Al octavo R-8 fue la vencida

Lucas Ramallal, barreirense asentado en Outeiro, dio con el modelo que su padre tanto usó. El Renault es parte de la historia familiar, como la Vespa.
El R-8 tardío montaba doble faro. X.L.
photo_camera El R-8 tardío montaba doble faro. X.L.

Hasta que dieron con este Renault 8 TL de 1974, la última versión del modelo fabricado en Valladolid hasta 1976, por casa de Lucas Ramallal Otero habían pasado siete R-8. Sí, han leído bien. Y así explica la fijación, o devoción por un coche de transmisión particular: "Foron pasando polas mans de meu pai, dende que era un rapaz, pero todos eran usados e moi vellos porque era o que daquela se podía permitir cando traballaba de albanel; primeiro comprara unha bicicleta para ir ao choio e nunca puido quedar con ningún que estivera enteiro porque, sabido é, estes coches teñen fama de ter moi mala chapa, cousa que é verdade porque eu mesmo lle tiven que matar moitos óxidos a este".

El padre tenía el gusanillo de un R-8 TS de los que llevaban los vecinos con más posibles, y por los que ahora piden de 18.000 euros para arriba, y el hijo también, pero un cuatro faros como este, con una estética más bonita que el de dos y con un cuadro de relojes más moderno, era la condición acordada.

Lo encontraron hace cuatro años en O Valadouro, bastante olvidado en una nave después de haber llevado una vida activa en Lugo capital, como atestiguaban los tickets de aparcamiento de principios de los años 80. "Aos 30 quilómetros de collelo tívome que rescatar a grúa e levalo a Outeiro de Rei para desmontalo enteiro e recuperalo rapidamente, porque quería desfrutalo", dice Lucas, oriundo de Barreiros pero asentado allí por cuestión de su trabajo en Finsa.

Es mecánico de formación, pues cursó tres ciclos de la especialidad. Este coche y su restauración le han hecho mucha ilusión, a pesar de la diferencia generacional (tiene 31 años) y de que en casa tira más a la tecnología alemana. Posee además un Seat León FR, otro León Cupra familiar ST del 2019 y "un Golf IV para ir traballar". 

No obstante, su primera restauración había sito una Vespa Sprint de 1966, otra "conta pendente" con el pasado. Y es que cuando se les mete algo en la cabeza, los Ramallal van a por ello. De hecho, a su padre Luis, ahora empresario del transporte, lo nacieron en A Augaxosa (Riotorto) y lo inscribieron como Antonio, a pesar de que los abuelos querían hacerlo como Antonio Luis Ramallal. El registrador no quiso pero él se llama como le da la gana: Luis. Y si hay que volver otra vez al R-8, se vuelve con gusto. También tuvo otros coches del pueblo como un Ford Orion 16 válvulas de los que se bebían el agua de los floreros, el Seat 850 (otro al que le tienen cariño y ganas), Simca 1000 y 1200...

Este Renault, a la vista está, lo han dejado impecable pese a la mala vejez de carrocería que tienen. Lucas todavía recuerda un antecesor que aguantó años arrimado a un árbol después de haberlo embadurnado bien de grasa y aceite quemado, sobre todo las puertas. Duró lo suficiente como para desmontarle las ventanillas para restaurar el actual. Todo de su mano menos la pintura final pues lo metieron en una cabina, como merecía.

Ahora da gusto verlo, con su motor limpio y pintado, el parachoques cromado de una pieza y sus faros traseros originales pero no descarta que algún día haya un noveno R-8, si un TS se pusiera a tiro.

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