubierto. Su máxima preocupación son sus cinco hijos, de entre 12 años y nueve meses el más pequeño, a los que le cuesta mantener porque "son meses sin cobrar y con hipoteca. Vivo el día a día y no sé qué va a ser de nosotros mañana".

"Ellos quieren el tipo de vida que han tenido hasta ahora, pero no puede ser. Si faltan alimentos vengo a pedir a los servicios sociales, vergüenza ya no hay, porque lo primero es mi familia, aunque a veces me voy al baño a llorar", cuenta, mientras reconoce que hace tiempo que no entra en casa pescado o fruta y subraya que "menos mal que tienen el comedor del colegio, porque hay días que cenamos y otros que no y está el fin de semana".

Jesús José García Méndez: "A comida sei que non nos vai faltar, pero os pagos apremian e a hipoteca chega puntual todos os meses"

Un dinero que estiran, pero que sabe que no llegará para pagar los recibos. "No sé cómo vamos a hacer, porque estamos a cero euros y el principal problema es el banco", afirma confiando en que paguen cuanto antes, pero lamentando que la situación en que quedarán los trabajadores con el Erte les va a complicar encontrar en breve otro empleo. "Yo podría volver al monte, no me importa nada coger la motosierra, pero ahora mismo si sale un empleo lo tienes que presentar al administrador y si te vas y vuelven a llamarte de Hermida qué haces, ¿dejas al empresario que te acaba de contratar colgado?, porque si no vuelves pierdes la indemnización a la que tienes derecho. Ahora mismo estamos que ni una cosa ni otra, estamos atados con una cuerda", resume.

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