Paco Lage, el bombero vivariense que no rescataba gatos

Su óbito ha consternado a los servicios de emergencia de toda la provincia de Pontevedra ► "Era un jefe ejemplar, siempre en primera fila"

Francisco Lage, en el centro, en el año 2009. D.F.
photo_camera Francisco Lage, en el centro, en el año 2009. D.F.

Hay personas que dejan huella en la historia de una ciudad. Y después están las que realmente nunca se han ido, las que parece que te puedes encontrar a la vuelta de la esquina en cualquier momento. Esas cuyo recuerdo no se borra, aunque lleven lustros sin estar en primera línea. José Francisco Lage Fernández era una de ellas.

La mayoría se hace bombero por vocación; Lage lo fue "de rebote", como él mismo reconoció a Diario de Pontevedra en 2013, cuatro años después de jubilarse. Decidió aparcar su carrera de marino mercante porque cuando regresaba a casa, después de un año y pico, su hija pequeña preguntaba quién era ese señor que entraba por la puerta. Sin saberlo, un tío político le tramitó una instancia para formar parte del nuevo cuerpo profesional de Bomberos de Pontevedra... y le aceptaron. Así fue cómo abandonó su Viveiro natal y se mudó a una ciudad que ya no abandonaría. Corría el año 1973

Gracias a su formación a bordo de petroleros, diez años después asciende a la Jefatura, cargo que ostentaría hasta su jubilación en 2009. En su bagaje profesional está la modernización del parque de Bomberos (tanto a nivel humano como de material) y la puesta en marcha de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil. De ahí que los servicios de emergencia de toda la provincia expresasen este jueves, en las redes sociales, su profunda consternación por el fallecimiento de Lage.

Tenía sus métodos, pero estaba a pie de obra dando ejemplo y era el primero en defender a su gente, apunta su sucesor

Y es que el sargento jefe tenía sus peculiaridades a la hora de dirigir. Él mismo reconocía que "cuando uno se tira muchos años de jefe en un sitio, es evidente que no vas a mandar a gusto de todos. Probablemente haya cometido más de un error diario, pero tengo la conciencia tranquila porque nunca ha sido intencionado".

Miguel Estévez, actual responsable del servicio, le recuerda "muy cercano, de los que solía estar a pie de obra, siempre en primera fila, ayudando a los que estábamos interviniendo. No tengo ninguna queja de él".

Corrobora la pasión y la entrega que Paco Lage mostraba por la profesión y su preocupación por dotar al parque de las mejores condiciones en personal y medios. "Tenía sus métodos, pero a la hora de defender a su gente, era el primero", destaca Estévez.

"UN MANITAS". Cuando dejó a un lado el servicio a los demás, se volcó en otra de sus pasiones: cuidar de los pequeños de la familia, "que no son pocos, diez nietos y una bisnieta", contaba en 2013. Una tarea que apenas le dejaba tiempo para centrarse en sus hobbys: el bricolage y las maquetas de barcos, "que nunca soy capaz de terminar".

Serio por fuera pero con una profunda retranca interior, el contexto marcaba la diferencia entre una frase lapidaria de otra irónica. Y como curiosidad, un tópico que Lage desmontaba siempre que podía: el del bombero encaramado a un árbol para rescatar a un gato. "Siempre di orden de dejarlos estar, de no subir. Porque al final acaban bajando solos".

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