El pan que aguanta el siglo XXI

PANADERÍA MILLÁN nació en 1961. Aunque desde esa época todo cambió muchísimo, la realidad es que su modo de trabajar se modificó lo justo para adoptar alguna innovación prácticamente ineludible, como la sustitución de la leña por los pellets para calentar los hornos. Sus dueños son Ramón Rodríguez, que sigue la tradición familiar heredada de sus padres, y su esposa, Ángeles Gavino, que recuerda que comenzó repartiendo y una lesión en una pierna la llevó a trabajar en el horno, donde continúa. Ambos aseguran que la introducción de los pellets fue precisamente la innovación que más agradecieron, porque les permitió no estar pendientes de la temperatura del horno, lo que simplificó su trabajo notablemente.

Pero tanto Ramón como Ángeles reconocen que los nuevos tiempos les trajeron nuevos competidores: "Agora hai pan ata nas gasolineiras. Teñen a masa e cócena alí. Nunha gasolineira! Pero é así e témonos que adaptar".

Y decidieron no amilanarse para nada. Recogieron el guante y aprovechando que su hijo Andrés es del gremio, diseñaron una página web propia en la que impulsan desde un blog hasta un apartado con la historia de su negocio o una descripción de todos los productos que elaboran.

Ramón cuenta que se ven reflejados en ella: "Ó mellor cambiamos algunha foto ou algo así, pero en xeral está moi ben. Foi cousa máis ben do noso fillo, pero estamos moi contentos de como quedou".

Mucha de su clientela es gente que para a propósito en la panadería, que está en una recta a la salida de A Pontenova camino de Lugo

Este toque de modernidad no debe ocultar para nada que Millán sigue siendo una panadería básicamente tradicional: "Facemos todo coma sempre. Todo a man e sobre todo a fermentación completa para que repouse", relata Ángeles, que dice que "entre que empezamos a facer o pan e sae van unhas sete horas", lo que da idea de por qué después obtienen el resultado que tanto gusta a su clientela.

UBICACIÓN. Su establecimiento se encuentra apenas 1 kilómetro después de la salida de A Pontenova, en una recta en el núcleo de Santa Apolonia, y el matrimonio reconoce que "o que máis gusta, en xeral, é o pan do país. Temos clientes que ó mellor veñen por aquí e paran adrede para comprarnos o pan ou as empanadas, e eso é algo que agradecemos moito, claro".

Tal vez eso les decidiese a impulsar esa web "coa que tamén queremos darnos a coñecer fóra". Ahora mismo reparten en todos los municipios vecinos de A Pontenova, tanto en Galicia como en Asturias, que les queda prácticamente al lado. Ramón reconoce, secundado por su esposa, que "non queda máis remedio porque aquí, pouco a pouco, a xente foise marchando e quedamos poucos. É complicado sosterse con tan pouca xente para vender". De momento, una vez a la semana ya llegan hasta Bilbao, pero todavía pueden ir más allá.

Entre sus lamentos, sobre todo dos, la escasez de trabajadores que dicen que es endémica y afecta al gremio en general y otra que tal vez esté relacionada: los horarios. Ramón y Ángeles, que tienen siete empleados, trabajan 363 días al año. Sin descansos que valgan y con horarios que pueden llevar a cualquiera al límite, y así "mentres o corpo aguante".